Sentir y ser: el totalismo
Se suele atribuir a Jordi Pujol la autoría de la conocida frase según la cual «es catalán quien vive y trabaja en Cataluña». Lo cierto es que aquella frase en su momento hizo fortuna porque reflejaba la voluntad de integración del catalanismo, aunque era una frase un tanto esquemática, y por tanto equívoca.
Porque, vamos a ver, ¿acaso deja de ser catalán alguien que ha nacido en Cataluña pero no vive en ella, sea cual sea el motivo de su ausencia, temporal o incluso definitiva?, ¿quizá no es catalán quien vive en Cataluña pero no trabaja, porque está en el paro, porque está jubilado, porque vive de rentas o por cualquier otra razón?
También se atribuye al mismo Jordi Pujol la autoría de una ampliación de aquella frase, que la corrige así: «es catalán quien vive y trabaja en Cataluña y quiere serlo». Con esta ampliación entramos ya en un terreno de una cierta irracionalidad, de condicionamiento subjetivo sobre quién es o no es catalán. ¿Cómo puede querer ser catalán quien ya lo es y cómo puede llegar a serlo quien no lo es? ¿Cómo se manifiesta y expresa la voluntad de ser catalán?
La frase pujoliana ampliada reflejaba ya una concepción mucho menos integradora, sin duda alguna más excluyente y, sobre todo, de una inconcreción evidente. Era una nueva muestra de lo que el gran historiador y catalanófilo francés Pierre Vilar definió como una de las tendencias negativas de cierto tipo de catalanismo: el totalismo, esto es la ambición de que toda una sociedad, en este caso concreto la catalana, piense y sienta de una única manera.
El totalismo es la antítesis del pluralismo y la pluralidad. Está claro que no se trata del totalitarismo, que se caracteriza porque desde el poder impone por la fuerza el totalismo, pero se da de bruces con el pluralismo y la pluralidad, porque niega la diversidad ideológica propia de cualquier sociedad y se propone que toda una sociedad piensa y sienta igual.
Siempre ha existido esta tendencia al totalismo por parte de algunos sectores del catalanismo, en abierta contraposición con la tradición integradora y plural del mejor catalanismo popular y progresista. En los últimos años, en especial de la mano del «proceso de transición nacional» que Artur Mas puso en marcha, la tendencia al totalismo se ha convertido en predominante y casi única en el independentismo.
Buena prueba de ello son los contenidos de las programaciones del potente aparato comunicacional de la radio y la televisión públicas de Cataluña, donde son menospreciadas, marginadas y casi silenciadas todas las opiniones no secesionistas.
Un nuevo ejemplo de totalismo se ha producido con una campaña de publicidad turística puesta recientemente en marcha por el gobierno de la Generalitat, que ante la gran avalancha de críticas y reproches se ha visto obligado a pedir disculpas públicas a todos cuantos se sintieron maltratados. «If you feel FCBarcelona, you feel Catalunya», rezaba la campaña. Esto es, «si sientes el Barça, sientes Cataluña». Una vez más se confunde la parte por el todo, se menosprecia a todos cuantos, catalanes o amantes de Cataluña, no «sienten el Barça» o no se sienten del Barça…
Como sucedió con una muy conocida frase del entonces obispo de Vic Josep Torras i Bages, sin duda el principal referente histórico del nacionalcatolicismo catalán, poco favor se hace al catalanismo, y por tanto a los catalanes y a Cataluña, cuando se apela a sentimientos para propugnar una opción política determinada. Torras i Bages aseveraba que «Cataluña será cristiana o no será», a lo que, no sin ironía, el poeta mallorquín Jaume Vidal i Alcover respondía que el obispo no sabía puntuar y que lo que debía querer decir es que «Cataluña será, cristiana o no, será».
Un ciudadano de Cataluña lo es porque lo es, no porque se siente catalán o desee serlo. Y lo es sin ningún tipo de condicionamientos ni limitaciones, sin que nada ni nadie le pueda negar su ciudadanía catalana. Sienta o no el Barça, sea o no cristiano, piense, sienta, opine y haga lo que desee, un ciudadano de Cataluña lo es y punto.