El día 3 de octubre, Bankia será un nuevo valor del Ibex 35. Tras una salida a bolsa plagada de minas y trampas, el banco que preside Rodrigo Rato entra en el grupo de los valores más selectos de la bolsa española. Una buena noticia para el ex director gerente del FMI y su equipo y para la cotización del banco, que en teoría debe beneficiarse de la necesidad de los gestores de comprar bankias para replicar en sus carteras la estructura del selectivo español.
La llegada de Bankia al Ibex estaba cantada. A pesar de salir a bolsa con un descuento brutal que sin embargo no ha supuesto aún ganancia alguna para los inversores que compraron en la oferta de acciones, los 6.500 millones que el grupo vale en el parquet lo convierten en el decimocuarto del índice por capitalización bursátil, entre una aseguradora hermana como Mapfre y una constructora de pro como la Ferrovial de Rafael Del Pino.
Hasta ahí bien. Si la llegada del tercer banco español por volumen de activos al Ibex no es discutible, sí empieza a serlo, y mucho, la propia estructura del selectivo. Vayan por delante tres grandes ideas: el 20% de sus integrantes son bancos, el peso de éstos teniendo en cuenta su ponderación –es decir, el impacto en el índice de sus subidas o bajadas- es del 30% y ya hay nueve valores en el selectivo que no superan los 2.000 millones de valor en bolsa.
La conclusión es que invertir en el Ibex es apostar sin ambages por una recuperación del muy maltrecho sector financiero y jugársela en un grupo de valores con la liquidez bajo mínimos. Véase el caso de Sacyr Vallehermoso. El grupo que preside Luis del Rivero y que se está jugando su futuro en la batalla por descabalgar a Antonio Brufau de la presidencia de Repsol, supera sólo muy de vez en cuando los dos millones de acciones negociadas. Son las consecuencias de tener un free float de mínimos, que implica fuertes fluctuaciones y volatilidad. Es decir, mucho riesgo. Hay más casos como el de la constructora.
Más allá de si sigue teniendo sentido un Ibex de 35 valores tal y como se cuestionan muchos analistas, lo cierto es que el índice está descompensado. Demasiada banca, poca clase media y mucho burgués venido a menos le confieren un atractivo limitado y escasísima diversificación. El índice ha perdido en cuestión de semanas su único holding de participaciones, Criteria, para dar paso a Caixabank. De momento, la contribución del grupo que preside Isidro Fainé al Ibex es un desplome en toda regla desde su pomposo estreno oficial en bolsa el uno de julio.
Y ahora llega Bankia en sustitución de Iberdrola Renovables. Ignacio Sánchez Galán tiró la toalla bursátil a la vista de que el mercado no reconocía su valor, volvió a integrar la filial en la matriz y dejó al mercado español huérfano de un valor que llegó al parquet para comerse el mundo con la bandera de las energías limpias y se ha ido con más pena que gloria.
El resultado es preocupante. Confiar en el Ibex hoy es poner demasiados huevos en la misma cesta, la bancaria. Es decir, la de un sector que se mueve a golpe de profit warning como el protagonizado por el Santander de Emilio Botín, de caídas constantes de los márgenes en España, de continuos repuntes de la morosidad, de dudas sobre el final de la reestructuración de las cajas y de crecientes adjudicaciones de inmuebles que amenazan con retrasar mucho tiempo la recuperación de las entidades financieras.
El problema de la banca es tan local como global. La exposición a la deuda pública de los países intervenidos o en graves problemas financieros y sus dificultades para financiarse y financiar los han convertido en el objetivo número uno de los especuladores. Ahí están sus brutales caídas en los últimos tres meses cuyo final nadie se atreve a pronosticar. En este escenario, la bolsa española cae en brazos de los bancos. La crisis ha dejado un Ibex menos diversificado, menos líquido y por lo tanto menos atractivo. Alguien debería replantearse si puede y debe seguir así.