Tensión en los presidios
Llevamos varios días hablando de las entradas masivas de inmigrantes en Ceuta y Melilla y de la brutal actuación que ha provocado una serie de muertes. Haré tres consideraciones.
Primera
Desde una perspectiva centro europea, África es una gran oportunidad para los europeos, pero también puede ser una gran amenaza.
La explosión demográfica; la persistencia de regímenes corruptos que viven de la corrupción que empresas europeas, chinas o americanas reparten para obtener el acceso a las materias primas sean minerales o alimentarias; y el caos político propiciado por una descolonización que se instaló sobre las mismas fronteras artificiales, trazadas con tiralíneas en los despachos de negociación de las potencias coloniales y que esconden una enorme diversidad étnico cultural que, siguiendo las malas prácticas de algunos estados europeos, no es reconocida, provoca guerras para el hegemonía o por la secesión.
Todos ellos, son algunos de los factores que si no se corrigen llevarán aún más sufrimiento a un continente que está al lado de Europa, provocando más avalancha de migraciones descontroladas.
África es una oportunidad si los europeos impulsan el apoyo a los gobiernos más democráticos y honrados, promueven los intercambios entre las pymes de los dos continentes e intervienen de forma contundente contra cualquier dictadura o uso de la fuerza para resolver conflictos nacionales o/y religiosos. África podría ser el continente aliado de Europa para contrapesar los gigantes asiáticos y la emergencia americana.
Segunda
Por ahora, Europa no prioriza las buenas prácticas en África. Por ello, sus Estados mediterráneos se ven obligados a asumir la problemática de la inmigración incontrolada. Cuando esto ocurre, Europa silba y mira hacia otro lado.
¿Por qué no hay una fuerza de orden común europea de guarda fronteras? ¿Por qué no hay una política común de inmigración y se deja de practicar entre los Estados la barra libre a la hora de frenar o conducir hacia otra dirección los flujos de inmigrantes?
Como que a corto plazo no se ve solución al primer problema estructural y a las medidas preventivas curativas son aleatorias y sin coherencia, limitémonos a analizar las debilidades estructurales de la frontera Sur, lo que la soberanía constitucional llama España.
Tercera
Mi tesis es que las hace poco comunidades autónomas de Ceuta y Melilla, que se conquistaron por razones puramente de defensa militar, ahora son la principal causa de la inseguridad de las fronteras meridionales españolas.
Si miramos los datos estructurales, hablan solos. Los habitantes de ambas ciudades experimentan un aumento constante de censados. La pirámide demográfica es totalmente joven como en el conjunto del Magreb. Ello indica que en Melilla, ahora, y en Ceuta dentro de pocos años, la inmensa mayoría de la población es o será magrebí y musulmana. La lengua mayoritaria en Melilla es la amazigh o beréber; y en Ceuta mezclado con el dialecto árabe del Magreb.
La base económica son los trabajadores de la administración, casi la mitad de la población activa. La tasa de desempleo es la más elevada de España. Del conjunto de los trabajadores, nueve sobre diez son de servicios. El PIB per cápita es el más bajo del Estado, pero en cambio mayoritariamente proviene del Estado.
En las últimas y únicas balanzas fiscales publicadas correspondientes a 2005, los catalanes y los ceutís compartíamos ranking. Unos por el comienzo y otros por el final.
En lo que respecta a superávit y déficit fiscal, encabezan las regiones con superávit fiscal: para Melilla el superávit significa el 33,97% de su PIB; para Ceuta el 28,56%. En Extremadura equivale al 78%. Al otro extremo de la lista, el de las comunidades con más déficit, figura como tercera la Comunitat Valenciana, con -6,32% de su PIB; Catalunya, con el -8,70%; y las Baleares con el -14,20%.
Melilla y Ceuta son históricamente parte integrante del Rif de población amazigh, que con la conquista árabe, se arabizó en las grandes ciudades. Pertenecieron a las diversas dinastías que mandaron al norte de África tras la descomposición del Califato unificado.
En 1415, Portugal conquistaba Ceuta para utilizarla como fortín militar y acelerar la operación colonial sobre África, y lo fue legalmente hasta el 1668, cuando recuperó Portugal la independencia, hizo la cesión a Castilla (la “nación más vieja” de Europa no existía todavía). Ceuta fue atacada por los ingleses como Gibraltar en 1702, pero no fue conquistada.
En África del Norte, la conquista de la zona atribuida a Catalunya-Aragón fue iniciada con las de Mers-el-Kébir (Mazalquivir-1505) y de Orán (1509), y siguió (1510) con las de Bujía y Trípoli y las sumisiones de Argel, Ténès y Dellys. Al oeste del Mulu, Castilla se apodera de Melilla (1497), Cazaza y el Peñón de Vélez de la Gomera.
Cazaza es una ciudad fantasma a pocos kilómetros de Melilla, que fue apropiada por una de las dinastías oligárquicas que desolaron todo el Andalus, hasta hoy: la Casa de Medina-Sidonia, que la asaltó y destruyó. Le valió al duque de Medina-Sidonia el título de marqués de Cazaza. Nunca fue reconstruida.
En 1792 el rey Carlos IV vendió Mers-el-Kébir (Mazalquivir) y Orán al sultán de Argel. Destino que podrían haber seguido Ceuta y Melilla tranquilamente. De hecho, en 1808, vista la precariedad que provoca la Guerra del Francés, las autoridades españolas se plantean ceder Ceuta, Melilla y las Islas a cambio de víveres.
Las plazas africanas son consideradas siempre plazas militares, o “presidios”. En 1811, las Cortes declaran que no forman parte del territorio. En 1859 aprovechando un incidente fronterizo y siguiendo la política colonial, el ejército español (con Prim a la cabeza) se apodera del Rif convirtiéndolo en protectorado.
No es hasta la imposición de la dictadura franquista que las plazas dejan de ser presidios para ser consideradas de soberanía española. Por lo tanto, sólo hace 75 años que formalmente y legalmente son consideradas partes de la soberanía.
Con estos antecedentes históricos tan débiles, una economía asistida, una demografía explosiva y tanta presión migratoria, sólo falta la política burda aplicada por España: no reconocimiento de la lengua propia de la mayoría de la población, preeminencia de la religión católica sobre la islámica en la escuela, trato neocolonial…
España ha sido incapaz de hacer una política colonial inteligente como la británica, que ha fomentado la aparición de personalidad propia entre los ciudadanos de los enclaves, dotándolos del derecho de autodeterminación y respetando las elites locales autóctonas. Crucen, pues, todos los datos y verán como España tiene una hernia en el vientre mediterráneo. Y eso no lo salva ni Fernández Díaz.