Sanxenxo quiere decir “ongi etorri”
El Gobierno no debería tentar su suerte jugando en el terreno de las pasiones a sabiendas de que es el único en el que se puede mover el emérito, obligado a permanecer al margen de toda cuestión política
Disculpen por la estrambótica comparación, pero si el rey Juan Carlos fuera de Bildu se presentaría en plena campaña electoral andaluza a alguna regata de veleros en Puerto Banús o similar. Un “ongi etorri” detrás de otro para dejarle claro al Gobierno de Sánchez y a sus socios que si no quieren caldo, tres tazas.
Ha sido el proceder de la denominada izquierda abertzale en el País Vasco durante años. Cohetes de bienvenida, bailes, pasacalles y baño de masas para el “hijo pródigo” que se ha chupado unos años de cárcel por haber participado directa o indirectamente en los asesinatos y otras fechorías cometidas por la banda. Cada vez que salía un etarra a la calle, y lo han hecho cientos en los últimos años, se cometía un acto de humillación hacia las víctimas y sus familiares. Pero ese bochorno se mitigaba en la Moncloa con un abanico.
Lógicamente no tiene punto de comparación hablar del regreso y recibimiento del rey emérito en Sangenjo con los “ongi etorris” a etarras. Solo faltaba. Un dato: el rey Juan Carlos I llevaba dos años en el trono de España cuando Arnaldo Otegi, un decir, se integró en ETA pm para luchar contra el franquismo.
Han transcurrido 45 años y al primero el Gobierno de la nación lo trata como a un apestado y al segundo como a un hombre de paz. A uno se le piden explicaciones sin haber sido condenado y que se disculpe por su comportamiento. Con el otro se asume que nunca se disculpará por los delitos cometidos (no digamos condenar) y que seguirá apoyando a quienes nunca colaborarán con la justicia para aclarar más de 370 asesinatos.
Sigamos con los “ongi etorris”. Porque seguro que se acuerdan de cuando el presidente de la Generalidad de Cataluña, Pere Aragonés, se puso a la cabeza del recibimiento que tuvo lugar en las puertas de la cárcel de Lledoners para saludar a los exconsejeros condenados por sedición y luego indultados por el Gobierno de Sánchez. Una bandera estelada y una pancarta pidiendo “libertad para Cataluña” (freedom for Cataluña) y la consigna del “ho tornarem a fer” (lo volveremos a hacer). ¿Se imaginan al rey Juan Carlos en su “ongi etorri“ de Sangenjo diciendo que no se arrepiente de nada?
Lejos de aquel “lo siento, no volverá a ocurrir”, el rey emérito debería ganarse el respeto del Gobierno como lo hacen sus socios los independentistas. Tendría que hacer una declaración más firme. Incluso retadora. Del estilo “las únicas explicaciones se las debo a mi familia. Que el Gobierno no me eche un pulso que yo ya tengo poco que perder”. Con otras palabras, claro.
A nadie se le oculta que la presión que ejerce el ejecutivo de Sánchez (especialmente el ala podemita) sobre el emérito tiene como objetivo presionar a su vez a Felipe VI y por extensión a la monarquía. Padre e hijo habrán sufrido por lo ocurrido en los últimos años, especialmente por el “destierro” y el ingrato esfuerzo que el segundo ha tenido y tiene que hacer apartando a miembros de su familia para mantener la imagen de una corona transparente. Tampoco parece difícil de entender que con un Gobierno y unos socios diferentes a los actuales la familia real en su conjunto viviría los sinsabores de una manera bien distinta.
Pero mientras el cambio no se produzca, al rey Juan Carlos no le queda otra que actuar con el Gobierno de Pedro Sánchez con la misma “lealtad” que lo hacen podemitas e independentistas, que es como uno se gana el respeto.
Claro que el emérito no tiene ninguna representatividad parlamentaria que retirar para cuestionar así la continuidad de Sánchez en La Moncloa que es, en definitiva, la clave para que te permitan cualquier “ongi etorri”. Al rey Juan Carlos no le queda otra que recurrir a los impulsos emocionales y sentimentales que tanto marcan últimamente la vida política de nuestro país. Que los españoles le “perdonen” como antes lo hicieron, por ejemplo, con estrellas del fútbol a las que nunca se les exigió ni explicaciones ni disculpas por sus delitos con Hacienda. Aunque instaurar la democracia en España nunca estará a la altura de conseguir una Copa de Europa.
A pesar de todo, el Gobierno no debería tentar su suerte jugando en el terreno de las pasiones a sabiendas de que es el único en el que se puede mover el emérito, obligado a permanecer al margen de toda cuestión política. Es cierto, la corona tiene que ser neutral y ceñirse al papel que le marca la Constitución. No somos Marruecos.
Por cierto, si yo fuera Pedro Sánchez le organizaba un “ongi etorri” al rey Juan Carlos antes de que lo haga Mohamed VI y le cuente a su tío vaya usted a saber qué sobre el Sáhara.