Neopopulismo: un regreso al futuro
Los resultados de las elecciones italianas nos vuelven a recordar que los populismos contemporáneos han venido para quedarse
Los relativamente buenos resultados del Movimiento 5 Estrellas y la Liga Norte en los comicios italianos parecen apuntalar la mayor reaparición del fenómeno populista desde los años 30, cuando fue la tónica general tras la Gran Depresión del 29, que llevó a que las a las democracias de Italia, Alemania, España y Japón se convirtiesen en dictaduras y que llevaron a una conflagración global.
Aunque los populismos contemporáneos puedan compartir con sus precedentes la causa de su resurgimiento en las consecuencias de la crisis financiera de 2008 (gran endeudamiento, monetización de la deuda, aumento de la desigualdad, pérdida de poder adquisitivo), ahora florecen en una economía globalizada que se nutre del flujo de capitales económicos y humanos.
Los populismos contemporáneos florecen ahora en una economía globalizada
Sin embargo, las políticas económicas populistas no se han actualizado, y siguen incluyendo hoy como entonces el proteccionismo, el nacionalismo, el gasto en infraestructura, los grandes déficits presupuestarios y los controles de capital, la adulación al «hombre de la calle», el ataque a las «élites» y el señalamiento de enemigos externos contra quienes unificar al «pueblo».
Al mismo tiempo, se da la paradoja de que en los dos países que más han hecho por promover una economía global, EEUU y Reino Unido, esta vez, y a diferencia del periodo de entreguerras, los partidos políticos se han subido al carro populista: mientras que la derecha de Theresa May y Donald Trump pone el énfasis en controlar la libre circulación de capital humano, la izquierda de Bernie Sanders y Jeremy Corbin propone controlar la libre circulación de capital.
Las políticas económicas populistas no se han actualizado: proteccionismo, nacionalismo y gasto en infraestructuras
Pero en ambos casos, la puesta en práctica de estas manidas recetas de corte populista jugará previsiblemente un papel crucial a la hora de determinar las políticas económicas y fiscales a nivel global: Trump ya ha desenterrado el hacha de guerra comercial, y Corbin tiene en cartera un importante programa de nacionalizaciones para ser aplicado tan pronto como el partido de May se queme implementado la medida estrella del Brexit, la radical restricción del libre movimiento de trabajadores.
Es de esperar que la materialización de estas políticas provoque la alteración del statu quo en las relaciones internacionales al causar que la reacción de los demás países avive nuevos y viejos conflictos. Aunque a corto plazo esto pueda ayudar a reforzar el liderazgo de los líderes populistas en sus propios países pulsando el resorte de la dialéctica «ellos-nosotros», esta dinámica puede suponer en la práctica un serio riesgo de descalabro para el sistema económico internacional, y por ende para la estabilidad política y el progreso de las naciones.
El populismo alterará el ‘statu quo’ en las relaciones internacionales
Las economías emergentes -especialmente las asiáticas, pero también Rusia- dependen de la globalización para seguir aumentado el nivel de vida de sus poblaciones. El bloqueo de la expansión económica que conllevan las políticas populistas, es probable que puedan ser interpretadas como un casus belli y que termine llevándonos a una espiral de confrontación mundial similar a la del período de entreguerras, por más que los populistas actuales sean menos extremos que sus antecesores.