El 28M quita a Pedro Sánchez 60.000 cargos para hacer campaña
La derrota electoral del PSOE y el adelantamiento de las elecciones plantea un futuro sombrío sobre miles de cargos y empleados políticos
Entre 300.000 y 400.000 personas viven y trabajan en España en la industria de la política. De ellos poco más de 70.000 son electos, el resto cargos digitales de la administración y asesores.
Aparentemente el Partido Socialista ha retrocedido poco, solo 1.557 concejales, pero eso se concreta en la perdida de infinidad de gobiernos municipales importantísimos como Sevilla, Toledo, Castellón, Segovia, Palma, etc…
A nivel autonómico la situación es parecida, el PSOE no tiene grandes pérdidas en escaños, pero puede perder diversos gobiernos regionales: La Rioja, Aragón, Baleares, Comunidad Valenciana, Extremadura.
La pérdida de centenares de ayuntamientos, diputaciones y consejerías implica el cese inmediato de decenas de miles de asesores, jefes de gabinetes, secretarios autonómicos, presidentes de consorcios, entes públicos y una infinidad de organismos públicos poblados por personas afines al partido gobernante y al que deben el trabajo.
Miles de personas en la cola del paro
Mucha gente no lo sabe, pero todas estas personas tienen un régimen laboral precario y una vez cesan no tienen, en su gran mayoría, ni indemnización ni paro, y por tanto, miles de personas que en caso de que el PSOE hubiera repetido el resultado electoral autonómico y local de 2019 ahora estarían trabajando entusiásticamente para la reelección de Pedro Sánchez.
Pero la realidad es muy distinta, en este momento se encuentran bajos de ánimo y en la cola del paro. En el caso de los cargos políticos caso no hay fijos discontinuos de los que tanto se pavonea Yolanda Díaz ni nadie les guarda ningún sitio a la espera de que la ciudadanía les vuelva a votar.
Al lector menos introducido en el funcionamiento del mundo político esto puede parecerle irrelevante pero no lo es. El PSOE pierde fuerza de transmitir mensajes, merma en su capacidad de organización y tienen menos militancia cautiva dispuesta a realizar labores de interventor en una mesa electoral, preparar papeles o pedir el voto.
El panorama en Podemos
Entre los socios de Sánchez el panorama es aún peor. Podemos se ha convertido en extraparlamentario en la primera y la tercera circunscripción más pobladas de España, Madrid y Valencia; dicho de otro modo, se ha quedado sin recursos para hacer campaña y en Barcelona Ada Colau, la niña de los ojos de la vicepresidenta Díaz, ha perdido la alcaldía.
Pintan bastos para la izquierda desmovilizada y sin el doping del personal eventual político y de confianza que confiere el poder.
Un cálculo prudente sitúa las pérdidas de recursos humanos socialistas en unas 60.000 y si se suman todos los partidos asociados al Frankenstein y que el 28M se han visto chamuscados por la proximidad a Sánchez el ERE encubierto en los partidos de la izquierda alcanza las 75.000 personas.
Sánchez se ha equivocado al adelantar las elecciones. No es una jugada maestra, es un descabello
Joan López Alegre
Yolanda Díaz y José Luis Escrivá no sufren porque este alud de inactivos imprevistos embarre la lista del paro, primero porque los cargos municipales cesan el 17 de junio e irían a la estadística de junio y los autonómicos no se reflejarían hasta la de agosto, ya pasadas las elecciones, pero al no tener derecho a prestación alguna no saldrán en ninguna estadística.
Las expectativas del PP
En el lado contrario la situación es inversa. Sánchez convoca las elecciones dos meses después del trastazo que se ha llevado hace una semana. En Francia, donde las legislativas se celebran mes y medio después de las presidenciales, saben bien que siempre gana la Asamblea Nacional el partido del presidente recientemente elegido.
Un mes después de haber tomado posesión los nuevos alcaldes de Valencia, Cádiz o Murcia siguen en estado de gracia con sus votantes y la ristra de cargos recién estrenados tienen toda la motivación para unas elecciones que pueden hacer, en caso de victoria de Feijóo -con o sin coalición con Abascal-, que su mandato sea aparentemente más plácido… siempre que el ejercicio del gobierno sea razonable y no acabe por chamuscarles como le ha pasado a los barones socialistas en muchos casos derrotados por la catarata de errores de Sánchez.
Sánchez se ha equivocado al adelantar las elecciones, quizás así sofoca una rebelión interna en su partido, quizás aligera su agonía, pero no es una jugada maestra: es un descabello. Tras una derrota de esta dimensión la moral de la tropa es baja y tras un descanso veraniego las cosas podrían haberse visto de otra manera. Ahora, tras las elecciones de julio, a esos 75.000 cargos se sumarán otros tantos que con toda probabilidad tendrán mucho más tiempo del previsto para descansar.