Sánchez e Iglesias, ¿un acuerdo imposible?

Todo al mismo tiempo es muy complicado. Es lo que pretende realizar Pedro Sánchez, el líder del PSOE, que se reunirá este miércoles con Pablo Iglesias para lograr su investidura.

España ha capeado como ha podido una de las crisis económicas más profundas de las últimas décadas. Aunque se pueda considerar que en los primeros años ochenta fue peor, –recuerden la reconversión industrial–, la falta de horizonte es lo que preocupa más a los ciudadanos en estos momentos, porque se ha añadido un cambio en el modelo productivo.

Deberíamos confiar en Schumpeter, pero no es fácil. Todos los países compiten por crecer aportando mayor valor añadido. También China sabe que su modelo se puede agotar antes de lo previsto. En ese contexto, con refugiados en Europa que huyen de Siria, con actos terroristas periódicos con la excusa del Islam, España se encuentra sin gobierno. Es cierto, como explican algunos expertos, que no pasa nada, que en las democracias maduras las negociaciones para formar un nuevo Ejecutivo, si los resultados de las elecciones obligan a ello, son largas y complejas.

Pero es que, tras el 20 de diciembre, las negociaciones no se han producido. Aunque se debe valorar el documento de gobernabilidad entre el PSOE y Ciudadanos, el diálogo apenas se ha practicado. Puede ser muy compleja la negociación sobre un aspecto del programa político, sobre cómo reformar, de nuevo, el mercado laboral, o sobre cómo se puede ayudar a las pequeñas y medianas empresas para que cobren mayor dimensión y se internacionalicen. Pero es que no estamos en eso. Por ahora lo que se discute es la investidura, únicamente, del socialista Pedro Sánchez, tras la imposibilidad de Mariano Rajoy de lograr el apoyo del PSOE.

Y en esa tesitura se producirá la entrevista entre Sánchez e Iglesias, con problemas que afectan a los dos dirigentes. Podemos lo comienza a tener claro. El apoyo al PSOE tiene tres grandes dificultades, como ha descrito Juan Carlos Monedero: es difícil apoyar a un dirigente discutido en el interior del partido socialista, con la sombra de Susana Díaz, desde Andalucía, y dispuesta a jugársela para acceder a la secretaría general; el próximo gobierno deberá reducir el déficit en unos 10.000 millones, como le pide Bruselas, porque negociar plazos más laxos parece más complicado todavía; y en ese posible acuerdo estaría también Ciudadanos, que reclama reformas muy alejadas de lo que desea Podemos.

Esa es la realidad. En el campo de Pedro Sánchez figuran los tres mismos problemas. No tiene la seguridad de que el partido le respalde, deberá asumir la agenda de la Comisión Europea, y su socio, Albert Rivera, –en Andalucía es vital para sostener a Díaz– empuja en dirección contraria a la de Podemos.

Los días ahora, a pesar de que se alarguen por el cambio horario y la llegada de la primavera, pasarán rápido. En el seno del PSOE se ha acordado aplazar el congreso para reelegir a Pedro Sánchez, o para elegir a una nueva o nuevo secretario general. Se entiende que Pedro Sánchez tiene todavía opciones de ser presidente del Gobierno, y que, en todo caso, se caminaría hacia unas nuevas elecciones, fijadas para el 26 de junio. Es una prórroga para Sánchez que puede servir de muy poco.

Pero lo intentarán. Guste más o menos, la política es liturgia. Y todos los actores deben preparar a los suyos para unas más que posibles nuevas elecciones.