¿Se extenderá la mini-crisis de los emergentes?
Se está echando mucho de menos un G20 que coordine a nivel internacional para evitar que la economía castigue a los más vulnerables
El retroceso de las bolsas europeas, por la exposición de su banca a países emergentes con crecientes dificultades, es algo que se podía prever. En 2014-2015, el hundimiento de los precios de los hidrocarburos y de las materias primas agrícolas y metales sumió a muchos países emergentes y en vías de desarrollo en la recesión, o disminuyó sustancialmente su crecimiento.
Muchos de dichos países dependen excesivamente de la exportación de dichos productos y no han sabido o podido diversificar sus economías. Rusia, Brasil, Argentina y otras naciones de América Latina no son capaces de romper con este patrón de dependencia de exportaciones cuyos precios son cíclicos.
En 2015 salieron casi 500.000 millones de dólares de los países emergentes hacia los desarrollados
En 2014-2015, sin embargo, la economía internacional y dichos países se recuperaron debido a la política monetaria acomodaticia que practicaba la Reserva Federal, encabezada por Janet Yellen y otros bancos centrales de países desarrollados.
Yellen, consciente de la crisis de los países emergentes y en vías de desarrollo, detuvo el alza de los tipos de interés en EEUU. A pesar del acierto de Yellen, en 2015 salieron capitales de los países emergentes hacia los desarrollados por valor de 480.000 millones de dólares, la primera salida neta desde 1988.
Los precios de los hidrocarburos y de las materias primas se recuperaron gradualmente a partir de 2016. La prudencia de Yellen también contribuyó a la superación de la crisis de los emergentes. Otros bancos centrales de países desarrollados (el BCE, Banco de Canadá, Banco de Australia) no elevaban sus tipos de interés porque sus respectivas economías crecían sin registrar inflación.
En 2017 y este año, la economía internacional por primera vez desde la crisis financiera de 2008 logró una expansión sincronizada, con expansión tanto de los países desarrollados como de los países emergentes y en vías de desarrollo.
El FMI prevé un crecimiento de la economía internacional para 2018 del 3,9%
El Fondo Monetario Internacional prevé para 2018 un crecimiento por segundo año consecutivo de la economía internacional del 3,9%, y el PIB de los emergentes y en vías de desarrollo se incrementará un 4,9%. Por ahora no nos enfrentamos a una repetición de lo sucedido en 2014-2015.
Pero la subida de tipos de interés por parte de los bancos centrales de los países desarrollados ha puesto de manifiesto la debilidad o mala gestión de diversas economías emergentes. Jerome Powell y el nuevo equipo de la Fed no parecen por ahora preocuparse por la vulnerabilidad de algunos países emergentes.
Han repetido en numerosas ocasiones que elevarán los tipos tres veces en 2018 y en 2019. También el BCE y otros bancos centrales de países desarrollados abandonan sus políticas monetarias acomodaticias. Ante tal escenario, es lógico que el capital salga de Turquía, Brasil y Argentina para acudir a los mercados financieros de los países desarrollados.
El caso turco
Dicho capital busca un mayor rendimiento. Pero también huye de economías con graves desequilibrios. La inflación turca es endémica y ha alcanzado un 16%. El presidente Erdogan mina la independencia del banco central turco y no le permite elevar los tipos.
La lira ya se había desplomado un 40% frente al dólar antes del enfrentamiento político entre Washington y Ankara por la detención en Turquía de un pastor protestante acusado de actividades terroristas.
Los bancos españoles tienen una tercera parte de su negocio en los emergentes
La administración Trump impuso aranceles del 25% sobre el acero turco y congeló los activos de altos cargos del gobierno turco. Erdogan ha replicado con aranceles sobre exportaciones de acero de EEUU. La primera víctima de este enfrentamiento es la banca europea, con una fuerte exposición a Turquía.
Los grandes bancos españoles tienen una tercera parte de su negocio en países emergentes. El 36% de los beneficios del Banco Santander procede de Brasil (26%), Argentina (7%) y México (3%). En el caso del BBVA, Turquía generaba el 11% de sus beneficios y Brasil, el 37%.
El real brasileño acusa la incertidumbre ante las elecciones de octubre, en las cuáles se elegirá al presidente, toda la Cámara de Diputados, una tercera parte del Senado, y los gobernadores y cámaras legislativas de los 26 estados.
Preocupa la posible victoria del populista de derechas Jair Bolsonaro, apodado el Trump de los trópicos, o del candidato del PT, Fernando Haddad. No nos hallamos ante una repetición de la crisis de 2014-2015.
Los precios de los hidrocarburos y materias primas se mantienen en niveles altos. El 6 de noviembre se celebran las decisivas elecciones legislativas en EEUU. Sin una resolución en un horizonte cronológico próximo de las escaramuzas proteccionistas desatadas por Washington, los mercados pondrán a prueba la gestión económica y financiera de países emergentes y en vías de desarrollo con altos déficits públicos, déficits por cuenta corriente y elevadas tasas de inflación.
La deseada gobernanza económica internacional mediante un G20 que coordine las políticas monetarias, presupuestarias y financieras de las principales potencias se echa mucho de menos. En su ausencia, lamentablemente, los mercados castigarán a los más vulnerables.