Somos una nación industrial

Hace pocos días se ha presentado un documento con 138 propuestas para un nuevo impulso de la industria por parte de los sindicatos CCOO y UGT, las patronales Foment del Treball y PIMEC, las universidades de Barcelona, Autónoma de Barcelona y Politècnica de Catalunya, el Colegio de Economistas de Catalunya, el Colegio de Ingenieros Industriales de Cataluya y el Consejo de Colegios de Ingenieros Técnicos Industriales de Catalunya.

Con otros antecedentes, entre los que recuerdo el Pacte Nacional Per la Recerca i la Innovació (2008) y el Pla Estratègic de la Indústria (2010), los agentes sociales de Catalunya, las universidades y algunos colegios profesionales se han mostrado sensibles y activos en la necesidad de encontrar puntos de acuerdo para garantizar el progreso del país. La percepción de que teníamos que cambiar de modelo económico y superar algunas barreras estructurales, era y es compartida por patronales y sindicatos. Catalunya (y cualquier país que quiera ser avanzado) será industrial o no será.

La moda de algunos economistas en la década de los 90 de sentenciar la industria y celebrar la llegada de la economía de servicios, llegó a influir en las políticas de algunos gobiernos nacionales y locales que abandonaron las acciones industriales. Observando el comportamiento de los países nórdicos, siempre los primeros en todo, y las dificultades de los países mediterráneos en la actual crisis, se ve cómo sólo una industria exportadora y altamente tecnológica e innovadora mantiene el nivel de progreso de los países. Y se observa también que, a pesar de que el PIB directamente industrial está en algunos de los lugares de referencia entre el 20 y el 25%, si se suma el porcentaje de servicios destinados a la industria, se llega a superar el 50% del PIB y el 60% de ocupación.

Centrándonos en el documento catalán, éste señala que las exportaciones de la industria manufacturera representan el 80% del grueso del comercio exterior de Catalunya. La industria, con los servicios que tiene asociados, es la rama productiva donde se obtienen mayores incrementos de productividad. Es en los sectores industriales donde se puede generar más estabilidad y mejores condiciones laborales. Fruto de procesos de clusterización y otros tipos de colaboración interempresarial, se puede aprovechar un modelo de éxito como eje tractor de la economía del país. En los campos de I D hay que prestar especial atención a los procesos de transferencia del conocimiento. En el campo de las infraestructuras se tienen que priorizar aquellas que son necesarias para el cambio de modelo productivo. Hay que mejorar la eficiencia y el ahorro energético, tanto por razones de sostenibilidad medioambiental como de competitividad de la industria.

De las 138 propuestas del documento, quizás hay muchas previsibles y que lamentablemente, al depender de operadores no implicados en el acuerdo, quedarán en el cajón. Así creo que sucederá con todos los apartados dedicados a financiación. Somos muchos los que hemos perdido la fe en los bancos como motor económico. Por eso, de este apartado, me quedo con la propuesta 11: hay que potenciar la atracción de capital riesgo y otros tipos de financiación privada internacional. La propuesta 13: hay que potenciar con una unidad especializada de apoyo la captura de proyectos financiados por fondos públicos europeos. La propuesta 16: favorecer las aportaciones de accionistas e inversores. Por eso, hay que mejorar la fiscalidad del private equity (ángel inversor, capital semilla, capital riesgo…) .

En cuanto a la tecnología y formación, me quedo con la propuesta 24: impulsar la compra pública de tecnología. La 25: potenciar la participación de las empresas, especialmente las pymes, en los procesos formativos del alumnado universitario. La 29: iniciar la formación profesional y el bachillerato a los 15 años. La 30: impulsar la formación profesional en alternancia y dual en el sector industrial. La 31: establecer planes de formación cíclicos en empresas para el profesorado de formación profesional. La 32: crear la Red de Centros Integrados de Formación Profesional del Sector Industrial de Catalunya. La 37: incorporar, en todas las etapas del sistema educativo, actividades orientadas a potenciar el espíritu emprendedor de los participantes, que minimice el fracaso escolar y potencie la iniciativa y la responsabilidad de los alumnos. Y la 38: potenciar los proyectos de final de carrera universitaria y de formación profesional, orientados a la innovación y a la creación de empresas.

En el campo de la energía, la 41: promoción de la competencia efectiva en los mercados energéticos. La 43: fomento de la convergencia de todos los tipos de generación, incluidas las energías renovables, para aumentar la competencia. O la 55: permitir el autoconsumo sin limitaciones, debido a los beneficios que representa para la red. Hay 30 medidas energéticas más que dudo que se pongan en marcha por el poder de control y la promiscuidad de los grandes lobbies energéticos y las cúpulas de los grandes partidos y la administración. Sólo en caso de una ruptura estatal, se podría negociar desde cero en el nuevo Sido un nuevo mapa y nuevas reglas energéticas.

En cuanto a las infraestructuras, volvemos al mismo problema: una larga lista de propuestas. La mayoría de ellas dependen de la voluntad política de un Estado, el español, que no la tiene. Por lo tanto, papel mojado si no se logra el poder del Estado propio. Sólo remarcaría las propuestas para el despliegue de las redes de fibra óptica y de cable de la propuesta 95. La promoción de ciclos cerrados industriales donde no haya residuos. Y las propuestas de la 102 a la 105 encaminadas a una gestión supramunicipal del suelo industrial para garantizar su calidad y minimizar el impacto urbanístico. La diagnosis de la búsqueda, el desarrollo, la innovación y el conocimiento transferible en Catalunya es la repetición (109 a 118) de las propuestas que ya se habían hecho al PNRI. Sólo falta que se cumplan. Y la liquidación de los presupuestos de investigación e innovación por parte de España, y de los de innovación por parte de Catalunya, no auguran nada bueno.

Se reivindica la política de cooperación, clusters e internacionalización que ha sido abandonada durante un par de años. El cluster es un instrumento altamente efectivo para reforzar la competitividad de las empresas, puesto que permite desarrollar habilidades clave, tecnologías y relaciones en red entre fabricantes, clientes y proveedores. Por eso, en la propuesta 119 se reclama lograr un marco estable de la política pública de clusters en Catalunya en el contexto europeo (RIS 3).

Catalunya fue líder en la política de clusters. Hay que asegurar una continuidad de las políticas públicas en la misma dirección. En este sentido, Europa nos pide una especialización inteligente (RIS3) en el marco del Horizonte 2020. Habría que aprovechar este marco para encajar una estrategia focalizada en los activos existentes y los mercados en crecimiento. Y en la 120: La governación de clusters es heterogénea, dependiendo de sus orígenes y financiación. Es necesaria una formulación que asegure el alineamiento de los varios agentes (asociaciones empresariales, sindicados, centros tecnológicos, administración pública…), así como la financiación de las estructuras que permitan el desarrollo de proyectos tractores a corto, a medio y a largo plazo. Y la 121: No hay sectores buenos o malos, hay estrategias ganadoras o perdedoras. En este sentido, hace falta monitorar las iniciativas emergentes que tengan alto potencial de impacto o reformular la posición y el valor agregado de sectores tradicionales.

En cuanto a oportunidades como la moto eléctrica, las energías verdes o la industria de las smart cities, hace falta, explícitamente, acompañarlas para articular de manera efectiva los actores existentes. Otra propuesta clave, la 122: clusters bottom-up. No se tienen que priorizar sectores, sino las condiciones que hacen surgir los clusters: condiciones de los factores, de la demanda, sectores afines y de apoyo, y rivalidad empresarial. La 124: Hay que promover la dimensión adecuada de los centros tecnológicos para poder ser excelentes. Estos tienen que tener una gobernabilidad estable, tienen que estar integrados a los clusters y tienen que disponer de una clara vocación empresarial. La 125: Hay que desarrollar instrumentos que promuevan la cooperación universidad-empresa mediante proyectos consorciados (tipos CENIT). Propuesta 127: promover la innovación abierta. Y obviamente todas las propuestas destinadas a la internacionalización para evitar definitivamente depender del mercado español residual; y las propuestas destinadas a alinear todavía más Catalunya con Europa y el Horizonte Europa 2020.

Con riesgo de haber sido demasiado pelmazo, he querido remarcar aquellos objetivos del Pacte Més Indústria que son más estratégicos y dependen menos de la administración o de los bancos. En conclusión, sindicados, patronales, colegios y universidades han hecho una buena recopilación de medidas, sean más o menos factibles. Y muestran su capacidad de concertación que se da en un marco como Catalunya. Por eso, siguiendo nuestra secular tradición, podemos decir que somos una nación industrial. Nación, cada vez más incompatible con otra, como España, donde los partidos del poder son instrumento de funcionarios y de oligopolios. Y dónde sólo en esta última semana hemos visto estallar el caso Bárcenas; el FMI nos avisa que el 2014 el crecimiento del PIB será cero; y la liquidación del modelo de financiación confirma que las naciones tractores y pagadoras como Catalunya, Valencia y las Islas pierden posiciones de la tercera a la décima, de la novena a la número 13, y de la segunda a la novena respectivamente. No nos engañemos: el primer obstáculo para continuar siendo una nación industrial se llama Estado español.