Sánchez y Messi lo bordan
No pude ver la exhibición del Barça ante el Arsenal. Me pilló la tarde viajando en tren, plácidamente aislado por la mala cobertura del móvil. Tampoco seguí en tiempo real la noticia de que se ha iniciado la vía judicial para Rita Barberá.
Sí tuve conocimiento de que Pedro Sánchez y Albert Rivera habían llegado a un acuerdo para intentar la investidura. Aunque, al menos de momento, no salgan los números, el líder del PSOE ha demostrado audacia y cintura para ocupar el atril del Congreso de los Diputados.
Pablo Iglesias, que no ha querido nunca un acuerdo, está cabreado como un mono y a Mariano Rajoy se le ha puesto cara de aparecido, de espectro. No es mal resultado con solo noventa diputados.
Vayamos por partes. He visto el resumen de la hazaña de Leo Messi y lamento que su actitud no sea contagiosa. El esfuerzo en estado puro en busca de la perfección en un país en el que la meritocracia pareciera que solo funciona en el fútbol.
Lo de Rita se veía venir. Cuando se conceda el suplicatorio, si sucede, que sucederá, será la puntilla para Mariano Rajoy. ¿Dejará el líder del PP caer a la ex alcaldesa de Valencia?
Y, por añadir algo más, cualquier revelación en el juicio contra Iñaki Urdangarín está amortizada por el cortafuegos que cavó Juan Carlos I con su abdicación. Así están las cosas.
No hay una buena noticia para Mariano Rajoy. El acuerdo del PSOE con Ciudadanos lo situará en la tesitura de votar en contra, aliado con Podemos, o abstenerse y dejar gobernar a quien más odia.
A sensu contrario, Podemos, que nunca ha tenido verdadera intención de llegar a un acuerdo con Pedro Sánchez, se podría ver obligado a votar junto al PP para boicotear un gobierno de cambio, transversal y reformista.
Pero un gobierno en el que no estará él, solo porque quiso el cielo y se ha quedado en la barricada. Eso sí, al mando de una oposición que tratará de erosionar al PSOE hasta los huesos.
No tiene fácil el líder de Podemos que la culpa por una falta de acuerdo caiga sobre el PSOE. Él lo intentará. Le apoyarán los hooligans de su partido, que son muchos y agitados, pero no quienes tengan independencia de criterio para juzgar las piruetas de Podemos en este proceso.
Dijimos desde el principio de esta carrera que había que ser muy prudentes y respetar el transcurso del tiempo lentamente, en una sociedad ansiosa por la noticia.
También hemos sostenido que un gobierno del PSOE con este Podemos desbocado era un imposible metafísico, porque conllevaba el asentimiento del PSOE con su propia destrucción.
Iglesias se lo ha puesto fácil a Pedro Sánchez. El líder del PSOE ha esquivado las provocaciones y la fanfarronería de Pablo Iglesias. Lo ha ninguneado con cierta elegancia –»Pablo, no sabes ni donde estás», le dijo Antonio Hernando con cortesía- y le ha dejado en evidencia.
Al final, el líder de Podemos se ha tragado sus soflamas. Quería la vicepresidencia, el CNI y a los jueces en su recámara, y se ha quedado, de momento, solo con la oposición, que a lo mejor no es poco.
Pero su actitud puede promover que el Partido Popular, en el último momento, para evitar elecciones y para no aparecer en la foto con Podemos, opte por una abstención que ni siquiera se la tendría que pedir Pedro Sánchez.
Seguiremos siendo prudentes. La semana que viene no voy a perderme el partido del Barça contra el Arsenal. Parece que la eliminatoria está resuelta. Pero en el fútbol como en la política hay que esperar a que se pite el final del partido.
Con la investidura de Sánchez también hay que ser cauto en este universo del periodismo, con tantos especialistas en asegurar una cosa y después la contraria. Empiezo a pensar que el Barça puede ganar la Champions y que Pedro Sánchez será presidente.