Suez, un nuevo canal y un escenario diferente
Coincidiendo con el centenario de la apertura del Canal de Panamá, el mundo es testigo de tres acontecimientos históricos: se duplica la capacidad de Panamá, se proyecta un nuevo canal Atlántico-Pacífico rival a través de Nicaragua, y Egipto ha lanzado su plan para ampliar el Canal de Suez inaugurado hace 150 años, en 1869.
Tras permanecer bajo control colonial hasta 1956, el Canal de Suez es una arteria vital por donde pasa el 20% del comercio marítimo de contenedores del mundo, es la ruta fluvial más rápida entre Europa y Asia. Es una importante fuente de ingresos que proporciona el equivalente al 10% de los impuestos de Egipto, unos 5.000 millones de dólares al año.
El megaproyecto planificado ahora construirá un centro internacional logístico de 76.000 kilómetros cuadrados en tierra y un corredor de 160 kilómetros de largo alrededor del canal.
Egipto ha decidido enfocar sus esfuerzos en la ampliación y modernización del canal. Las estimaciones sugieren que una vez terminado, los ingresos por esta vía podrían aumentar a 13.500 millones de dólares. Aunque algunos aspectos del proyecto, incluyendo su ubicación, han sido objeto de críticas.
El plan implica 35 kilómetros de excavación seca y 37 kilómetros de expansión y profundización, creando un tramo mucho más largo de autovía donde los barcos pueden pasar más fácilmente. La expansión debería conducir a una mayor eficiencia así como a una reducción en el tiempo de espera máximo para bajar de 11 a 3 horas. El número de barcos que pasan llegará a 97 desde los 72 de la actualidad, facilitando el transporte y el comercio entre Europa y Asia, reduciendo el costo económico de la navegación; y permitiendo el paso de buques petroleros a plena carga y buques de carga seca a granel que transportan las materias primas como hierro y carbón, y también cereales, como el trigo.
El nuevo canal podrá satisfacer la tendencia mundial de aumentar el tamaño de los buques, lo que permite el transporte de grandes cantidades de mercancías. El coste por tonelada transportada se reduce en buques grandes y se favorece el comercio internacional.
El coste del proyecto será de 4.000 millones de dólares, más otros 4.200 millones estimados para la construcción de seis túneles para el transporte de coches y ferrocarril en dirección al Sinaí. Lo que eleva el coste total de los dos proyectos a 8.200 millones de dólares.
El objetivo es consolidar el papel del país como un importante centro de comercio y logística regional e internacional, así como reforzar su fuente de divisas. Los mercados han acogido con satisfacción la noticia, viendo el proyecto como un signo de la mejora de las condiciones económicas de Egipto.
Además, la ejecución impulsará numerosos proyectos relacionados, con ingresos estimados de 100.000 millones. Egipto, además de aumentar sus ingresos al 259% creará un millón de puestos de trabajo, se crearán también nuevas ciudades industriales en las orillas del canal, incluyendo el área de barcos, de contenedores, de fabricación de coches y para industrias tecnológicamente avanzadas, textiles, muebles de madera y las industrias de vidrio, además de proporcionar seguridad alimentaria a través del establecimiento de proyectos de acuicultura.
La clave para Egipto está en crecer y crear empleo, se necesitan diez millones de empleos hasta el 2020. Es el termómetro de la estabilidad. El nuevo liderazgo tendrá que impulsar la inversión en proyectos de infraestructuras que generen empleo y el proyecto del canal es clave para crear empleo. En este empeño, se buscará el apoyo de aliados internacionales, lo que podría facilitarle el favor de una población cansada de tres años de vaivenes.
Con un PIB de 270.000 millones de dólares y una población de 80 millones de habitantes, la economía egipcia se basa en tres grandes pilares: los ingresos del canal, las remesas de los emigrantes y el turismo, combinados con el apoyo internacional.
Desempleo, falta de vivienda, infraestructura inadecuada, mala distribución de la riqueza y amplia brecha social son los males. El desafío será conseguir la transformación radical. En particular, fortalecer el sistema judicial, la protección del derecho de propiedad, la corrupción la burocracia, el papel del sector privado y simplificar los procedimientos para la inversión.
Las autoridades recurrirán al sector privado para implementar muchos de sus ambiciosos proyectos que pretenden ser el nuevo símbolo el país, a parte del proyecto del canal, se impulsará la construcción de un millón de viviendas con un presupuesto de 40.00 millones de dólares y 104.000 millones dólares para el AVE Alejandría–Luxor. También metro, puertos, plantas eólicas, solares, aguas residuales, eléctricas o refinerías, entre otros proyectos. Si se consolida la estabilidad, el país será escenario de nuevas oportunidades para empresas internacionales.
El canal es una pieza clave, pero la nueva era económica dependerá de la transparencia, la buena dirección para construir un nuevo y emergente Egipto para toda su gente.