Sánchez gana y Cristiano hace de Pablo Iglesias
Ayer hizo frío en toda España. En algunas zonas, mucho frío. Y este es un país que se acobarda con cuatro copos de nieve. En esas condiciones, unos 100.000 militantes del PSOE se acercaron a las sedes del partido para contestar a una pregunta ambigua que no hubiera pasado el filtro de ningún referéndum que se precie.
Bien abrigados, votó la mitad del censo del PSOE; un 79% de los votantes le dijeron a Pedro Sánchez que podía hacer lo que quisiera. Que estaban de acuerdo con que pactara con cualquiera para ser presidente del Gobierno. Tal vez el éxito radicó en una pregunta sin otro fundamento que permitirle a Sánchez hacer su voluntad frente al filtro de los barones.
No fue una respuesta a la «búlgara», que es como se llamaban antes a los referéndum de adhesión cercanos al 100% al líder inquebrantable. Ese 20% largo que votaron en contra puede significar que en unas primarias para renovar o elegir al líder, secretario, candidato, las cosas no estén tan fáciles para Sánchez.
El sábado, hasta el Real Madrid hizo el ridículo en el Santiago Bernabeu; la afición empieza a querer cazar a Florentino porque ya no tendría sentido degollar a otro entrenador. En ausencia por retiro de Pablo Iglesias, Cristiano se puso el traje de provocador. Llamó inútiles a sus compañeros.
En ese sábado frío, quienes escriben los argumentarios del PP, los guionistas del primer partido, se estrujaban el cerebro para ser irónicos, sobre todo, contra Albert Rivera.
Rafael Hernando le llamó «pichón», y el líder de Ciudadanos les contestó que no entiende que Rajoy le diga «no» al rey y se meta con él por conseguir pactar con el PSOE, que es con quien quiere pactar Rajoy. Y en este sábado frío, Iglesias ha decidido invernar hasta que suba la temperatura política y Sánchez se estrelle en el Parlamento.
En el fondo seguimos como al principio, solo que con 135 diputados para que Sánchez no tenga el apoyo solo de los suyos. Y tenemos que cumplir el compromiso con nosotros mismos de seguir siendo prudentes.
Veamos el calendario:
Empezará la semana con un día de gloria para quien se atrevió a aceptar el encargo del rey sabiendo que no podría ganar a la primera. Todo el escenario y todos los focos para Sánchez. Tiempo ilimitado para el líder del PSOE en el primer acto de la nueva campaña electoral. Ese día, el resto de los partidos solo podrán contestarle en los pasillos del Congreso. Ventaja de disponer de la presidencia de la cámara.
Al día siguiente será el turno de Mariano Rajoy y de los demás líderes, en orden decreciente con el número de escaños. La gran ocasión de Iglesias para el primer acto de su sorpasso. El líder de Podemos ha avisado que no intentará ningún acercamiento hasta que se consume la segunda votación.
Sánchez tiene a su favor el reglamento del Congreso. Puede intervenir cuando quiera, sin límite de tiempo.
Los debates de investidura y de estado de la nación están diseñados para que gane quien se somete a juicio. Los demás tienen muchas cosas en contra. Pero es la gran oportunidad de Iglesias. Su gran enemigo es lo que su compañero Juan Carlos Monedero llama «soberbia intelectual»; la gran obsesión de Iglesias por gustarse a sí mismo. Tendrá que hacer creíble su voluntad de pacto más allá de para controlar los servicios de inteligencia y a los jueces.
Rajoy tiene síndrome de mendicante. Las órdenes mendicantes proliferaron en la Edad Media y vivían exclusivamente de las limosnas. Eso es lo que pasa cuando se reclama el derecho a gobernar por ser la lista más votada y no se encuentra a nadie que te de un estipendio, un voto.
Hay que saber si los otros figurantes, Izquierda Unida y Compromís, han unido su destino a Podemos. Agotaran el papel que han adoptado de correveidiles, de llevar y traer recados entre el PSOE y Podemos. Al final, si sucede como parece e Iglesias sigue pretendiendo cosas imposibles, Izquierda Unida y los valencianos tendrán que sopesar si tienen más desgaste a la sombra de Podemos o pactando con el PSOE. Son pocos votos pero simbólicos.
Sé que no hemos aclarado demasiadas cosas. Pero los pronósticos son mutantes y la realidad imprevisible. Mi instinto solo me dice dos cosas. Hoy el partido del Barça y el Sevilla vale casi un alirón. Y el Barça ganará con sobresaltos. Y mi otro vaticinio es que no habrá elecciones después de un par de meses de agonía. No me pregunten cómo, porque no tengo ni idea. La clave está en si el PP y Podemos están dispuestos a votar lo mismo.