¿Sabe Rajoy que Rivera sí puede ser presidente del Gobierno?
Bien. En ocasiones hay que recordar lo obvio. Felipe González caracterizó a José María Aznar con esas palabras: «Aznar solemniza lo obvio», vino a decir. Pero es que, a veces, debemos recordar cuestiones que se conocen, de las que somos conscientes, pero que decidimos dejar a un lado. Y es que las elecciones generales del 20 de diciembre son elecciones parlamentarias.
Lo que los españoles podremos elegir es un Congreso y un Senado. Es cierto que el Congreso, que se constituye en poder legislativo, tiene en sus manos, también, la elección del poder ejecutivo. Del Congreso surgirá un presidente del Gobierno, pero no de forma directa.
España puede cambiar. Puede optar por otro sistema. Pero, por ahora, no tiene un sistema presidencial. Por tanto, primera lección, para todos los candidatos a la presidencia del Gobierno, empezando por Mariano Rajoy: No se eligen presidentes del Gobierno, no se elige a un presidente de la República, ni al presidente de Estados Unidos, para dejarlo claro.
¿Qué quiere decir? La regla no escrita en España es que el partido que gana las elecciones es el que está llamado a ofrecer su candidato a la presidencia del Gobierno.
Normalmente –debería cambiar algún día—se trata del número 1 de la lista del partido por la circunscripción de Madrid. Podría ser por cualquier otra provincia, pero es por Madrid. Y, como no ha pasado nunca, como no hay precedente, se entiende que quien quede primero, será presidente. En este caso, Mariano Rajoy sigue en primer lugar, según todas las encuestas. El resto de fuerzas políticas podrán o no complementar una mayoría del PP, pero no deberían dejar en la estacada a Mariano Rajoy. Pero, ¿por qué no?
Albert Rivera lo lleva advirtiendo hace unos meses, y en concreto en los últimos días. El primer encargado en formar gobierno será el que quede primero, pongamos que Rajoy, pero si no tiene éxito, esa responsabilidad pasa al segundo, e, incluso, al que quede tercero en las elecciones. Y sí, Albert Rivera puede ser presidente, si logra una mayoría parlamentaria para ello.
En España se dice que no se entendería un gobierno formado por el segundo y el tercer partido, porque sería «un pacto de perdedores».
El PP explica que sería contra natura, porque los españoles habrían querido que ganara Mariano Rajoy. Pero en un sistema parlamentario lo importante es la formación de una mayoría de diputados estable, que apoye a un ejecutivo.
El PP –o cualquier otro partido al que le pueda suceder lo mismo—no puede decir que eso iría en contra de los españoles. Si el PP obtiene el 22% o el 26% de los electores, puede gobernar con el concurso de otro partido, pero también quedar en la oposición, porque dos fuerzas políticas, con porcentajes similares, suman sus esfuerzos para lograr un 45% o un 48%, por ejemplo.
En las dos próximas semanas se decidirá el futuro de España. Ciudadanos ha constatado que no se casará con nadie. Puede complementar una mayoría con el PP, pero también una mayoría con el PSOE que deje a Rajoy en la oposición. De la misma forma que lo pueda lograr el socialista Pedro Sánchez.
Vayamos viendo todas esas posibilidades, todas ellas absolutamente legítimas. Y desterremos luego un ataque de ira, la bronca continua, y el bloqueo institucional.
Desafortunadamente, –aunque se pueda entender la posición—el PP lo hizo con la elaboración del Estatut. Estaba en la oposición, pero ‘gobernó’ en toda la legislatura de Rodríguez Zapatero, utilizando el poder judicial, con su minoría de bloqueo.
Una de las lecciones para este 20D debería ser ésta: hay tres posibles presidentes, Mariano Rajoy, Albert Rivera y Pedro Sánchez, con Pablo Iglesias algo descolgado. Con las alianzas que se establezcan, España debería aprender que puede haber gobiernos de coalición, con oposiciones fuertes, pero con el espíritu común de colaborar y conseguir que el país avance.
No vale decir que no ha pasado nunca, y que la UCD, de Adolfo Suárez, gobernó en minoría, dejando claro que había ganado las elecciones. Siempre hay una primera vez para todo.
¿No deberían los dirigentes políticos, todos, comenzar a aceptar esta realidad, y dejar de asustar a los ciudadanos?