Sánchez, Puigdemont, el hambre y las ganas de comer
Junts per Catalunya y ERC son socios de gobierno, pero no abandonan la estrategia partidista de cara a unas nuevas elecciones
Como la CUP se encarga de demostrar con sus equidistantes denuncias, Junts per Catalunya y ERC gobiernan juntos, practican la misma política, votan lo mismo y están de acuerdo, aunque no lo digan, en que la república va para largo.
La diferencia, pues, no está en el campo de batalla estratégico, sino en la necesidad que tienen de diferenciarse para conseguir la hegemonía del espacio independentista. El 21-D, Carles Puigdemont adelantó por muy poco a Oriol Junqueras.
Los últimos sondeos otorgan una clara ventaja a ERC, tanto en el ámbito municipal como unas autonómicas o en unas generales.
El pronóstico menos arriesgado es que, mientras los sondeos le anuncien pasos hacia atrás, Puigdemont se abstenga de cumplir sus amenazas de doble convocatoria (las municipales caen cuando caen, en el próximo mayo) sin posibilidad de cambiar de fecha.
El electorado de Puigdemont no es el de CDC, ni mucho menos el de CiU, y supera de largo al del Pdecat. Si así no fuera, la cabeza de Marta Pascal seguiría sobre sus hombros.
Sabido es que durante los últimos tiempos, los votantes soberanistas han transitado del espacio convergente al republicano sin el menor problema.
También es cierto que la vieja CDC ha evitado caer en la marginalidad política gracias a sus continuas estratagemas de excepcionalidad. La papeleta de tu vida, el voto refrendatario, ara sí…
Las cartas de ERC
El electorado de ERC es de ERC; el de Puigdemont, como el de Artur Mas, es la suma del voto residual de CDC y el de la tensión soberanista. Puigdemont ha aprendido de Mas que si disminuye la tensión se queda en calzoncillos electorales.
Su problema, su primer dilema, es mantener viva la tensión a pesar de que las expectativas de cumplimiento de sus sueños se hayan alejado.
De modo injusto, porque la decisión fue suya, cargó contra Pascal el fardo de haber apoyado a Pedro Sánchez.
Pero nadie le quita haber designado a Quim Torra. ¿Cómo acercar el sueño una vez cometido el sacrilegio de trocar la república por la Generalitat post-155?
Carles Puigdemont está atrapado
Junqueras es más inteligente que Puigdemont y cuenta con mayor experiencia. Ha advertido antes que su rival que puede ganar el pulso si renuncia a les expectativas. Todas para Puigdemont, ninguna para ERC.
La tensión es en buena parte artificial. Por mucho que sus fieles le ayuden a prolongarla, no conseguirá alargarla como un chicle. Las expectativas a corto corren un serio riesgo de demostrarse tan falsas como los ropajes del rey desnudo.
Políticamente, Puigdemont está atrapado. Su nuevo movimiento no tiene otro remedio que alimentarse de la impaciencia.
Por mucho que Torra se esmere en el papel asignado, la Generalitat es una superdiputación, no un sucedáneo de república.
La estabilidad actual es precaria. Lo difícil es mantener la estabilidad y la tensión al mismo tiempo, porque las expectativas se alejan. Junqueras puede quedarse quieto tanto tiempo como desee. Puigdemont está obligado a moverse.
Pero resulta que el único movimiento del que dispone es la convocatoria de elecciones y que a poco que retroceda en cualquiera de ellas se acabó su liderazgo.
Siempre le quedará refugiarse en el caparazón del símbolo, lo que podría haber hecho desde el primer día y sin duda lo que le convenía de no estar espoleado por esta alma convergente siempre ávida de poder.
Puigdemont quedará en evidencia si no pasa de las amenazas a Sánchez a los hechos: retirarle los votos (no la confianza, porque nunca se la ha dado). Esperar a las municipales sin mover ficha es demasiado arriesgado.
Convocar eleccciones en Cataluña puede significar el principio del declive
O actúa en otoño o la tensión disminuirá y se difuminarán las expectativas. Convocar elecciones en Cataluña puede significar el principio del declive y el fin de mantener en la presidencia a compañeros de viaje de CDC (viejo truco aprendido de la larga convivencia con el PSUC).
¿Está entonces atrapado? Sí, a no ser que a Sánchez le convenga ir de cabeza a elecciones y encuentre en la perfidia antiespañola del exiliado a un culpable de haberle empujado.
De paso, Puigdemont acusaría a ERC de colaboracionismo gratuito. A veces el hambre se une a las ganas de comer.