Sánchez y Aragonés se necesitan
Muy rápido ha dejado de utilizar Aragonés las supuestas escuchas de los móviles de los lideres independentistas. Podría hacerlo. Pero sería una posibilidad que beneficiaría de forma muy directa a sus compañeros de Govern, JxCat, su verdadera oposición en el Govern
La política tiene compañeros de necesidad. Son insustituibles, aunque perjudiquen en el trago medio. Pedro Sánchez y Pere Aragonés saben desde hace tiempo que se necesitan. Es una dependencia parcialmente electoral, parcialmente de gestión y parcialmente metafísica.
Lo que es en parte y no en toda su dimensión siempre tiene una parte oscura que emborrona el objetivo final. Y esa es la más complicada gestión que tienen en los próximos meses tanto el PSOE, como ERC. Al menos hasta que estén aprobados los presupuestos para el 2023, año de todo tipo de elecciones.
El objetivo lo tienen claro. Cómo se desarrollará el camino hacia ese punto de complicidad distante, es otra cosa. Al president de la Generalitat le lastra tenuemente el relato ideado por el independentismo a través de Pegasus, el denominado catalangate o la mesa de negociación. Per hasta eso parece diluirse.
Todas estas cuestiones son de alto voltaje que, de momento, están actuando sin excesiva acción y, si no desactivadas, sí despistadas en relación sobre cómo enfrentarse al nuevo escenario político catalán.
Muy rápido ha dejado de utilizar Aragonés las supuestas escuchas de los móviles de los lideres independentistas. Podría hacerlo. Pero sería una posibilidad que beneficiaría de forma muy directa a sus compañeros de Govern, JxCat, su verdadera oposición en el Govern.
La estrategia del president de intentar homologar relaciones con el Gobierno Sánchez parece estar ganando en las encuestas privadas de Esquerra
La estrategia del president de intentar homologar relaciones con el Gobierno Sánchez parece estar ganando en las encuestas privadas de Esquerra. Así que los movimientos ya están trazados, aprovechando que sus compañeros de gobernabilidad están con el marrón Laura Borràs, sin la determinación de echarla o no.
De momento, y sobre las próximas acciones de JxCat, y pensando en un “ferroagosto” largo, las cartas están sobre la mesa. Eso pasa por alejarse del posibilismo de Esquerra y lanzarse al monte como Joan Serrallonga, bandolero del siglo XVII y protagonista del cancionero, y volver al “procés”, calificando las mesas del diálogos como productos de anestesia. De momento, la pugna la gana Esquerra.
Por su lado, Pedro Sánchez, que después de su discurso en el Congreso en el debate Estado de la Nación ha normalizado sus relaciones con Podemos, muestra su amistad y concordia con los independentistas de Esquerra como un mal menor, fundamental para tirar adelante los próximos presupuestos. El arma arrojadiza que conserva el nuevo PP de Núñez Feijóo no tiene la potencia de otras épocas, mucho más focalizada en el posible desastre económico de los próximos meses que en una ERC que, en apariencia, tiene más sentido de gestión que el independentismo de hace unos años.
Nadie quiere romper la coalición ERC con JxCat. Demasiado dinero sobre la mesa
De la misma forma que un exceso de medicamentos obliga a algún fármaco que controle el equilibrio estomacal, Sánchez y Aragonés precisan de situaciones que mitiguen las reacciones adversas de algunas compañías. Pero para ello tienen el verano y unas buenas dosis de encuestas que les mesuren el estado de la acción.
En Cataluña el desequilibrio independentista es mayor. Pero las elecciones están mucho más lejos. Nadie quiere romper la coalición ERC con JxCat. Demasiado dinero sobre la mesa. En el Govern y en la Diputación de Barcelona, donde los poderes municipales del partido de Turull/Borràs, aunque demuestren su malestar con el pacto de 2019 con los socialistas, tragan sin problemas. Elecciones demasiado cercanas.
Todo lo aguanta un listón muy débil. Pero la necesidad manda. Así que no se esperan balanceos que puedan dar al traste equilibrios necesarios. La buena gestión no se la espera. Y de Puigdemont… Ese es otro capítulo.