Sánchez y Susana, tregua de armas hasta el Comité Federal
Salvo en el caso de Guillermo Fernández Vara, cuya incontinencia verbal es conocida, y con algunas discretas apariciones de Susana Díaz en los medios, en el PSOE se ha instalado la discreción. Hay dos consensos básicos tanto en la dirección de la Calle Ferraz como entre los barones.
El primero, evitar cualquier pronunciamiento sobre la investidura de un presidente de Gobierno, con el reconocimiento de que le corresponde intentarlo a Mariano Rajoy. El segundo, evitar cualquier debate sobre una hipotética dimisión de Pedro Sánchez o sobre las candidaturas a la secretaría general del partido en el próximo congreso.
A esto se podría añadir que no se considera en ningún sector del partido la hipótesis de un gobierno de Gran Coalición con el PP ni siquiera apoyar activamente la investidura de Mariano Rajoy. Los militantes socialistas nunca lo aceptarían.
El comité federal del próximo día nueve de julio es fundamental para el futuro del PSOE. Se producen contactos buscando apoyos desde dos fundamentos. Primero, los barones, desconocedores de si la comisión ejecutiva pretende otra consulta o referéndum ante los militantes para que aprueben una política en torno a la investidura y realizar una oposición cerrada.
La consideración de que el PSOE no es un partido asambleario, cuyo congreso elije una dirección –Comisión Ejecutiva y Comité Federal- obliga a que tomen la responsabilidad de marcar la política del partido. Ni siquiera están regulados los supuestos en que debe realizarse una consulta a los militantes. Una iniciativa de Pedro Sánchez en esa dirección provocaría una respuesta contundente, lo que no ocurrió en las anteriores negociaciones.
Entonces, el secretario general impuso la consulta al considerar que el Comité Federal no se atrevería a oponerse a que los militantes se pronunciaran directamente. Después del brexit, la moda de los referéndums, que nunca ha estado en la cultura del PSOE, se da por amortizada y solo se entiende como una trampa para sortear el Comité Federal, máximo órgano de decisión entre congresos.
Empiezan a haber otras líneas de acuerdos más tácitos, de momento. El primero, una vez descartadas la Gran Coalición o el apoyo directo a Mariano Rajoy, dejarle hacer al presidente en funciones en la esperanza de que el apoyo por omisión del PSOE ni siquiera sea necesario.
Otro acuerdo es que el PSOE va a ejercer una dura oposición al Gobierno que pudiera formar Rajoy sin desdeñar la posibilidad de acuerdos sobre grandes asuntos, desde la reforma de la Constitución a aspectos de la política económica y social que signifiquen una revisión de la reforma laboral y de otras medidas que los socialistas consideran lesivas para los ciudadanos.
A partir de todos estos postulados, calma tensa hasta el Comité Federal y de conocer la fecha de celebración del Congreso que tendrá que fijarse pronto. Nadie significativo va a pedir la dimisión del secretario general. Su relevo se pospondrá a la presentación de candidaturas alternativas en el Congreso.
Es difícil entrar en los secretos del núcleo duro de Pedro Sánchez. Nadie duda de que intentará seguir siendo secretario general. Y que su guardia pretoriana le apoyará con entusiasmo. En la misma medida, en los sectores significativos del partido que pretenden el relevo, no hay discrepancias en que la única alternativa posible sería Susana Díaz, que tiene dos dificultades.
La primera que no tiene escaño en el Congreso de los Diputados, con lo que habría que disociar la secretaría general del liderazgo de la oposición en el Congreso de los Diputados. En esta hipótesis, se recuerda que al contrario de lo que ocurrió el 20D, Eduardo Madina ha obtenido acta por la circunscripción de Madrid. Las mismas fuentes certifican que ahora Madina y Susana Díaz son uña y carne, cosa que no ocurría en el pasado.
Quienes trabajan en esta hipótesis de candidatura alternativa a Pedro Sánchez creen que los objetivos del congreso socialista tienen que tener una ambición proporcional a la gravedad del momento que vive el PSOE y que se resumiría en las siguientes apuestas.
Elaboración de un proyecto para España, desde los postulados de la socialdemocracia, para abordar con ambición la conquista de mayorías que permitan hacer recuperar al PSOE la condición de partido de gobierno. Incluiría también una posición de confrontación con Podemos, disputando el espacio de oposición el gobierno desde propuestas claramente socialdemócratas pero realistas, sin tratar de competir con el radicalismo de esa formación.
Quienes así piensan, creen que los resultados alcanzados por Podemos han marcado las dificultades de crecimiento del partido que no podrá seguir jugando a todas las cartas de la baraja política después de haber perdido un millón doscientos mil votos en su aventura con Izquierda Unida.
El segundo objetivo del Congreso sería una revolución organizativa del PSOE. Conseguir una dirección federal que unifique criterios en toda España y que acabe con las taifas autonómicas donde cada barón puede marcar hasta sus propias políticas de alianzas. En ese mismo sentido de reformas de la organización, diseñar una mecánica moderna de participación de militantes y afiliados en las acciones del partido para volver a tener impacto en la sociedad.
Por último, la propuesta de elección de un Comité Federal potente, que de verdad sea un complemento y un contrapeso de la Comisión Ejecutiva en el que se incluyan socialistas que han sido marginados y que han tenido papeles relevantes en otras épocas del partido. No ha sido fácil reunir esta información porque casi todos quieren respetar la consigna de discreción y prudencia que de momento está instalada en el PSOE.
Pero sobre todo se ha instalado la cultura de que no se puede seguir batiendo récords de pérdida de votos en cada elección. Como se podrá comprobar los objetivos son ambiciosos.