Son cosas de políticos
Después de tanto sufrir, de ver a nuestro presidente Artur Mas vilipendiado a uno y otro lado del Ebro por su innata capacidad para el tacticismo político de largo recorrido, tras comprobar de forma fehaciente que nadie nos quiere fuera de nuestro pequeño país, los catalanes ya tenemos pregunta (dos, porque siempre hemos sido diferentes y ahorradores) y una fecha para la consulta.
Agradecidos podemos estar porque al final en las celebraciones navideñas podamos por fin quitarnos la ansiedad que nos producía esa ausencia desde hace más de un año. Por fin disponemos de ese instrumento que nos ayudará a ser felices y plenos, y hasta puede que ricos, en un futuro nada lejano. A los Reyes Magos, incluso, los niños podrán pedirles la independencia de Catalunya.
Con lo que ha trabajado este gobierno de la Generalitat y sus aliados nacionalistas, sin dejar nada importante de lado, claro, hubiera sido una lástima quedarnos sin la pregunta que todos los catalanes esperábamos. Somos los reyes del pacto, como demuestra esa historia colectiva, que por fin explicamos convenientemente en un simposio de altura y por el que se nos critica por ponerle un título acertadísimo.
Las preguntas y la consulta serán muy útiles. Ya lo verán. Ahora podremos opinar, decidir y ser legítimos democráticamente, que a los catalanes nos preocupa y no poco. A todos, insisto, a los trabajadores de Panrico, a los parados catalanes, a los padres con dificultades para mantener a sus hijos, a los Mossos d’Esquadra, a los funcionarios a los que se les ha recortado salario y expectativa laboral, a los enfermos en listas de espera. Estábamos todos pendientes: los afectados por las preferentes, los autónomos sin ocupación, los trabajadores de Ficosa, los que provocaron el agujero patrimonial en La Seda, los políticos catalanes imputados por corrupción en la sanidad, las ITV…
¿Y si no fuera así? ¿Y si la consulta no se celebra y las preguntas no valen para nada? Madrid o España volverán a tener la culpa de todo. Nuestros políticos nacionales han hecho, una vez más, un excelente trabajo. Lo explicaremos en otro simposio histórico de los nuestros, en nuestra televisión pública plural, solidaria y moderna y nos quedaremos tan anchos. Y no sirve que el presidente de la patronal catalana Foment del Treball, Joaquín Gay de Montellà, diga en Madrid que todo esto “son cosas de políticos”. Para nada, en los semáforos, a la espera de que se pongan verde para cruzar, todos, niños, jóvenes, adultos, mayores, todos sin excepción, hablan de la pregunta y de la consulta. Estamos todos eufóricos en Catalunya, muy contentos con esta nueva realidad irreal, ¿o no?