Se abre la veda: director de sucursal imputado

Mucho se ha hablado del papel de las entidades financieras en esta crisis y de sus principales ejecutivos. Sobre ellos se han echado toneladas de críticas por parte de la ciudadanía. Pero he leído muy poco sobre aquellos mandos intermedios que han sido su brazo ejecutor y que han medrado en las pozoñosas aguas del servilismo y la obediencia para conseguir notables ascensos y sustanciosos bonus. No me parecería justo que éstos también se fueran de rositas.

La imputación del director de una sucursal a quien el juez atribuye acciones presuntamente ilegales, me lleva a recordar ciertas prácticas bancarias que quiero compartir con ustedes.

El papel de los directores y las directoras de oficina no es fácil: su misión es rentabilizar la sucursal como si fuera su propia empresa, a través de incrementar el volumen de negocio, aumentando los depósitos, y concediendo más créditos. Para aumentar el crédito no sólo tiene que encontrar el cliente adecuado y solvente, sino también lidiar con el departamento que analiza el expediente de riesgos de cada operación, que no siempre está de acuerdo con sus criterios de solvencia. Por ello muchas más veces de las que querrían, la operación es rechazada.

En el caso de los depósitos, la situación es incluso más compleja. Por un lado deben colocar los productos que el banco sitúa como objetivos del mes para cada oficina. Pero por otro, deben tener en cuenta el perfil de riesgo del ahorrador para mantener su confianza a lo largo del tiempo.

Los hechos y el mal asesoramiento que tantos clientes han recibido, demuestran que no se puede servir a dos señores a la vez. Las entidades, han puesto en marcha políticas de traslados, disfrazada de “promociones” de recambio de directores de sucursal. El objetivo de todas ellas es claro. Después de dos o tres años, los directores podrían tener excesivas familiaridades con ciertos clientes, y no sería bueno que tuvieran la tentación de equivocarse de “señor”.

En la década que va de 1996 a 2007, he visto algunos directores de oficina promocionar de forma notable y ganar suculentos bonus por conceder un montón de hipotecas y otros productos bancarios igual de tóxicos (incluso para su entidad). Por ejemplo, uno de esos directores sin escrúpulos, alardeó un día de haber concedido en la misma semana tres hipotecas a tres inmigrantes que se avalaban entre ellos (*).

Otra práctica cuestionable me la contó un amigo, cuya empresa necesitaba un préstamo. En su caso le condicionaron la concesión del crédito a la compra de un importante número de acciones preferentes, que hoy no valen nada, mientras las cuotas del crédito caen como un mazo cada mes en la tesorería de la empresa. Al director lo cambiaron de oficina.

Mientras tanto, otros directores pelean infructuosamente por sus clientes, (sobre todo empresas) a quienes el scoring del departamento de riesgos les niega un crédito para comprar una máquina o para pagar materia prima, aunque hayan ganado una licitación para vender 11.000 bicicletas a Copenhague.

Para finalizar, quiero para dedicar un recuerdo muy especial a un director de oficina del Banco de Valencia, que cuando le pedí crédito para la empresa en la que trabajaba me dijo textualmente: “Nosotros no damos crédito a empresas en pérdidas”. Pues bien, debo decir que ésa “empresa en pérdidas” sigue viva, coleando y pagando sus deudas.

Mientras tanto, el banco que tan bien le enseñó a dar créditos está en quiebra y ha sido rescatado con dinero público. Imagínense si tenía buen ojo: le prestó 1,5 millones de euros a un hombre de la máxima solvencia llamado Jaume Matas, y más de 60 millones a una empresa conocida como Terra Mítica. Hoy también en quiebra.

“…inopia rapax, metu saevus”. Suetonio (“…la necesidad les hizo codiciosos, el miedo crueles”.)

(*) Esto sólo puede hacerse porque la CIRBE, que es la central de información de riesgos del banco de España, lleva unos dos meses de retraso y por tanto, era imposible verificar los avales de los otros dos inmigrantes.