Sánchez hace autocrítica a Podemos y Susana prepara la batalla

Pedro Sánchez está convencido de que ha ganado. Su batalla era evitar el sorpasso y para él no tiene importancia haber batido otra vez el record de peor resultado de la historia electoral del PSOE. Hizo un silencio sobre la derrota propia e incluso fue brillante resaltando los errores de Podemos. Podría decirse que no vio mácula en su liderazgo ni en los resultados del PSOE. Tal vez habría que considerar la conveniencia de que Pedro Sánchez interviniera ante la dirección de Podemos e Iglesias en la del PSOE. Sería más clarificador.

Ustedes quizá no hayan interiorizado la mecánica, la lógica de pensamiento del actual líder del PSOE. La base, el fundamento de su política es interna. Lo único que cuenta es conservar el poder interno en el PSOE. No importa que el recipiente esté cada vez más vacío. Lo importante es controlar el tapón, aunque el desagüe esté flojo. Si no se interioriza este principio, es imposible entender los procesos de pensamiento de Pedro Sánchez. Una vez más, no perder la secretaría general es el único objetivo. Todo lo demás, incluida la regeneración del PSOE, no tiene para él ninguna importancia.

Varias alarmas sonaron durante el Comité Federal en la sede de Ferraz.

Brillante y dura intervención del presidente de Asturias, Javier Fernández. Si los socialistas catalanes persisten en un referéndum solo para Cataluña, en la llamada vía «canadiense», tendrán que replantear la relación que el PSC tiene con el PSOE, antes de que ellos se la replanteen al PSC. Una llamada de atención sobre la reactivación de la marca «PSOE» en Cataluña. Y una auténtica línea roja para muchos de los asistentes.

La respuesta de Pedro Sánchez, naturalmente en clave interna: «tiene magníficas relaciones con el PSC», con cuyos votos, los de sus militantes, cuenta para su reelección como secretario general en el próximo congreso. Lo demás, las contradicciones entre PSC y PSOE, carecen de importancia.

Pedro Sánchez mantiene altos sus apoyos en el partido. Algunos son más papistas que este papa. Le animan a volver a intentar su investidura con el apoyo, pretérito, de Podemos. No han aprendido nada. No saben nada de la naturaleza del problema del socialismo español porque su credo es solo el «sanchismo». De momento, el secretario general del PSOE no ha elegido esta vía y se manifiesta instalado en la oposición.

Como se esperaba, ninguna posibilidad de que el PSOE se abstenga en una potencial investidura de Rajoy. Unanimidad en que Mariano Rajoy se tiene que esforzar en buscar apoyos en otra parte. ¿Cuál es el límite de esta premisa? ¿Está dispuesto Pedro Sánchez a la posibilidad de unas nuevas elecciones? Esa pregunta todavía no tiene respuesta, pero nos traslada a un escenario de negociaciones largas del presidente en funciones y hace previsible que una hipotética investidura, siempre en segunda vuelta, tenga un recorrido de tiempo bastante largo. Desde luego, vacaciones sin gobierno. Quizá no vivamos tan mal sin gobierno.

Si alguien esperaba alguna reflexión de futuro en este cónclave socialista, se ha quedado con las ganas. En la sede de Ferraz no se siente ni se padece por la profunda crisis de la socialdemocracia en Europa ni por el declive dramático del socialismo español. Nada que decir del escenario europeo después del «brexit». Nada del actual carácter tácito confederal del partido socialista español. Nada sobre el modelo de oposición. Nada sobre el futuro que está instalado en la supervivencia de Pedro Sánchez

La voz crítica fue una vez más la de Susana Díaz: «Nos hemos salvado por la campana».

Entre quienes se oponen a la continuidad de Pedro Sánchez en la secretaría general en el próximo congreso, no hay ninguna duda de que la actual presidenta de la Junta de Andalucía luchará por el liderazgo del PSOE. Tampoco que Pedro Sánchez utilizará todas sus armas, que no son pocas, para dar esa batalla. No hay fecha.

Pero varias voces, sobre todo fuera de la reunión, trataron de establecer otros límites al juego político interno. Según estas, se acabaron las consultas o referéndum internos porque, en expresión de uno de ellos, «a nosotros no nos eligieron para eludir las decisiones haciendo test continuos a las bases. Esto no es una asamblea permanente de facultad».

Hace tiempo que en el PSOE han quedado muchos abducidos por el romántico encanto de las consultas a las bases. Es la mejor manera de esquivar los órganos de control internos del partido. La dinámica demográfica, la pirámide de militancia, es favorable. Si sigue encogiendo la militancia, pronto se podrá ejercer la democracia directa en un recinto cerrado. Ni en el Bernabeú ni en el Calderón. Bastará el Palacio de Congresos de Madrid. A lo mejor sobra aforo.