Sánchez, en la épica de la resistencia y Rajoy, blindado

Este hastío no tiene nada que ver con la desesperación. No hay rebeldía, solo cansancio. España se ha organizado en una burbuja alrededor de su ombligo. Mientras en Estrasburgo el debate sobre el estado de la Unión perfila la Europa post «brexit», en España estamos sometidos a las tensiones del Toro de la Vega y a la búsqueda de Diana Quer.

Vayamos por partes:

Pedro Sánchez ha conseguido instalarse en la épica de la resistencia. El heroísmo de sortear todas las presiones para hacer inmutable el «no es no» a Mariano Rajoy. Son los nuevos héroes de la sociedad española que no van a consentir un gobierno de este PP corrupto. Hay un orgullo en las bases socialistas de carácter numantino. «resistir es vencer»; no importa ser menos en unas probables nuevas elecciones, porque es el precio de la soledad de la pureza.

Es absolutamente cierto que se han roto todos los canales de comunicación entre el sanedrín de Ferraz y los líderes territoriales. No suena ni siquiera el teléfono rojo de alarma nuclear electoral. Ni las amenazas crecientes de una catástrofe en las elecciones vascas y gallegas.

La única realidad establecida en el PSOE es la cuestión orgánica, el próximo congreso que se celebrará cuando la crisis institucional de gobierno lo permita. Y mientras tanto silencio sepulcral, con una bala en la recámara de Pedro Sánchez. La consulta a las bases que han recuperado un cierto orgullo de ser socialista en la derrota.

El Comité Federal no cambiará nada

La dignidad ha sustituido a los proyectos de futuro. El antagonismo se ha cargado la tradición del diálogo y entendimiento que ha tenido el PSOE durante toda la transición. Después de la derrota en Galicia y Euskadi, el Comité Federal que se celebre no significará nada. Si lo pierde Pedro Sánchez, como pudiera ocurrir, recurrirá a un referéndum de unas bases movilizadas únicamente con la confrontación con Rajoy y el orgullo de haber bloqueado a un gobierno corrupto. No hay más relato.

Enfrente, Mariano Rajoy y el PP ha conseguido la vacuna de la inmunidad contra el virus de la corrupción. No hay más que asomarse a las redes sociales que bromean sobre el aumento de escaños que les proporcionará la imputación de Rita Barberá. La corrupción está consiguiendo un espacio electoral creciente en esta España con vacaciones de gobierno. Probablemente sea tan hiperrealista la corrupción del PP que los ciudadanos empiezan a pensar que solo es realismo mágico.

Mariano Rajoy no habla ya del desafío de la Díada. Ni siquiera guarda las formas de un pretérito interés por las cuestiones de Europa. Toda su energía está volcada en la campaña gallega donde una victoria holgada será el éxito que encubrirá lo que debería ser un calvario judicial por la corrupción.

Hay un consenso básico en que unas terceras elecciones serán nocivas para Ciudadanos, Podemos y PSOE. Ciudadanos se agota inundado por su sentido común. No tiene quien lo compre porque ya no cotiza en el mercado de valores democráticos. Podemos ha agotado su discurso de rebeldía. De tanto escuchar el mismo mitin ha acabado por convertirse en caricatura. Da lo mismo qué líder de Podemos esté en el plató de televisión porque es la misma partitura que no emociona y apenas interesa.

Con estos mimbres se confirma que Mariano Rajoy está encantado esperando las elecciones de diciembre, acrecentando sus votos en cada nueva cosecha sin necesidad de hacer ningún esfuerzo.

Me da la impresión de que los ciudadanos están actuando como niños pequeños que solo quieren ver los mismos dibujos animados una y otra vez.

Cuando el hastío y el cansancio se establece con un desbordamiento de indignación se hace inicuo. No altera la sustancia electoral porque la protesta será silenciosa. Solo consistirá en no acudir a las urnas.