El gran ganador de los cambios en las fusiones catalanas es Adolf Todó Rovira, director general de Catalunya Caixa, la entidad resultante de la fusión de Caixa Catalunya, Tarragona y Manresa. Acaba de cerrar la última de sus actuaciones exitosas: designar bajo su influencia el que será nuevo presidente del grupo financiero en sustitución de Narcís Serra.
Todó es el gran beneficiado de la reordenación del mapa financiero catalán. Debe lidiar con la más compleja de todas las fusiones. Dos cajas públicas en horas bajas y una privada con un balance limpio han configurado una nueva entidad con problemas que vienen de antiguo y con una sensibilidad a la crisis mayor que la de sus competidores.
Catalunya Caixa está haciendo un enorme esfuerzo para salir de esa vereda por la que ha transitado en los últimos años. Antoni Serra Ramoneda, Josep Maria Loza y Narcís Serra no pasarán a la historia como ejemplos de grandes gestores o de hombres con capacidad para impulsar una institución de ahorro que vivió años mejores en tiempos pasados. Todó, en cambio, sí que parece predestinado a hacerse un hueco en la historia de la entidad.
Llegó como un ejecutivo reputado procedente de la dirección general de Caixa Manresa. Él, un ejecutivo tímido, poco dado a la proyección pública, se ha visto en la obligación de reconvertir una entidad que el Banco de España ha ingresado en el observatorio de cuidados paliativos. Una institución que arrastraba, además, el sambenito de ser la entidad socialista, la de los Serra (el anterior y el actual), la que hacía las operaciones que los políticos del PSC consideraban adecuadas a sus políticas… Etiqueta, por otra parte, que casi siempre respondía a la realidad de sus actuaciones.
Una entidad en la mochila
Tras la unión con Tarragona y Manresa, Todó se encuentra frente a una caja con problemas varios. Como si de Labordeta se tratara, el superejecutivo se pone el país en la mochila y empieza a trasladar su mensaje a los 8.000 empleados de la organización diseminados por todo el territorio español. Ya ha cerrado más de un centenar de oficinas y ha visitado todas las zonas donde Catalunya Caixa cuenta con implantación.
Acabó el pasado jueves, después de darles la mano en Sevilla a los centenares de empleados del grupo en Andalucía central. Todó ha visitado todas las regiones del país para verse con los que cada día abren la persiana de las oficinas del grupo en cualquier rincón, por recóndito que sea, del territorio español. “Se ha visto con toda la plantilla”, explican en su casa.
Con su acento catalán, Todó ha reunido a la totalidad de la plantilla durante las últimas semanas. Junto a su número dos, el director general adjunto Jaume Massana, han concentrado a numerosos grupos de entre 500 y 600 empleados para darles una arenga. Unas horas antes del discurso oficial, los dos ejecutivos de la entidad se reunían con una selección (por origen, edad, categoria profesional…) de los empleados. No eran más de una veintena y, en dos mesas, comía con ellos para conocer sus opiniones y trasladarles los nuevos mensajes de la entidad que dirige. “Fundamentalmente escuchaba”, explica uno de sus colaboradores para describir ese nuevo márketing que ha capitaneado directamente el director general de Catalunya Caixa.
Trabajar más
Todos los empleados han conocido al nuevo director general. Les ha explicado los retos inmediatos de la caja. “No conozco otra forma de progresar que trabajar mejor y trabajar más”, ha dicho en más de una ocasión a los trabajadores del grupo que han debatido con él sobre el futuro del sector financiero. Su filosofía nunca ha sido bien vista por el sindicato CCOO, que ya en sus tiempos al frente de Caixa Manresa le plantaba cara y en una ocasión vetó su nombre para ocupar el mismo cargo que ahora ocupa casi sin discusión sindical.
Con todo, los sindicatos no son sus principales aliados en esta batalla por el resurgimiento de la entidad. Todó sigue siendo visto por las centrales como un liberal irredento al que su paso por las universidades americanas le ha eliminado de un soplo cualquier veleidad socialdemócrata.
Pese a su congénita timidez y su alta formación en el sector, con el próximo nombramiento de Fernando Casado como presidente del grupo resultante, Todó se convierte en el verdadero hombre fuerte de la entidad. Avalado por el Banco de España, el Govern de la Generalitat (el actual y el que pudiera venir), su cargo de director general se ha convertido en indiscutible. Buscando un presidente de bajo perfil político, las diputaciones de Barcelona y Tarragona han consagrado a Todó como el auténtico líder de Catalunya Caixa.