¿Saben ustedes quién es Enrique Tomás? Pues tomen nota…

Fernando de Rojas, autor del clásico español La Celestina, decía que “jamás el esfuerzo desayuda a la fortuna”. Él lo dijo hace unos siglos, pero su aforismo sigue vigente a día de hoy. Enrique Tomás es un empresario de la Catalunya real, de aquella que sobrevive entre el mestizaje cultural y los escasos episodios de movilidad social.

 
Tomás es capaz de facturar entre 40 y 50 millones de euros y tiene más de 60 tiendas en España

Tomás nació en Badalona en 1966. Es un hombre joven y lleno de ímpetu, una personalidad arrolladora y capaz de completar cualquier vacío. Explica que era miembro de una familia de 11 hermanos que vivía en la ciudad catalana y poseía un colmado, un tipo de establecimiento que nos parece démodé, pero que presidió las infancias de quienes estamos en su tramo generacional. Tomás acabó la educación primaria, entonces la EGB, a los 12 años y unos meses más tarde ya se emancipaba económicamente de su familia. De lunes a viernes trabajaba en el comercio familiar, luego los fines de semana explotaba una máquina de elaborar pollos asados (a l’ast) y con aquellos ingresos independientes de su entorno familiar emprendió el vuelo.

Hoy, treinta y tantos años después, Enrique Tomás es el rey del jamón en España. Y lo ha hecho desde el área metropolitana de Barcelona, abriendo tiendas por todas las poblaciones de la corona urbana de Barcelona, luego en la propia capital catalana y últimamente en Madrid e incluso Londres. Oírle hablar es relacionarse con una persona inteligente, astuta, de un alto sentido común, capaz de sorprender por sus conocimientos y sin pretensiones. ¡Cuánto titulado universitario y máster del universo debiera aprender de su humildad!

Ahora se acaba de inventar en Barcelona una especie de museo del jamón. Le llama Jamón Experience, porque a los visitantes de la Ciudad Condal les conviene encontrarse con nomenclaturas fáciles de recordar. Pero lo más curioso es que Tomás es capaz de facturar entre 40 y 50 millones de euros, contar con más de 60 tiendas en España y tener un proyecto entre manos que le permitirá triplicar sus ingresos en un tiempo récord sin apenas grandilocuencia.

Proyectado desde la Badalona laboriosa, desde una familia más que humilde y sin posibles, sin palco en el Liceu, le permite responderle al presidente Artur Mas que no, que él no va rápido; que el esfuerzo es la inscripción tatuada en su frontispicio personal y que si alguien va demasiado veloz igual es el político y sus acompañantes. Tomás, como Manuel Lao (Cirsa), José Antonio Castro (Hesperia), Julio Fernández (Filmax), Miguel Fernandez (Festina) o Félix Revuelta (Naturhouse), entre otros, no han contado más que con su inteligencia natural para sacar adelante grandes proyectos empresariales. Sin pedigrí, sin ascensor social previsto, sin apoyos y sin empujones de clase, el esfuerzo y el talento les ha servido.

Esos son los catalanes que cada vez me gustan más, vendan jamón, créditos, relojes o biblias. Su mérito, la fortuna claro, llegó tras el esfuerzo.