Tarantela Italiana

Pasar unos días en Italia y sumergirte en aquella realidad es fácil. Los medios, todavía más que aquí, son endogámicos y reflejan las manías y preocupaciones, por lo menos, de la opinión publicada.

En primer lugar te encuentras con la crisis de la partitocracia. Páginas y páginas dedicadas a las luchas entre partidos, y en el seno de cada partido siguiendo la mejor tradición de la península. Un exprimer ministro condenado por la justicia e intentando salvar el culo a partir de filibusterismo parlamentario. El chantaje al Gobierno de coalición, para provocar su caída si finalmente se queda sin protección en el Senado. Dudas en el seno de la izquierda sobre si hay que ganar a Berlusconi a través de la justicia o a través de las urnas.

Divisiones en todos los partidos bastante irrecuperables. En la derecha, entre Berlusconi, que va a la guerra para salvarse, y Alfano, que no la quiere porque se queda con la poltrona. En la Lega entre los presidentes de la Lombardia, el Piamonte y el Véneto: Maroni, Cota y Zaia practicando un regionalismo pragmático y el ex-dirigente Umberto Bossi que quiere volver a las barricadas secesionistas.

En el centro, entre Monti, que ha perdido toda la credibilidad de antiguo dirigente europeo y los maniobreros habituales democristianos de Cassini. En la izquierda moderada, entre los clásicos excomunistas y exdemocristianos como Letta y D’Alema y los de la izquierda liberal como el alcalde de Florencia Mario Renzi (“la izquierda que no quiere cambios es derecha”), que es la estrella emergente. D’Alema ironizaba en público sobre este último: “es como la Virna Lisi, no hay que escucharlo porque todo el mundo le mira los labios”. Y los neopopulistas de Grillo y la extrema izquierda de Vendola peleándose entre todos. Y algunos pidiendo la cabeza del jefe de Estado, Napolitano.

Mucho ruido en cada coyuntura para esconder problemas estructurales que cada vez que vuelves a Italia, al cabo de unos años, persisten intactos. En unos pocos días de finales de octubre, vean qué noticias circulaban en diarios y televisiones. El descubrimiento de la llamada agromafia, que controla todo el circuito alimentario, provocando el fraude generalizado con la venta de prosciuto de Parma, que proviene de cerdos sin control del Este europeo, mozarel•la fabricada con leche descontrolada, etc. Hornos clandestinos que fabrican el pan reventando precios con ventas ambulantes, cocido sin condiciones sanitarias homologadas y utilizando por ejemplo madera barnizada procedente de muebles y, por tanto, tóxica.

La Policía desbordada por el ajuste de cuentas –17 muertos– entre la Dragheta calabresa, los tentáculos de la cual están muy situados al norte, y parece ser que en Barcelona. La denuncia de la guardia forestal del robo masivo y planificado de toneladas de leña de bosques vendida en el mercado negro. Nuevos casos de entierro de desechos radiactivos procedentes del norte en campos agrícolas de la Campania a través de redes de la mafia-industria. Declaración del jefe del Estado, Napolitano, ante la justicia sobre evidencias de conexiones entre el aparato del Estado y la mafia. Todo esto es lo que sucede.

Italia tiene la ventaja de basar la ideología unitarista sobre el mito del Rissorgimento y la Resistencia, mientras que en España sólo hay una Constitución concedida por el tardofranquismo y dónde nunca se han depurado responsabilidades de los antiguos regímenes, fueran los feudales o los dictatoriales.

Al acabar la II Guerra Mundial, Italia construyó un Estado con autonomías especiales copiado, como Yugoslavia, de la experiencia autonómica republicana española. Ello ha funcionado bien en el norte, donde Valle de Aosta, Tirol/Trento y Friuli-Venezia -Giulia tienen a su vez el autogobierno blindado por tratados internacionales. En cambio, la autonomía especial ha sido un desastre en Sicilia y en Cerdeña, porque la política de tierra quemada y el subdesarrollo que provocaron la unificación italiana en todo el Reino de Nápoles, Sicilia y Cerdeña –territorios más prósperos que los norteños a mediados del siglo XIX- ha comportado una clase política mediocre y atrapada en las redes de clanes o mafiosas que sustituyen el papel del Estado; un Estado sin legitimidad porque provocó, en la segunda mitad del siglo XIX, persecuciones, genocidios y emigración forzosa de los contrarios a la unificación y a las nuevas hegemonías sociales.

El norte de la península, disfrutó primero de las ventajas de la unificación, pero al final también ha pagado los problemas de aguantar un Estado ineficiente y burocrático que no funciona como estructura redistribuidora e impulsora del bienestar y la riqueza. Por eso se ha producido el despertar en clave derechista del movimiento federalista/secesionista de los territorios del norte, que provocó una reforma federal de la Constitución italiana. Ahora mismo, sin embargo, se está viviendo un proceso de recentralización acelerada compartida por los grandes partidos estatales, pero en Italia liderada, sobre todo, por la izquierda jacobina con implantes democristianos.

Invasiones competenciales, asfixia financiera de las regiones que obliga a liquidar y privatizar muchas de las agencias e instituciones con participación pública; eliminación del margen de autonomía presupuestaria, de forma que no sólo no permite decidir el techo de déficit, sino que marca el techo de gasto, incluso en caso de presupuesto sin déficit. De esto se quejaba el consejero regional del Véneto acusando al Estado de tratarlos como esclavos de una colonia. Mientras tanto, las operaciones de Estado hacen aguas. Alitalia, según Air France, vale cero euros ahora que está buscando cómo reflotar. La emigración de jóvenes (40% de paro) y empresarios vuelve a tener dimensiones del Novecento. El paro crece, (atención, sin embargo, porque están preocupados por haber llegado al 12,5%; o es que hay economía sumergida o fraude estadístico o es que realmente España está mucho peor).

Y para acabar de registrar similitudes, en Venecia se ha creado una polémica sobre el turismo. ¿Hay demasiado? ¿Está demasiado concentrado en determinados puntos? ¿Pueden hacer una apuesta única? ¿Se justifica el proyecto de parque temático inventado por la Universidad de Can Foscari en la isla de San Biaggio?

Similitud entre los problemas y debilidades de los territorios tractores de Italia y España. Y similitudes de como las oligarquías dominantes en Madrid y Roma están enfocando la salida de la crisis con una recentralización, con un aumento de la distancia social y fortaleciendo su dominio de clase y territorial.