Subidas de precios

Este año en los Estados Unidos se ha registrado unas temperaturas que superan cualquier otro año desde que la National Oceanic and Atmospheric Adminstration empezó a registrarlas en el 1895. Las consecuencias de este calor y sequía para la agricultura han sido desastrosas. Comportan un incremento de precios que presionan más al Congreso Americano y las medidas legislativas para ayudar a los agricultores y evitar que el impacto a la inflación de la sequía aumentan las dificultades económicas del país.

De todos modos, el gasto de alimentos en las familias americanas no supera el 13%. En España, según la Encuesta de Presupuestos Familiares del INE, este gasto representa casi el 15 % y la evolución de los precios se ha ido conteniendo durante este año.

Si en abril de 2011 el nivel máximo del IPC llegó al 3,8%, hemos ido bajando hasta el 1,9% en marzo de este año, que hemos mantenido en mayo y en junio. Aún así, en julio ya pasó al 2,2% y en agosto al 2,7%, todavía distante del 3% que se registró el mismo mes del año pasado y ayudado por el aumento del turismo.

La inflación es una trampa para los que tienen menos poder adquisitivo, que notan más la subida de precios que el resto de la población. Ahora se le añade el temor del efecto de la subida del IVA del 1 de septiembre, con el que surgen opiniones de todo tipo.

En este contexto no es difícil utilizar ejemplos aislados para ilustrar la disconformidad y protesta del efecto real y psicológico de la subida de precios en los productos que se compran y consumen. Las empresas también buscan la manera en la que el impacto psicológico no frene todavía mas la reducción del consumo que no repunta de ninguna forma.

Con la larga duración de la crisis actual, los consumidores han aprendido a discriminar y ser mucho más selectivos. De todos modos no nos debe confundir. El cambio de cultura y actitud no quiere decir que hayamos de estar de acuerdo con el comprador que sigue desesperadamente la busca de oportunidades y que no abandona el comportamiento consumista.

Lo que está pasando cada vez más es la toma de conciencia de la necesidad de cambio personal donde, más que buscar oportunidades, se hace una discriminación voluntaria de productos en la cesta de la compra, con criterios de racionalidad y eficiencia doméstica.

Se observa que esta nueva conciencia ante la crisis (y ahora ante el aumento de la subida de precios o del IVA), va desarrollándose tanto en personas que sufren el impacto directo de la reducción de ingresos familiares, como las que van asumiendo posiciones donde el consumismo no da más libertad, sino que favorece las diferencias y el derroche de recursos en una actitud irracional, semejante a la que forma parte de la cultura del dinero a corto plazo y que se vincula a las situaciones de especulación y boom sin el apoyo de la riqueza realmente existente.

Estamos viendo como empresas grandes aplican políticas de diseño de producto con criterios adaptados a la crisis y por lo tanto con más rendimiento en el producto, por ejemplo Unilever esta semana hablaba de las políticas que empieza a aplicar en países del sur de Europa adaptándose a la «pobreza» derivada de la larga crisis que tenemos. También vemos como en el comercio y en las empresas de distribución se discute sobre la capacidad de absorber la subida del IVA sin trasladarla al consumidor.

Aquí también hay que ver la letra pequeña porque los productos básicos que están en el supermercado como el pan, los huevos, la fruta o la leche tienen el IVA super reducido y por lo tanto no tendrá efecto. Otros, como la mayoría de los alimentos envasados, el agua y algunos productos del ámbito sanitario tendrán sólo un aumento del 2% porque se mantienen en el IVA reducido. En cambio, los productos de perfumería, floristería y servicios como el gimnasio sufrirán el aumento más grande (un 13%).

La eficiencia vuelve a ser una oportunidad para las empresas en este momento. Mercadona ha reducido los costes en más de 700 millones de euros durante 2011 por la mejora de procesos y esto ha permitido tener una evolución de los precios por debajo del 1% de la inflación y que el 90% de sus productos hayan mantenido o bajado precios.

Mercadona ha movilizado al sector con su compromiso de mejorar todavía mas la eficiencia y no trasladar el aumento del IVA a los consumidores. Esta actitud por la eficiencia, más el poco impacto en la cesta de la compra de este aumento y de la baja participación de los alimentos al consumo total, son las noticias que amortiguan la subida de precios.