SOS: arde Galicia (I)
Galicia carece de organización territorial, de política para el medio rural, de política forestal y de política demográfica por la inoperancia de la Xunta
«Hay quienes pasan por el bosque y solo ven leña para el fuego». (Tolstói, reproduciendo un proverbio ruso)
Después de mucho indagar, reflexionar y discutir sobre los incendios y sus causas, la realidad forestal en Galicia de los últimos 40 años es la del genocidio ecológico de nuestro ecosistema, periódicamente acontecido en los años 1981, 1985, 1989, 2006 y 2017. Lo dice claramente el pensamiento agustiniano: “Errar es humano, perseverar en los errores es diabólico.”
El paisaje de nuestro territorio está esculpido en la fascinación literaria de la poesía de Rosalía Castro por su ruralismo ancestral, del relato alucinante de la madre naturaleza de Pardo Bazán, de las definiciones de Flor de Santidad de Valle-Inclán, de las descripciones del Bosque Animado de Fernández Flórez, de los mil ríos de Álvaro Cunqueiro, de la geografía generosa de Otero Pedrayo; sin olvidarnos de Eduardo Pondal (del pinus pinaster como especie foránea y no autóctona, por cierto).
El paisaje gallego ha sido motivo de inspiración para los grandes nombres de la literatura gallega
Esta realidad de nuestras masas arbóreas, bosques, fragas, sotos, carballeiras, castiñeiros y bouzas simplemente son un imaginario literario vivido por nuestros antepasados, que se enfrentan al día de hoy a la depredación y devastación cotidiana, al desinterés de los poderes públicos, el ecocidio asentado sobre un emporio forestal que afirma que da trabajo a 80.000 personas. Ya lo decía Aristóteles: mercaderes e industriales no deben ser admitidos en la ciudadanía, porque su género de vida es abyecto y contrario a la virtud.
Que en nuestra tierra las masas arbóreas estén formadas por especies especialmente pirofitas como el pino o el eucalipto demuestra una realidad objetiva que produce, en caso de incendio, un fuego rápido, explosivo y arrasador. Su presencia solamente se explica por el interés económico que encierra la repoblación de nuestro ecosistema con las referidas especies.
Carecemos de organización territorial, de proyecto económico, de política para el medio rural, de política forestal, de política demográfica. Y, todo, por la actitud de una inoperante entidad burocrática y de intereses concretos llamada Xunta de Galicia. Eso sí, con publicidad extrema en multitud de medios de comunicación de los problemas arriba reseñados, ya que tenemos suficientes recursos económicos para ello.
El interés económico está detrás de la presencia del pino y el eucalipto en los montes gallegos
Tenemos un problema grave con el medio ambiente, de cambio climático, de contaminación de nuestra rías y ríos, de nuestros recursos hídricos, de las aguas de nuestro litoral, carecemos de reservas marinas y de un ataque salvaje a nuestra flora, fauna, a nuestro hábitat, a nuestra biodiversidad. Todo ello deriva en una despoblación del rural por no dar valor al trabajo de nuestros ganaderos, agricultores, productores, elaboradores e innovadores. Y como fin de fiesta, una gran consellería que presume del gran número de turistas que van a nuestros parques naturales; algo que se ve por nuestros dirigentes como una atractivo más para competir con Port-Ventura o Terra Mítica.
Terminamos ya. “El mundo se está desmoronando, la civilización ha reducido las plantas a alimento, medicina y madera.” Lo dice Hope Jahrengeo, bióloga estadodunidense de su libro “La memoria secreta de las hojas”
Manuel Meiriño, abogado, y Francisco Lueiro, médico, son miembros de la Asociación Ecologista y Pacifista Arco Iris