Sánchez y el tripartito sin el PSOE
Hoy la ambición de este presidente ultranarcisista se sostiene solo gracias a tres alfileres, gracias a un nuevo y peor tripartito: Bildu, Esquerra y Podemos
Pedro Sánchez resiste, pero el PSOE se resiente. La descomposición interna se cobra nuevas víctimas. Adriana Lastra y Dolores Delgado se van y pocos creen las excusas argüidas. El castañazo andaluz sigue resonando y los barones socialistas están remojando sus barbas. Sánchez ya no es el más guapo ni en el deformante espejo de José Félix Tezanos.
Hoy la ambición de este presidente ultranarcisista se sostiene solo gracias a tres alfileres, gracias a un nuevo y peor tripartito: Bildu, Esquerra y Podemos. Los dos primeros le dibujan el modelo de Estado (o contra el Estado), mientras los altaneros adanes podemitas son su fuente de inspiración para la política económica más ruinosa. Sánchez adopta el programa de Yolanda Díaz y la retórica de Pablo Iglesias.
La ley de la memoria es la imposición de la desmemoria. Borra la Transición democrática, pisotea los valores de la mejor España y revienta el legado de Felipe González, corroborando así la inexistencia del PSOE. Francisco Franco murió hace casi medio siglo, pero Arnaldo Otegui manda ahora más que nunca. Grazie, Antonio. Has traicionado toda tradición socialdemócrata con unos pactos sin igual en el resto de Europa. No eres el más progresista, sino el más vacuo de los progres.
Más. Sánchez se reunió con Pere Aragonès en La Moncloa. El presidente de la Generalitat exigió la “desjudicialización” de la política catalana, es decir, la total impunidad para los políticos separatistas. Como demostraron con las leyes ilegales del 2017, los de Oriol Junqueras son más favorables a la total politización de la Justicia. Pretendieron rematar a Montesquieu en plena Europa del siglo XXI.
Sánchez, probablemente, miró a los ojos al president y asintió. La mal llamada mesa del diálogo buscará las fórmulas. Un demócrata le habría dicho que la única manera de desjudicializar la política es no cometer delitos. Y, ya puestos, podría haberle exigido el cumplimiento de las sentencias y el respeto por los derechos de todos los catalanes. Pero no era el caso.
El plan de Sánchez sigue la estela de ZP. Su objetivo es debilitar a todos los partidos a su derecha, aún a costa de depender existencialmente de todos los partidos a su izquierda. En el País Vasco se va forjando una alianza con los herederos del terror para echar a un PNV cuyo apoyo a la moción de censura contra Mariano Rajoy le ha resultado tremendamente cortoplacista. Sánchez no solo blanquea a Bildu, lo aúpa al poder.
En Cataluña, Aragonès siempre fue el candidato de Sánchez. Salvador Illa solo era un instrumento fullero con el que ceder voto constitucionalista a los independentistas. CiU ya no existe y los herederos del pujolismo están inmersos en una carrera autodestructiva bajo la consigna del cuanto peor, mejor. Junts per Catalunya se ha convertido en una parodia de dictadorzuelos bananeros.
El tándem formado por Laura Borràs y Francesc de Dalmases nos permite imaginar la República de Catalunya como la peor de las distopías. Su capacidad para gestionar el dinero público solo es superada por su amor a la libertad de prensa. La guerra civil ‘indepe’ aflora la más fea realidad de la política catalana. Junts puede implosionar en cualquier momento, pero ahí estará el PSC para ser el sostén de Esquerra, para que esta pueda implementar todo su programa. La nueva alianza desactivará esa arma de distracción masiva que es el procesismo, pero sentará las bases de un segundo procés que tendrá, lamentablemente, más garantías de éxito.
A Sánchez el futuro de España le da igual; y el del PSOE, también, pero al PSOE empieza a preocuparle Sánchez. Pasan los días y crece la sensación de déjà vu. A las puertas del infierno económico, el triunfalismo presidencialista será creíble para los palmeros más inconscientes o untados.
Sin embargo, los presidentes regionales y los alcaldables socialistas empiezan a temer por sus cargos. Su ya menos amado líder es tóxico y las elecciones autonómicas y municipales están a la vuelta de la esquina. Seis comunidades podría perder el PSOE en mayo. De nuevo, ruido de sables. Sánchez aplicará su manual de resistencia contra el PSOE, si el PSOE no le aplica antes a él el más procedente de los despidos.