Termópilas
Ante las desgracias, quienes se afligen menos en su espíritu a la vez que resisten más en la acción, trátese de ciudades o particulares, son los más fuertes
En este excepcional año 2020, entre otras efemérides de gran interés, se cumplen los 2.500 años de la batalla de las Termópilas, ocurrida en el verano del año 480 antes de Cristo. Recordada como una gloriosa gesta encabezada por el rey espartano Leónidas, después de contener a unas desbaratadas hordas persas durante tres días, aunque pereciendo, los griegos consiguieron, finalmente, zafarse del yugo tiránico proveniente de Asia gracias a otros dos encuentros bélicos más, estos ya decisivos, la batalla naval de Salamina y la rotunda victoria militar en la llanura de Platea.
El efecto de la epidemia
Pocas décadas más tarde, afianzada la democracia griega en la emblemática ciudad de Atenas y durante la denominada Guerra del Peloponeso que libraron espartanos y atenienses, así como sus respectivos aliados, se declaró en el año 430 antes de Cristo una devastadora epidemia de tifus que fue relatada con detalle por el historiador Tucídides. Después de cuatro años de enorme sufrimiento, los atenienses consiguieron superar la enfermedad, no sin haber perecido más de un tercio de la población de Atenas, considerándose por ello como una de las epidemias más conocidas de la antigüedad.
Percicles: «Hay que dejar, pues, de dolerse por los sufrimientos individuales y ocuparse de la salvación de la comunidad»
Tucídides, quien también padeció la enfermedad, pone en boca de Pericles una serie de consideraciones finalizada ya la peste siendo la más actual “porque lo que es repentino e imprevisto y ocurre contrariamente a todo cálculo abate el coraje; y esto es lo que ha ocurrido entre nosotros, sobre todo, encima de los otros males, con la epidemia”. Acaba proponiendo a sus conciudadanos atenienses que “hay que dejar, pues, de dolerse por los sufrimientos individuales y ocuparse de la salvación de la comunidad”.
Lecciones para después de la pandemia
Seguimos pudiendo aprender del pasado lejano, aunque, en vista de lo ocurrido hasta ahora con el Covid-19, no mucho del más cercano. En nuestro afán de buscar orientaciones sobre el futuro post virus, nos atrevemos a enunciar cinco obligaciones inevitables que las empresas deberemos afrontar, más pronto que tarde:
- Arquitectura Organizativa: será preciso rediseñar las estructuras organizativas superando la ya antigua concepción de la gestión del cambio. El cambio ya no va a ser gestionado, sino que será parte del propio modo de organizar. Se verá convertido en lo que podemos denominar como “transformación organizativa”, que implica no solo modificaciones en la concepción ideal de las empresas sino también en su dimensión física.
- Bienestar Organizativo: conectado con lo anterior, las empresas tendrán que dar un paso más en las actuaciones anteriores englobadas en la denominación de “empresas saludables”. Cuidar de los profesionales, en todos los sentidos, se convertirá en un elemento de competitividad empresarial, así como en un modo de atracción de talento.
- Ciudadanía Empresarial: si algo ha puesto en clara evidencia la irrupción del virus Covid-19 lo supone la necesidad de redefinir el papel social de las empresas y la obligación de incentivar las alianzas privado – públicas. Este nuevo papel atribuible a las empresas supondrá la revisión y superación de los antiguos fundamentos ya obsoletos de la responsabilidad social corporativa.
- Complejidad: nuestro mundo ya era complejo, pero fruto de la situación provocada por una pandemia global, se ha vuelto todavía más interrelacionado y conectado. Por ello, los problemas empresariales, siendo complicados, exigirán soluciones entrelazadas y relacionadas y no meramente simples y unívocas.
- Emergencia: entendida esta como la aparición de soluciones no incentivadas desde una jerarquía exigentes e impositiva. La mayor parte de la resolución a los problemas generados por la pandemia ha venido de la mano de iniciativas no provocadas de manera directa. Deberemos recordar ésta malhadada época como uno de los momentos de mayor creatividad e innovación de los últimos tiempos, proporcionando, además, resultados de manera muy inmediata. El acortamiento en el desarrollo de las vacunas contra el virus así lo atestigua.
Termina el discurso del líder ateniense Pericles apelando al espíritu de los ciudadanos de Atenas exhortándolos del siguiente modo “(…) porque, ante las desgracias, quienes se afligen menos en su espíritu a la vez que resisten más en la acción, éstos, trátese de ciudades o de particulares, son los más fuertes”.
Somos conscientes de que todavía nos esperan tiempos de enorme incertidumbre e inquietud; las soluciones que deberemos arbitrar dependerán, en gran medida, tanto de nuestro coraje como de una decidida actitud a la hora de implantarlas. Serán nuestras Termópilas.