Se detecta estalinismo 2.0 en Podemos
En Chueca la gente no se han ido de Semana Santa. Se ha levantado en la mañana fresca con un cielo amenazador de lluvia que nunca llega. Lo único que levanta el morbo en las tertulias es la crisis de Podemos. Hay consenso básico en considerar las formas autoritarias del líder de Podemos. Un viejo periodista jubilado me para cuando voy a comprar el pan: «Iglesias es tan cursi que me recuerda a José Utrera Molina», el ministro de trabajo falangista que se relamía en sus discursos y que es suegro de Alberto Ruiz Gallardón.
Es difícil medir el desgaste de la crisis de Podemos, salvo que ha humanizado la figura de Iñigo Errejón y desata simpatías por él en contraposición al rechazo que va almacenado Pablo Iglesias. No hay formas más antiguas en política que el estalinismo, aunque sea de generación digital. Estalinismo 2.0.
El comunicado de Iglesias cesando a Luis Pascual es de manual del PC de los años cuarenta. Todos los partidos tienen crisis. Fulminar al número tres de un partido y ponerle en la picota, como ha hecho Pablo Iglesias, tiene ribetes de muy vieja política estalinista. Veremos como aguanta el envite Iñigo Errejón, que está meditando la respuesta.
No hay muchos podemólogos; es un universo encriptado en distintas capas: anticapitalistas, revolucionarios rebotados, gentes con frustraciones personales, idealistas, votantes del PSOE con mala conciencia. Probablemente la argamasa que les une es la ira. El desprecio por la vieja política que sin embargo les está contaminando. Las grandes crisis económicas remueven bajas pasiones hasta llegar a «cuanto peor, mejor». Indignarse en positivo es complicado. La frontera con una nueva situación se producirá cuando el descontento se transforme en exigencias concretas de políticas posibles. Creo que aún falta mucho.
De momento, un acuerdo para permitir la investidura de Pedro Sánchez con la abstención parece más lejos que nunca.
Hablamos de Rita Maestre con la cerveza del mediodía. A algunos hombres les da morbo esa mixtificación de niña pija e iconoclasta que nos ha enseñado sus pechos de protesta a todo el mundo, nada menos que en una iglesia. Tampoco hay muchas cosas más viejas que el anticlericarismo. Resucitar el asalto a capillas, aunque sea sin antorchas, no es una buena práctica.
Ha sido condenada penalmente por ofensas a las creencias de mucha gente. ¿Será este el perfil necesario para la portavoz del ayuntamiento de Madrid? La pobre Manuela Carmena, en la rueda de prensa para renovar su confianza en la condenada, filtró las preguntas comprometidas. No se si es la mejor imagen de tolerancia para la alcaldía de la capital de España. La excusa de libertad de expresión está metida con calzador, porque la ofensa al prójimo tiene difícil encaje en la defensa de las ideas propias.
No consigo hablar con mis contertulios de las negociaciones para formar Gobierno. Me parece que la gente está confortable sin gobierno y empiezan a preguntarse para qué es necesario uno nuevo si con este, que ni siquiera se somete al control del parlamento, las cosas funcionan igual de mal o no funcionan igual de bien.
Detecto fatiga en los materiales que forman el liderazgo de Pedro Sánchez. En el escenario es bueno estar si se tiene algo que decir. Y ya pedir apoyo a Alexis Tsipras para que interceda con Iglesias tiene un toque de patetismo. Y encima el líder griego no le dio bola al secretario del PSOE.
No sé que efecto puede producir el paréntesis de Semana Santa. La sensación dominante es que, todo el mundo se ha resignado a unas nuevas elecciones. El Lunes de Resurrección se empezarán a reservar las farolas para colgar esos pasquines horribles con la cabeza expuesta de los candidatos. Dos meses de sobreactuación y de nuevo a las urnas. De las dos opciones para evitar elecciones ninguna parece viable. ¿Se imaginan las reuniones de consejo de ministro con Pablo Iglesias de Vicepresidente y media docena de ministros de las mareas? No creo que el PSOE elija esa forma de suicidio. Y tampoco veo posible la Gran Coalición.
Al que se le ve más relajado es a Mariano Rajoy. The Quiet Man no mueve una pestaña cuando dice que no sabía nada de lo que pasaba en Valencia. Llevó el mandato de un Parlamento que no le permite que le controle a Bruselas y después informará por carta del resultado. Hace tiempo que confesó que tiene la agenda muy libre. Y con el calendario de la Liga, la Champions y la Fórmula 1 tiene entretenimiento hasta que empiece el Tour de France. Fuma Montecristo torpedo, el número dos y es tabaco necesita tener tiempo libre para disfrutarlo. Sin tensiones.
Les deseo a todos ustedes unos felices días de descanso. Se lo merecen porque la situación política agota incluso a quien no le interesa. Sobre todo cuando invade una sensación de que nada de lo que sucede es realmente importante.