Sánchez por Barcelona en plan influencer
Podemos es un socio cautivo, solo puede gobernar con Sánchez y ERC es el socio estratégico. Aragonés no lo sabe pero en poco tiempo también será socio y rehén de Sánchez.
Al finalizar la reunión entre Pedro Sánchez y Pere Aragonés, Carlos Cué de El País preguntó al Presidente del Gobierno de qué habían hablado durante dos horas si ni habían abordado el tema de la ampliación del aeropuerto, ni de autodeterminación, ni de amnistía, a lo que Sánchez respondió: “la imagen también es importante”. Y es que efectivamente Pedro Sánchez se ha pasado del texto a la imagen, es un instagramer.
Entre bandera española que aparece y desaparece en función del político que comparecía en la sala gótica del Palacio de la Generalitat, Sánchez y Aragonés no celebraron mesa de diálogo alguna, solo reafirmaron su pacto. Podemos es un socio cautivo, solo puede gobernar con Sánchez y ERC es el socio estratégico. Aragonés no lo sabe pero en poco tiempo también será socio y rehén de Sánchez porque o lo apoya gratis o podrá ser acusado de alimentar las opciones de que el PP llegue a Moncloa como se le escapo a Rufián en la sesión de control: “o la mesa funciona o PP y Vox se acercan a Moncloa”.
Sánchez acudió a Barcelona al rescate de su aliado más valioso y estaba dispuesto a asumir el coste de la foto de la mesa de diálogo a cambio de presupuestos, estabilidad parlamentaria e investidura en 2024 y se encontró con el regalo de Junts per Catalunya. Lo tendrá todo a cambio de nada.
Por primera vez desde el negro sexenio del Tripartito los exconvergentes han comprobado que supone perder la presidencia y ser la tercera fuerza política en el Parlament. Su espantada no evita la foto, que es el objetivo confeso de Sánchez, y aleja al entramado convergente del centro del poder. Les queda el derecho al pataleo y la extravagancia. En ambas cosas son expertos.
Paradójicamente la actuación de Junts per Catalunya refuerza la alianza entre ERC y el PSOE y hace a ERC más dependiente de Moncloa. La foto entre Sánchez y Aragonés hace de ERC en un partido sistémico, uno fía su suerte a la del otro.
Sánchez sabe que el centro de la política española ya no es Cataluña, excepto en términos de aritmética parlamentaria, y que su reelección se juega en la economía, el precio de la luz, el paro, la inflación, el precio de la gasolina y los errores no forzados que comete el PP por lo que se podía permitir venir a Barcelona, atender la exigencia de Aragonés de estar presente en la negociación y volverse a Moncloa sin que eso le afecte lo más mínimo.
Las terminales monclovitas equiparan el discurso de Junts y la CUP al del PP y este no tiene capacidad de respuesta para desmontar la obvia falsedad por su debilidad en Cataluña. Cataluña se ha convertido en un tema molesto y desagradable, una especie de acúfeno en la política española que hay que gestionar con paciencia, sin alterar en demasía a los socios parlamentarios pero el problema de Sánchez no es ni Aragonés ni Casado, son las quejas de Lamban o Garcia-Page.
Este otoño asistiremos a un debate presupuestario placido, ERC votará a favor y Sánchez no tendrá que dar ni indultos, ya lo hizo, ni dinero para inversiones, ERC no las quiere para no enfadar a la CUP y a sus bases, más cercanas a los CDR que a la institucionalidad.
La batalla se centrará en la energía y no en Barcelona, el ‘procés’ muere por irrelevante.