Septiembre

El mes de septiembre es la victoria sobre el vacío de agosto, el mes de la renovación

Un gran vacío existencial se apodera de mí una o dos veces al año, en forma de desilusión o de apatía.

La desilusión sabe a desencanto y a sueño malogrado. Es la enfermedad de los optimistas irredentos, de los que no podemos evitar esperarlo todo de la vida. 

La desilusión y la apatía siempre cogen desprevenidas 

La apatía es su reverso, porque es el mal de los que creemos que pocas cosas podrán ya sorprendernos, y que las personas que todavía tienen que aparecer en nuestras vidas nos recordarán a personas que ya hemos conocido.

A pesar de ser recurrentes en mi vida, la desilusión y la apatía siempre me cogen desprevenida, pues tienen la habilidad de manifestarse ante los hechos más improbables. 

Cualquier mes del año es propicio para que me sobrevengan, excepto en el mes de septiembre, que hace presencia en mi vida como un valioso talismán. 

Tras el hastío de agosto, en septiembre las calles recuperan su ritmo

Septiembre nos libera de la violencia del mes de agosto, de su luz agresiva, del calor que nos aturde. Los días de agosto nacen cansados y se acuestan moribundos, sin renovar el aire ni nuestra energía. 

Tras el hastío del mes de agosto, las calles salen de la indolencia y recuperan su ritmo. 

La luz de la mañana vuelve a ser fina y empolvada, y la noche, por fin cae pronto, suntuosa y protectora, de terciopelo azul tinta.

La Barcelona de septiembre

En septiembre Barcelona se vuelve a civilizar: los restaurantes estrenan carta, la oferta musical vuelve a ser sólida, las editoriales lanzan novedades, los museos inauguran exposiciones. 
Septiembre es la renovación, el lienzo en blanco, el momento en el que vuelvo a estrenar mi vida, porque desecho lo que ya no me encaja, conservo lo que aún me identifica y me preparo para vivir cosas nuevas. 

Ni el desencanto ni la apatía se atreven a aparecer en septiembre, pues no pueden hacerse fuertes rodeados de una luz tan civilizada.

Es la victoria sobre el vacío, el momento en el que unas inmensas ganas de vivir se imponen a todo, y todo lo renuevan. 

Feliz rentrée a todos.