Soltando lastre

El cambio de imagen más abierta de Pedro Sánchez termina en la frontera con el Partido Popular

Con el nuevo curso político recién estrenado, Pedro Sánchez ha retomado su enésimo cambio de piel, con la pretensión de liberarse de la mala imagen que siguen detectando las encuestas después de un duro verano de encarecimiento de la energía.

Además de su apariciones públicas para mayor gloria de su medallero, está aplicando su giro en dos dimensiones: queriendo soltar lastre con sus socios de ERC, una vez consumado el intercambio de apoyo presupuestario a cambio de los indultos a los condenados del ‘procés’, y desprendiéndose de los escuderos más fieles de su guardia pretoriana.

La purga que empezó con el propio Iván Redondo, José Luis Ábalos, Carmen Calvo, Arancha González Laya y Juan Carlos Campo sigue su ruta. Es el turno de su mano derecha durante los últimos siete años y portavoz en el Congreso de los Diputados. Sánchez suelta ‘lastra’. Y Adriana se entera antes por los medios de que va a ser sustituida por Héctor Gómez.

Las piezas van cayendo sin que se oiga ni un lamento. La sacudida es tan extensa que ha llegado a afectar a la alineación madrileña, hasta dar con la dimisión del ex seleccionador de baloncesto, Pepu Hernández como concejal en el Ayuntamiento de Madrid.

Sánchez se está rodeando de un equipo menos bronco en las formas. Pero traza su límite en el territorio del PP. Su flamante ministro de la presidencia, Félix Bolaños, se acaba de cargar de un plumazo las perspectivas de desbloqueo de la negociación para renovar el Consejo general del Poder Judicial al haber dicho que la propuesta del PP de que sean los jueces quienes elijan a sus representantes “no tiene cabida en una democracia plena”.

¿Reacción del PP? Exigir su dimisión. La clave de esta negativa de Sánchez a la despolitización partidaria de la Justicia ,tal como recomienda Europa, está en la composición de las asociaciones de jueces. Las de magistrados conservadores tienen más afiliados. Una circunstancia que obstaculizaría su plan de copar el Poder Judicial.

Ya intentó hacer una reforma exprés para rebajar el tope de las mayorías necesarias a la hora de elegir al Consejo General del Poder Judicial por el Parlamento para no necesitar el concurso del PP. Pero le salió mal la jugada. Puso en alerta al mundo de la judicatura que pidió amparo a Europa. Y Europa le sacó tarjeta amarilla. “Al menos la mitad de los vocales debería ser elegida por los propios magistrados”. Fue la respuesta de la comisaria de Justicia, Vera Yourová, a la eurodiputada de Ciudadanos, Maite Pagazaurtundúa.

Y es que el cambio de imagen y táctica no pasa por un acercamiento al principal partido de la oposición, precisamente. No tiene la menor intención de suscribir pactos de Estado con el PP.

Sánchez se permite repartir una riqueza que todavía no se ha generado

No está la situación para tirar cohetes. Por eso se sube al escenario para presumir de vacunación. Y se fotografía en Guadalajara con la primera anciana vacunada. Se ha creado empleo en agosto pero ya veremos la extinción de contratos cuando finalice el verano. Necesita vender optimismo, sin escuchar ni una sola voz crítica.

En su puesta de largo del inicio del curso político y rodeado de representantes de importantes empresas de Ibex, tan pendientes todos del reparto de los Fondos europeos, volvió a exhibir su medallero olímpico. Estamos tan salidos del podio que este Gobierno se puede permitir una subida inmediata del Salario Mínimo Interprofesional. Es el regalito de Sánchez para compensar el ‘tarifazo’. Una precipitación, según los empresarios y los sufridos autónomos. Pero Sánchez se permite repartir una riqueza que todavía no se ha generado. Los empresarios de la CEOE, ausentes del acto narcisista, le advierten que no es el momento para subir el SMI. Todavía no se ha consolidado la recuperación. Que haría mejor en centrarse en la inflación. Pero no escucha.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (i), y el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi. EFE

Le interesa ahora enfriar el polvorín catalán. Ya tuvo bastante rechazo con los indultos concedidos como para meterse en la reforma del delito de sedición. Stop, de momento. Y ya veremos si estará él en la mesa de diálogo con los representantes de la Generalitat. En el acto de la Casa América no hizo ni una alusión al socorrido comodín del diálogo. Habrá que sopesar la reacción de los afectados cuando celebren la Diada, el 11 de setiembre. Aragonés depende de un radicalizado Junts per Cat y de la CUP.

Sánchez podría haber hablado de todos estos problemas en el Congreso. Pero ha rechazado dar explicaciones sobre sus cambios en el Gobierno, la inconstitucionalidad del primer estado de alarma, la crisis en Ceuta y la de Afganistán. ¿Aló presidente? No contesta. Solo comparece ante los focos.

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