Sanders, un ‘progre’ al asalto de la Casa Blanca

Bernie Sanders, senador por el estado de Vermont desde 2007 y nacido en Brooklyn (New York), ha creado una verdadera alarma en Washington como contrincante de Hillary Clinton, la favorita para la candidatura presidencial del partido Demócrata en las muy próximas elecciones primarias.

Con más de 35 años de vida política en diversos roles, Sanders es un gran admirador de la democracia social al estilo escandinavo y un luchador incansable por los intereses de la clase media y trabajadora estadunidense. Su estilo franco, campechano y accesible ya es leyenda.

El Senador Sanders, que despierta mucha admiración por el contingente liberal del electorado y la clase intelectual, no es visto con buenos ojos ni por Wall Street ni por la clase corporativa norteamericana. Su lucha incansable por los derechos del ciudadano común y la llamada a frenar el poder económico y político corporativo, que cada vez es mayor, ha provocado que sea la bete noire de las salas de juntas en Estados Unidos.

Para un electorado desilusionado por las promesas rotas de los dos partidos regentes, es muy significativo que Sanders no esté sujeto a la maquinaria financiera política.

Exceptuando al auto-financiado Donald Trump, tanto los candidatos demócratas como los republicanos están ampliamente financiados por Wall Street y las grandes empresas, y esto sirve para explicar la singular devoción con la que los objetivos corporativos son promovidos a costa de los intereses de la mayoría del electorado. Cabe recordar que Sanders se opuso firmemente a los rescates financieros de Wall Street desde 2008.

La creciente polarización económica y social en EEUU está directamente relacionada con el vasallaje de facto de la clase política y sus amos corporativos. Desde 2010, la Corte Suprema estadunidense declaró en el célebre caso Citizens United, que las empresas eran personas y, por lo tanto, la financiación corporativa de la vida política norteamericana es un derecho de «libre expresión» protegido por la Constitución.

Con unos cuantos trazos de lapicero, desaparecieron virtualmente los límites a las donaciones políticas corporativas, convirtiendo los niveles gubernamentales más elevados en objetos de venta al mejor postor. El Senador Sanders promueve la idea del valor del voto individual, neutralizado en 2010 por la Corte Suprema.  

El valor de la candidatura de Sanders está en que ofrece en su discurso nacional ese olvidado y chapado a la antigua concepto: decir la verdad. Decir la verdad sobre la realidad de una clase media que está desapareciendo, sobre un mercado laboral donde la clase media ganó menos en 2015 que hace cuarenta años y donde todas las ganancias en términos de rentabilidad y aumento en la productividad van para el 1% de la población.

Aparte de ser el defensor por excelencia de la clase media, Sanders es un incansable protector del medioambiente y se opone ferozmente a la concentración de la propiedad de los medios de comunicación. Su lucha por la democratización y diversificación de los medios de comunicación lo hacen poco popular a los ojos de los grandes conglomerados mediáticos, y por ello no goza de mayor cobertura digital e impresa.

No obstante, el ahora candidato presidencial socialista es muy popular en el país y el auténtico héroe de la intelectualidad liberal. Para Europa, sus análisis y posiciones políticas son de gran valor porque explican las razones subyacentes de los acontecimientos políticos en los EEUU y pueden advertir de peligros en las áreas de coincidencia.