Superdomingo electoral
Las próximas elecciones generales no prevén un incremento de la estabilidad ni un camino de rosas para el próximo gobierno de España
Todo parece indicar que en mayo tendremos cuádruple convocatoria electoral en todas las comunidades menos en las que fijan su propio calendario. Si nada cambia, a las municipales, autonómicas y europeas van a sumarse las generales anticipadas. Eficaz, sencillo, desestresante, moderno.
A ver si aprendemos de una vez de los Estados Unidos, donde el calendario electoral es fijo, inamovible, sagrado, y concentrado en pocas fechas.
Pedro Sánchez ha sondeado la posibilidad de un superdomingo electoral
Como en España está sometido a la conveniencia del de arriba, Pedro Sánchez ha soltado por boca ajena el globo sonda del superdomingo, si bien se reserva la decisión final.
Es probable que maree la perdiz y no se dé por vencido hasta dentro de un tiempo. Así evita en lo posible el efecto pato mareado, variante hispánica de la proverbial expresión que en el mundo anglosajón describe a un cargo al que nadie hace caso porque se acerca el final de su mandato sin posibilidad de renovación.
No es el caso de Sánchez, cuyas probabilidades de volver a ser investido tras los comicios no son estupendas aunque sí mucho más elevadas que las de cualquier otro candidato. Si anuncia que disolverá las cámaras con tanta antelación, correrá un serio riesgo de desgaste.
El PSOE no cuenta con apoyo para los presupuestos, pero sí para pequeñas medidas que le den oxígeno
Le conviene más aprobar medidas que agraden a sus votantes y a la clase media, y dar zarpazos a la derecha presentando iniciativas que la pongan en apuros como la inhumación de los restos de Franco a la condena al dictador. Le conviene seguir así por lo menos hasta febrero.
El PSOE no cuenta con apoyo para los presupuestos pero sí para validar la subida del salario mínimo, así como un buen número de iniciativas que le vayan dando oxígeno y le permitan seguir pasando la maroma.
Con mayor incertidumbre pero sin caerse de la cuerda floja. Un pato cojo sigue andando. Para un pato mareado, el de funambulista es el peor oficio del mundo.
Si convocara para antes de mayo, Sánchez abonaría el mensaje de la incapacidad para gobernar, el que más le dolería en términos políticos y electorales. Si espera más, por supuesto que sin presupuestos, se desequilibraría y quedaría a merced del más mínimo empujón o soplo de viento lateral.
Si cede ahora a las presiones de la derecha, quedará como un pelele. Si aguanta más de lo prudente, puede que cambien las dinámicas que le favorecen, que se frene el crecimiento y se precipite la anunciada nueva crisis. Hay riesgo de que le pillen con el país de capa caída y deba asumir las culpas como ya le sucediera a Zapatero.
El PP y su entorno reclaman elecciones para desgastar a Sánchez
Mejor aprovechar la oportunidad pero sin dejarse empujar. El inquilino de La Moncloa y el hoy por hoy todavía máximo aspirante, Pablo Casado, saben que no les conviene precipitar su enfrentamiento ante las urnas.
Si en el PP, su entorno y la derecha reclaman elecciones no es porque las quieran sino porque cuentan con que Sánchez va a hacerles caso omiso y durante un tiempo. Sólo insisten para desgastarle, porque acaba de llegar y aún no se atreven a espetarle un “váyase señor Sánchez”.
Los sondeos pueden variar, pero por ahora dan una ventaja problemática al PSOE. Con Podemos y el PNV no sumaría mayoría absoluta para gobernar pero tal vez sí para ser investido en segunda votación, para lo cual se necesitan más votos a favor que en contra. ¿Podría bastar con la abstención de los independentistas catalanes? Es la pregunta crucial.
Si la respuesta es negativa, podría formarse una mayoría formada por PSOE, Podemos, el PNV, ERC y el PDECat, con lo que tendríamos estabilidad, con los dos bloques a cara de perro y un posible un principio de salida, por lo menos provisional, del conflicto catalán.
Las inminentes elecciones andaluzas van a arrojar alguna luz sobre dos cuestiones cruciales. El nivel de desgaste del PSOE –no es lo mismo ceder un par de diputados autonómicos que perder media docena o más— y la cuantía del mordisco de C’s al PP.
En vez de tomar las aconsejables distancias y ponerse a cubierto de posibles chuzos de punta, Pablo Casado se ha comprometido muy a fondo. Demasiado. Si el PP resiste y pierde poco, saldrá reforzado.
De lo contrario, habrá recibido, nada más estrenarse, un severo o muy severo revolcón. El riesgo es mayúsculo, revelador de un carácter temerario que no conviene a ningún gobernante. A ver si se va a ganar el sobrenombre de ‘Casado el arrojado’.
El futuro electoral de España
Por el momento y hasta que llega la hora de la verdad del escrutinio, nos movemos entre especulaciones. La situación es fluida, si bien todo parece indicar que la suma de la derecha no permitiría un gobierno de coalición PP-C’s.
A día de hoy, estas son las perspectivas más plausibles de futuro. Anticipadas o no, las próximas elecciones generales no prevén un gran incremento de la estabilidad ni un camino de rosas para el próximo gobierno de España.
Sí una temporada larga de descanso, esperemos, para el sufrido votante.