¿Te deseamos un feliz 2016?

Este comienzo de año se hace sin esperanza. Sin esperanza por quienes sufren por los grandes retos ambientales y sociales globales después de ver los exiguos resultados de la última cumbre del cambio climático y comprobar como Europa no aborda seriamente ni la crisis del Estado del Bienestar, ni el cambio de modelo económico, ni el reto migratorio, ni el reto del terrorismo yihadista.

Sin esperanza por los ciudadanos españoles que han visto como con su voto se ha pluralizado el mapa político, pero esencialmente, más de los dos tercios de los representantes electos lo hacen en opciones que, como mucho, proponen cambios cosméticos en el régimen y el sistema. La gran coalición deseada por Rajoy y Rivera, sólo necesita la defenestración de facto de Pedro Sánchez, para que se produzca, ni que sea de forma pasiva con la abstención del PSOE y C’s.

Sin esperanza a corto plazo por los 2 millones de rebeldes catalanes que han osado desafiar el estatus planteando una innovación cómo es la creación de un nuevo Estado. Ahora mismo estamos paralizados por la adolescencia de la posición revolucionaria de la CUP que querría un programa y una composición de gobierno puros. Y que contrasta con la carencia de manías que muestran en el frente unitario y conservador español. Esta actitud de preferir la Cataluña pura a la libre, da juego a los sectores más conservadores de Convergència que ya querrían poner freno al proceso.

Así pues, mientras nos columpiamos para parecer que nos movemos, las cuestiones de fondo no son abordadas. El paro, la carencia de formación, la malversación de recursos públicos en obras inútiles, el gran endeudamiento, el vaciado de la caja de las pensiones… A pesar del repunte del PIB debido a la capacidad exportadora catalana y a una cierta activación del consumo de quienes no están parados, el Estado continúa sin rectificar políticas suicidas como las de infraestructuras ferroviarias. Mientras Cercanías continúa ‘petando’, el AVE va avanzando en kilómetros instalados.

España, siempre tropezando con la misma piedra. La misma con que topó la abuela del bisabuelo del Rey Felipe en los 60 del siglo XIX, antes de ser destronada. La construcción masiva de ferrocarriles por encima de las necesidades y el gasto militar como grandes agujeros de los presupuestos públicos que acabaron arrastrando el sistema bancario, salvado en último extremo por el mismo Estado, como por ejemplo 150 años después.

Lo siento, pues, pero, a pesar de que les deseo a título personal y familiar que tengan un próspero y feliz año 2016, no puedo ofrecer horizontes esperanzadores en cuanto a las políticas públicas. Otra cosa son los adelantos que desde el mundo de la ciencia, la empresa o la cooperación social se lograrán. Por suerte, no todo depende de la política. Y lo dice uno que ha sido político.