Rompiendo el tabú de la salud mental: no estás sólo

Son muchos los altos ejecutivos que padecen trastornos de salud mental: la depresión, la ansiedad y el alcoholismo son más comunes de lo que se piensa

A pesar de la abundancia de casos que se observan, las enfermedades mentales y los trastornos psicológicos todavía son un tabú en los entornos de dirección empresarial. El equilibrio mental es un estado sumamente delicado para algunas personalidades, máxime cuando están sometidas a una situación de estrés crónico.

Los ámbitos de decisión se consideran lugares privilegiados porque se asocian a un estatus económico y un determinado poder social. Es obvio que es así en muchos casos, pero me atrevería a decir que, muy a menudo, el directivo que lidera una organización se siente tremendamente expuesto a las exigencias de sus clientes, socios, accionistas y a las de su propio equipo. Es fácil que se sienta muy presionado y al servicio de todos.

Desgraciadamente, nuestra sociedad no presta suficiente atención a nuestra salud mental, lo que nos coloca en una situación tremendamente vulnerable. Cualquier persona es susceptible de sufrir una enfermedad psicológica, sobre todo si está sometida a una vida profesional exigente y competitiva.

Muchos tenemos traumas infantiles que digerimos como podemos a lo largo de toda la vida

Cada uno de nosotros tenemos una determinada predisposición genética y hemos estado expuestos a un determinado entorno familiar y social. Si no hemos tenido suerte con estos condicionantes no quiere decir que necesariamente vayamos a perder la partida pero si queremos mantenernos mentalmente sanos y equilibrados, exigirá de nosotros un trabajo consciente y perseverante.

Muchas personas tenemos traumas infantiles que digerimos como podemos a lo largo de toda nuestra vida. A veces un vacío existencial se apodera de nuestra cotidianeidad, como si todo nos aburriera o nos resultara indiferente.

El exceso de trabajo como detonante

Cuando alcanzamos la madurez es fácil que el desencanto se apodere de nosotros, porque cuando éramos jóvenes todo era posible. En cambio, poco antes de cumplir 40 años ya sabemos que es muy improbable que nuestra vida dé un vuelco: nuestro modo de relacionarnos a nivel afectivo está definido y nuestra vida profesional muy determinada.

Si a todo este escenario mental le sumas un día a día estresante, es fácil que sufras desgaste energético y que tu sistema inmunitario se vea afectado. Al estar más débil físicamente, los problemas te parecerán irresolubles por lo que puedes entrar en una espiral tremendamente tóxica.

En entornos agresivos es muy fácil que no tengamos la confianza para pedir ayuda cuando la necesitamos

Abogados, consultores, auditores, médicos y, en general, todos aquellos que prestamos servicios profesionales, estamos sometidos a entornos de desgaste y a una actividad frenética que puede atenazarnos con gran facilidad.

Es habitual que vivamos períodos en los que la ingente cantidad de trabajo que tenemos nos obligue a extender nuestra jornada laboral de manera insana, lo que nos aboca a dormir poco, a adoptar malos hábitos y a sacrificar nuestra vida personal.

En determinados ambientes profesionales se valoran los comportamientos agresivos porque se asocian a perfiles que aportan grandes ingresos y que defienden con eficacia los intereses de la empresa. En estos entornos es muy difícil que nos sintamos con confianza para pedir ayuda si la necesitamos. Mostrar debilidad puede poner en entredicho nuestra reputación como profesional.

No es de extrañar que en el colectivo descrito anteriormente se registre un porcentaje de patologías mentales sensiblemente superior a la media.

La depresión, la ansiedad, el estrés crónico, los miedos injustificados, el alcoholismo y otras adicciones son los fantasmas que nos pueden acechar. Yo misma he sentido en varias ocasiones que un puño férreo e invisible me apretaba el cuello en forma de ansiedad. Al principio el ahogo es casi imperceptible, pero muy rápidamente puede dejarte sin aire y cambiar completamente tu personalidad.

Meditación y ejercicio físico

Si te sientes preocupado o triste de manera permanente podrías padecer un trastorno de ansiedad generalizada. El modo de arreglarlo es acudir a un profesional. No lo demores ni un día más. Adicionalmente te ayudará a combatirlo la práctica de ejercicios de respiración, meditación y yoga. También te hará un gran bien escuchar música, hacer ejercicio físico placentero y llevar una vida socialmente activa.

Necesitamos una sociedad más madura, que no dé la espalda a las patologías que nos pueden destruir. Visibilizar la enfermedad mental y diseñar los canales para tratarla adecuadamente debería ser una prioridad social.  El colectivo de la abogacía tiene la fortuna de contar con su propio Instituto de la Salud Mental, que trabaja por el bienestar de los profesionales del derecho.

Recurre a ellos si los necesitas. Y, por favor, trata de ayudarles en lo que esté en tu mano. No hay labor más importante que la que ellos desempeñan.

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