Sólo una vía de futuro: la centralidas
Desde el 2008 hay toda una generación de jóvenes inmersos en un ciclo infernal de hasta tres crisis sucesivas: la Great Financial Crisis del 2008, la de la pandemia del 2020 y ahora la de la guerra de Ucrania
España se enfrenta a uno de esos periódicos históricos donde las decisiones que se tomen hoy marcarán el futuro de una generación. Un momento parecido al de finales de los años cincuenta del siglo XX con el Plan de Estabilización o al de los setenta con los Pactos de la Moncloa.
Momentos importantes como la entrada de España en la Unión Europea o en el club del euro, lo que parecía impensable unos años antes. Desde entonces nuestro país ha sufrido varias crisis, especialmente desde el 2008, la llamada “Great Financial Crisis”. Salimos de ella hace pocos años, sin por ello resarcir en su totalidad todo el daño causado por la misma, para adentrarnos en la pandemia, la mayor crisis sanitaria, social y económica en los últimos 80 años.
Saliendo poco a poco de la misma nos adentramos, sin casi tiempo para habernos podido recuperar, en la crisis actual provocada por la invasión ilegal rusa sobre Ucrania. Una guerra a gran escala en Europa, algo que pensábamos que no veríamos nunca. Todo lo ocurrido desde el 2008 tiene diversas lecturas y consecuencias. La primera que quiero resaltar es el daño ocasionado a una generación de jóvenes que llevan 15 años sumergidos en el interior de un ciclo de tres crisis sucesivas.
La insolidaridad intergeneracional de este país con sus jóvenes es difícil de asumir. El sufrimiento no se ha repartido igual. Hay sectores sociales que no han visto mermada su capacidad económica… pero los jóvenes han aguantado el peso de todos los ajustes
Javier Faus
Son, sin duda, los más perjudicados y sobre los que en estos momentos debemos poner toda nuestra atención. Por convicción, pero también por estrategia de país, porque son los que deben mantener el estado del bienestar los próximos 40 años. La insolidaridad intergeneracional de este país con sus jóvenes es difícil de asumir.
El sufrimiento no se ha repartido igual. Hay sectores de la sociedad que no han visto mermadas sus capacidades económicas, vitales, de crecimiento personal, durante estos 15 años, crisis tras crisis. Y nos alegramos de ello. Pero, mientras tanto, hay otros, especialmente los jóvenes, los empleados del sector privado sin contratos fijos, los autónomos y las pymes, que han aguantado el peso de todos los ajustes.
Esta disparidad en la solidaridad ante los problemas debe ser resuelta de inmediato si queremos un país más próspero, justo y cohesionado en el futuro. Sólo los jóvenes podrán pagar las pensiones futuras y mantener el estado del bienestar. Para ello necesitamos que estén mejor formados, tanto académicamente como profesionalmente, con contratos más estables. Necesitamos creernos de verdad el cambio de modelo productivo, dedicando esfuerzos presupuestarios al largo plazo.
Ningún gobierno en este país se ha creído de verdad el largo plazo, el invertir para recoger en dos o tres legislaturas, el invertir sin esperar ningún rédito electoral inmediato. De verdad que nos congratulamos del proyecto España 2015. Estos ejercicios de prospectiva son comunes en Europa, pero deberíamos llegar a acuerdos de país que posibiliten poner en marcha alguna de las iniciativas allá marcadas. La ciencia, la investigación, por ejemplo, no entienden de legislaturas, requieren paciencia y constancia.
España vive un momento extremadamente complejo. Salimos de una pandemia y estamos en guerra en Europa. La inflación es la más alta de la historia. El precio de la energía está poniendo en riesgo cientos de miles de puestos de trabajo. Se han roto las cadenas de suministro que hemos dado por seguras durante estas últimas décadas de globalización.
Y todo ello dentro de un margen fiscal escaso al haber pasado estos 15 años de una deuda sobre el PIB del 35% a otra del 120%. Con una productividad menor a la de nuestros socios europeos; sin haber dedicado, como hemos mencionado, esfuerzos y presupuesto para cambiar el modelo productivo que nos hubiera puestos las bases de esa mayor productividad.
España debe rebajar la tensión política y ponerse a trabajar en grandes consensos de país
Javier Faus
Para salir de este bucle, España debe rebajar la tensión política y ponerse a trabajar en grandes consensos de país. Nos va en ello el futuro. Europa vive también un momento delicado desde una perspectiva geopolítica. La guerra puede dejarla aislada de los dos grandes bloques mundiales, EEUU y China. Pero toda crisis tiene su oportunidad, y éste debería ser el momento de Europa, el de reivindicarse como el primer mercado comercial del mundo.
Europa, sin caer jamás en tentaciones autárquicas, debe mejorar su autosuficiencia en defensa, energía e industria estratégica (tecnológica, etc). Más Europa, no menos, es la única solución. No podremos competir ante las super potencias individualmente. Desde la pandemia Europa ha dado grandes saltos adelante. Forzada por la situación, pero los ha dado. Los fondos Next Generation y la respuesta unitaria ante la guerra han sido magníficos ejemplos de lo que una Europa unida puede conseguir.
Esperemos en definitiva que España logre consensos dentro de la centralidad, alejándose de los extremos, y que Europa siga por la senda de la unidad.