Todos contra Illa o contra los ‘indepes’

El cordón sanitario del soberanismo contra Salvador Illa denota nerviosismo entre sus filas, mientras que despierta aspiraciones de movilizar a su electorado entre los socialistas

El exministro de Sanidad y candidato del PSC a la Generalitat, Salvador Illa, en un acto de campaña / EFE
El exministro de Sanidad y candidato del PSC a la Generalitat, Salvador Illa, en un acto de campaña / EFE

Las encuestas internas que utilizan las formaciones políticas están poniendo nerviosos a los partidos independentistas. Sólo así se entiende este cordón sanitario contra el exministro justamente de Sanidad, y candidato socialista, Salvador Illa, a la presidencia de la Generalitat.

Este tipo de decisiones, más comunicativas que efectivas, acostumbran a acabar en espantosos ridículos. Por desgracia la memoria del votante es débil. Le ocurrió a Artur Mas cuando en 2006 visitó al notario para firmar un documento donde aseguraba que jamás pactaría con el PP; le pasó al famoso tripartito en 2003 al rubricar unos Pactos del Tinell que negaban de entrada cualquier acuerdo con el gobierno del PP; y le sucedió a Pedro Sánchez cuando anunció que tras las elecciones no hablaría con Podemos porque no podría conciliar el sueño.

Antecedentes: el Pacto del Tinell y las visitas al notario de Artur Mas

Pues bien, Artur Mas tras las elecciones del 2010 pactó con el PP de Alicia Sánchez-Camacho los presupuestos de 2011 gracias a los acuerdos suscritos entre Enric Millo y Andreu Mas-Colell; Rajoy perdió las elecciones de 2004 y el tripartito tuvo que comerse la disputa política que esperaba con el PP ante la victoria de Zapatero; y, por último, Sánchez olvidó sus pesadillas y cayó rendido en los amorosos brazos de Pablo Iglesias.

Lo cierto es que la operación Illa preocupa cada vez al independentismo grupal porque los riesgos que toman todos los partidos separatistas son elevados. De no ser así, no habrían asumido los riesgos de ese acuerdo. Para ERC, por ejemplo, porque lo aleja de un posible tripartito y, de forma más tangencial el Pdecat, que lo une a la CUP, cuyo rechazo es uno de sus únicos hechos diferenciales frente a JxCat.

La operación Illa preocupa cada vez al independentismo grupal porque los riesgos que toman todos los partidos separatistas son elevados

Otra cuestión es saber cómo se percibe este acuerdo de máximos por parroquias: la constitucionalista y la independentista. Y lo que es más importante, entender también cómo puede estimular la participación.

Las encuestas prohibidas que nos llegan desde la nueva patria fiscal de los youtubers, Andorra, indican que cada día se incrementa el porcentaje de ciudadanos decididos a ir a votar. Junto a ese dato, otro muy revelador: en este momento Salvador Illa le saca diez puntos a Pere Aragonés en las preferencias de los lectores a presidenciable, muy a la par con Laura Borràs.

En definitiva, el gran secreto de estas elecciones es saber quién está de verdad movilizado, por encima de las intuiciones que unos y otros tienen sobre cuanta gente se quedará en casa por temor al virus. Todo un reto demoscópico.

El debate electoral del martes en TV3 evidenció diferentes aspectos que deben ser considerados. El primero fue el nerviosismo generalizado, unos más que otros, entre todos los líderes. Puede que estuviera provocado por la lejanía con los votantes y que llegaran fríos al plató de conexión vital con su electorado, pero lo cierto es que todos estuvieron en algún momento más torpes de lo normal.

El segundo fue la evidencia de que ninguno de ellos sabe hasta qué punto está movilizado su simpatizante. Por un lado, la pandemia; por otro, lo que pueda influir entre los hiperventilados del 1-O y los otrora movilizados del 8 de octubre.

Volvamos al principio. Los partidos independentistas aceptaron la invitación de una plataforma contraria al estilo de la ANC, Catalans Per la Independència (CATxIND), para firmar un documento contrario a cualquier tipo de pacto con Salvador Illa. La pregunta es: ¿hasta qué punto una acción tan concreta y que memoriza el ‘procés’ en toda su complejidad y hartazgo, puede o no estimular el voto constitucionalista?

Los beneficios electorales del PSC ante el cordón

En la sede del PSC lo ven como un logro. Illa ya ha demostrado que le pone eso de que todos apunten sus dardos electorales contra su persona. Hay ya quién recomienda al equipo de comunicación socialista que llene Cataluña del documento firmado por los líderes independentistas junto a la foto del candidato.

Bromas aparte, si el pasar página les funciona, el constitucionalismo tiene una oportunidad, en todo caso más evidente que en 2017, cuando Waterloo era una capital más de Cataluña.

Y en esa cuadratura las miradas deben recaer en Ciutadans y el PP. La oportunidad que tiene la formación naranja alberga un punto fuerte no utilizado en campaña: la necesidad de la existencia de un partido con esas características en Cataluña. Y en cuanto al PP, con un líder poderoso como Alejandro Fernández que le plantó cara a Vox con inteligencia en el debate de TV3, evidenciar esa misma necesidad.

Las encuestas andorranas marcan una imperceptible bajada en la intención de voto hacia Vox aunque esta formación se mantenga por encima de los populares.

Es la eterna volatilidad del voto no nacionalista, capaz de llenar las urnas en unas elecciones al Congreso de los Diputados y olvidarse cuando se trata de elegir un Parlament repleto de competencias.       

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