Soraya, puestos a boicotear a Ciudadanos, boicotea bien
Soraya Sáenz de Santamaría anda sedienta de sangre mediática, sabedora de que su jefe, Mariano, mete la pata hasta la ceja –ha caído de cabeza en un lodazal– con la gestión del fenómeno Podemos y Ciudadanos. Pero ella también. Pedro Arriola, sociólogo y esposo de Celia Candy Crush Villalobos, aconsejó que se diera cancha a Albert Rivera para que contrarrestara a los «frikis» de Podemos. Ahora, han dado de bruces con el error.
Semejante bofetón ha provocado un trauma que ha liberado los instintos más primitivos de la derecha española, aquellos que tanto utilizó Franco y que tienen que ver con la libertad de prensa. El dictador ni fue el primero ni el último y estamos ante los mismos dejes del poder que hicieron que, por ejemplo, La Vanguardia fuera republicana, falangista, española y más tarde separatista catalana… todo un ejercicio histórico de coherencia intelectual.
El vaivén del rotativo de Godó se explica por la supervivencia. Las prácticas de la verduga de Moncloa ni son nuevas ni refinadas. Fíjense que mandar gente a la hoguera (ahora al paro) por pensar diferente es algo muy español y el conde, Grande de España, siempre se ha arrimado a la figura (de Franco a Artur Mas) que mejor ha protegido sus intereses empresariales.
Los informadores que han mantenido posiciones incómodas andan decapitados recogiendo los llantos que se vuelcan en Twitter. El último ejemplo es el de Jesús Cintora, pro-podemista él. Pero toca afilar cuchillos en cocinas amigas. ABC y La Razón tendrán que callarse y no informar sobre Ciudadanos, es lo último que hemos sabido. Habrá más: Soraya está desatada, aunque se equivoca.
La esquizofrenia del rotativo catalán y el servilismo histórico de la familia Luca de Tena evidencian que en España nunca ha habido prensa libre. De modo que es sumamente injusto cargar tintas contra la vicepresidenta. Jamás los periodistas han podido ejercer con contundencia el papel de desinfectante democrático que desempeñan en otros países. Sólo con Zapatero los cronistas pudieron, más o menos, desarrollarse sin amenazas. Este déficit parece, por tanto, estructural.
Fíjense si Soraya sólo copia modelos antiguos, que se ha preocupado únicamente de pisar el cuello de la prensa fiel de papel. Aún no ha entendido el rol fundamental que juegan las redes sociales y la comunicación digital, ciencia que Ciudadanos y Podemos dominan a la perfección. Y esa es la razón esencial de su error. Puestos a boicotear, boicotea bien. ¡Qué menos! El silencio de Bieito Rubido y Francisco Maruenda ni atenuarán el resultado de Ciudadanos ni salvarán al PP.
Mientras Soraya aprende a conspirar, en Washington, los gatitos han llegado a la Casa Blanca. Resulta que el portavoz de Barack Obama ha decidido asignar una posición fija en la sala de prensa a Yahoo! y Buzzfeed. Su nombre lo dice todo (hilo de rumores) y ha crecido con una estrategia social que incluye una prominente colección de fotografías de mascotas graciosas. Que ambos ocupen una de las 49 sillas más cotizadas del mundo por los periodistas, y que se prime a Politico, es en realidad una prueba del error de Moncloa.
La influencia ya no se ejerce desde el papel. Los ciudadanos, o sea, los lectores, participan de los medios: comparten e informan a su vez. El ala oeste tiene en el frontispicio este nuevo comportamiento gregario y lo arropa. A Obama ni se le ocurriría mandar a un informador sobre qué debe escribir, pero el gráfico que compartimos al pie de este artículo deja claro por dónde empezaría si decidiera hacerlo.