Se busca indepe
Nunca en los últimos años el horizonte de la independencia se ha encontrado tan lejos, tan brumoso, tan poco alcanzable
Cierto es en la realidad mesurable y objetiva que el Parlament cuenta con 74 diputados independentistas y 61 que no lo son. Una hegemonía más reforzada que en anteriores ocasiones. A pesar de ello nunca en los últimos años el horizonte de la independencia se ha encontrado tan lejos, tan brumoso, tan poco alcanzable.
Por lo que bien puede predicarse del independentismo en su estadio actual que el resultado de una mayoría nunca vista se traduce en una inoperancia jamás imaginada. Ni uno de los 74 diputados, ni los miles de ediles y de altos y medianos cargos adscritos a las tres formaciones es capaz de dar el menor paso hacia la independencia.
No con la intención de imitar a los guionistas de Monty Python pero sí con parecido resultado, los de Puigdemont preguntan a los de Junqueras si hoy, medio año después de que ERC alcanzara la presidencia, la independencia está más cerca que entonces. A lo que montypythonescamente se responde que el día que su antecesor Quim Torra asumió el cargo la independencia era algo casi palpable mientras que cuando lo dejó se encontraba ya a años luz. Por mucho que se empeñe en ello, y a fe que lo intenta, Aragonès nunca conseguirá batir a Torra en la carrera por alejarla.
He aquí el meollo de la cuestión. ‘Se busca indepe’, dicho así, puede parecer absurdo pero deja de serlo si completamos la frase, ‘se busca indepe al que los demás reconozcan como tal’. Entonces la cuestión se complica y el premio puede multiplicarse sin temor a que nadie se lo lleve. Y si riesgo hubiera, aún podría añadirse como seguro para que no adjudicar el galardón ‘y que en efecto haga algo que acerque el objetivo’. Que haga algo útil, a no ser que hacer el inútil se revele como la madre de las más brillantes estrategias.
Si no bastara con el enunciado para predeterminar el desenlace del concurso, por si demostraciones se precisaran y a modo de botón de muestra, reportaremos que son multitud los que tildan a TV3 de TÑ3, es de decir de quintacolumnista descarada a la que solamente acuden “unionistas, derrotistas, rendicionistas, liristas (soñadores de lirios), processistes, reformistas, etc., pero nunca personas que puedan considerarse libres, entendiendo por tal liberados del yugo de la esclavitud española.
Por mucho que C’s, el PP o incluso los socialistas se quejen del sesgo de TV3, los independentistas que se autodenominan puros solamente la siguen mirando, trabuco en ristre enfocando a la pantalla, en busca del supino y masoquista placer de disparar contra los presentadores, los invitados, el director y el atajo de sinvergüenzas que la han convertido en el caballo de Troya contra Cataluña del nuevo régimen neoautonomista y servil de Vichy.
Mientras, por su parte, la autoproclamada verdadera líder de la oposición al independentismo de salón, Laura Borràs, sostiene que el retorno de Puigdemont, libre y sin temor a ser detenido por obra y gracia de la justicia europea, deberá servir para culminar la independencia. Claro que si luego resulta que va para largo, el verbalismo inoperante quedará incluso más al descubierto que los indepes de sueldo y salón.
En fin, supongamos por un momento que se da una tan poco probable circunstancia. El mismo Puigdemont ya avanzó que su deseo consistía en volver y levantar la suspensión de la independencia. No proclamarla porque ya lo hizo, y ya hemos visto con qué resultado, sino hacerla efectiva.
Bueno, pues dejando a un lado que más sencillo le resultaría invertir los términos, primero la independencia real y acto seguido volver como un héroe, algo que ni siquiera está al alcance de Harry Potter, imaginemos por un momento que en efecto vuelve sin que pese orden de detención sobre él.
¿Qué haría entonces el que tal vez se considere el último mohicano independentista (obviemos si forzado a seguir siéndolo por el exilio)? O bien proclama la independencia sin huir a toda prisa, y entonces sería detenido de inmediato y juzgado por un nuevo delito de sedición, o bien insta a la disolución del Parlament y encabeza de nuevo una lista de Junts per Cat.
En tal caso sería acusado de inmediato de autonomista de Vichy, de modo que incluso quienes se obstinan en ceñirle con una aura de santidad le acusarían de botifler. Pero supongamos aún que las justifica como nuevo referéndum simulado e incluso que, contra el resultado de las últimas, las gana y vuelve así a la casilla de salida…
…tras la que no hay más que el abismo de la indignidad por renunciar a la independencia (por segunda vez) o la cárcel por dar un paso en falso.
Se busca, se busca, se busca indepe. Premio a quien lo encuentre y premio a quien lo sea siendo consecuente.