Si la ortografía no importa
La educación en España sigue por debajo de la media de los países de la OCDE –según el último informe PISA, sobre estudiantes de 15 años–, lo que dicho brutalmente significa un sistema educativo bajo mínimos y que además cuesta mucho dinero, casi 60.000 euros por alumno.
Con oscilaciones poco significativas, en matemáticas, lectura y ciencias estamos donde estábamos en el informe PISA anterior. Es decir, casi a las puertas de la UCI. En matemáticas, los estudiantes españoles están en el puesto 33, entre los 65 países de la OCDE. Tocada y hundida la LOMCE de Wert antes de echarse a andar, de ese deterioro sólo se puede salir con consensos amplios y estables que respalden una cirugía reformista.
Es una cuestión de competitividad, de ser productivos y de formar ciudadanos, todo a la vez. En Finlandia es posible y en Asia –por ejemplo, Singapur– cada vez lo hacen mejor. Evalúan resultados con exactitud, dan autonomía a los centros y los gestionan con profesionalidad, incentivan la cualificación del profesorado, saben de tecnología educativa, atienden a la voz de los padres porque el entorno familiar es clave. Conectan con las necesidades de la sociedad. Y así compiten mejor, con excelencia educativa.
Quedarse en los arrabales de la sociedad del conocimiento y del aprendizaje dejaría a España al margen del futuro digital, de la nueva industrialización y de la meritocracia que es una forma de democracia avanzada. ¿Cómo se ha podido perder tanto tiempo en reformas más de perspectiva de partido que de horizonte de sociedad y que, por eso, no lograron sedimentar? Son demasiadas oportunidades perdidas para una nueva generación, tan afligida por el paro.
La crisis económica pasará, pero seguirá siendo urgente reformar la educación a fondo, porque eso representa crecimiento económico, movilidad social y mejor vida pública. Al final, todavía importan las reglas del cálculo y las normas ortográficas. Un autor desafió al gran crítico Sainte-Beuve, a quien le correspondió elegir las armas: “Escojo la ortografía. Dese por muerto”. Conviene volver a lo básico, a la cultura del esfuerzo, motivar a los profesores, valorar el buen ejemplo y la ortografía, el afán de conocimiento, la emulación y la disciplina, la memorización. Reconocer a quienes lo hacen bien y ayudar a quienes se queden atrás. Para no perder el desafío, escojamos la ortografía.