Sanchez el insaciable
Vivimos en España un problema de magnitud histórica, que si no fuera por la velocidad a la que transcurre nuestra vida cotidiana, debería haber hecho caer al Gobierno hace meses
Decía Winston Churchill que «algunos cambian de partido para defender sus principios; otros de principios para defender su partido». Lo que no podía prever el político conservador es que Pedro Sánchez iba a ser capaz de cambiar los principios de su partido, imponerle los suyos -es decir, ninguno- para defenderse a sí mismo.
Vivimos en España un problema de magnitud histórica, que si no fuera por la velocidad a la que transcurre nuestra vida cotidiana, debería haber hecho caer al Gobierno hace meses. Pero cada escándalo sucede al del día anterior y no da tiempo casi ni a analizarlos.
A todos esos escándalos que sería imposible enumerar, se suma estos días otro de magnitudes muy diferentes. La política económica de Pedro Sánchez. No ha habido en la historia de la democracia española, ni siquiera en los tiempos más críticos, ningún gobernante que se haya aprovechado de los ciudadanos como lo está haciendo el todavía presidente del Gobierno.
Es cierto que España, como miembro de la Unión Europea, tiene en parte limitada su capacidad para maniobrar en términos económicos. Pero el margen de actuación es notablemente amplio. También es conocido que la izquierda, y el PSOE en concreto, tiene una extraña habilidad para impedir el desarrollo de la economía.
Culpar a la guerra de Ucrania de la inflación, de la subida del combustible o de todos los males de la economía nacional resulta una impostura. Una impostura que no he tenido empacho en adoptar Pedro Sánchez. Aunque sepa, porque lo sabe, que los problemas para la economía doméstica de los españoles tienen su origen mucho antes, y no solo por culpa de la pandemia. La guerra y la pandemia solo son la guinda de un pastel cuya elaboración empezó el mismo día no de la moción de censura, sino de la aprobación, casi dos años después de los primeros presupuestos generales del Gobierno actual.
«Los ciudadanos no solo se darán cuenta de que hay una alternativa al desgobierno, sino que advertirán que ellos solo podrán recuperarse, cuando Pedro Sánchez deje la Moncloa»
Eloy Suárez, presidente de la Comisión de Hacienda del Congreso y diputado del PP
Con los precios de la energía desbocados (y comprometiendo seriamente las economías de las familias más humildes); con el combustible inasumible (a la inflación hay que sumarle la carga impositiva) para particulares, autónomos y empresas; y con la cesta de la compra en niveles casi previos a los Pactos de la Moncloa, el Presidente del Gobierno ha decidido aprovechar todo eso para recaudar, empobrecer y esquilmar el bolsillo de los ciudadanos. ¿Para qué necesita todo ese dinero? No lo ha explicado. Y la excusa del mantenimiento de los servicios públicos es la excusa habitual de la izquierda para poder gastar el dinero de todos, engordar la administración y pagar prebendas y favores.
A primeros de año, viendo que la recaudación vía inflación le iba a dejar pingües cuantías de dinero de los contribuyentes en las arcas públicas, planteó un supuesto plan que anunciaría a finales de marzo. Es decir, dilató todo lo que pudo la presentación de ese presunto plan económico. Y ahora toca convalidarlo en el Congreso de los Diputados para que entre en vigor. ¿Cuánto ha aumentado la recaudación? Entre 7.500 y 10.000 millones de euros solo en lo que llevamos de año. Es equivalente a la que el Gobierno, con su subida de impuestos preveía obtener a final de año.
Bajada de impuesto del PP
El Partido Popular, una vez superada su crisis de liderazgo, ha planteado un plan de sentido común: si la recaudación del Estado ha aumentado a causa de la inflación, lo normal es que se bajen los impuestos a quienes están sufriendo ese aumento descontrolado de los precios desde hace más de un año en una cuantía equivalente a ese exceso que han tenido que aportar por la subida de precios. Parecido pretende con las empresas: su competitividad y el mantenimiento del empleo, no puede estar sometido a un vaivén donde a la ver que se prohíbe el despido, se compromete su viabilidad y sus gastos fijos aumentan.
El desprecio de Pedro Sánchez al plan propuesto por el Partido Popular, y remitido por Alberto Núñez Feijóo a la Moncloa con una lealtad institucional impecable, no es de recibo. Podría haberlo mirado, debatido o, simplemente, despreciarlo con otro documento apoyado con argumentos técnicos. Nada de eso. No solo no lo ha mirado, lo ha despreciado y ha mentido sobre él, sino que espera que el Partido Popular apoye el Decreto del Gobierno porque sí.
Pedro Sánchez está nervioso. Ahora que hay alternativa no quiere mirarla. Ahora que hay alternativa, quiere despreciarla. ¿Por qué? Porque si acepta las propuestas del Partido Popular -puro sentido común fiscal y económico- los ciudadanos no solo se darán cuenta de que hay una alternativa al desgobierno, sino que advertirán que ellos solo podrán recuperarse, cuando Pedro Sánchez deje la Moncloa.