Rivera y Sánchez: ¿el triunfo de la Policy?
La crisis económica en España en los últimos años ha tenido unas consecuencias catastróficas para gran parte de la sociedad. Pero, al calor de esa crisis, con la voluntad de encontrar soluciones, y viendo las experiencias de otros países del entorno europeo, han surgido analistas y académicos con aportaciones muy notables. Desde el economista Luis Garicano, a los investigadores Victor Lapuente o Benito Arruñada, o el juez Jesús Villegas. La idea central de todos ellos es que en España se debe prestar más atención a la Policy que a la Politics.
Se trata de una distinción que realizan los países anglosajones entre la política, y las políticas, entre el debate sobre las relaciones de poder, y las medidas concretas que se aplican para resolver los problemas de una sociedad.
También ha reclamado una mayor dedicación a las «políticas» el ex gobernador del Banco de España, Miguel Angel Fernández Ordoñez, como refleja en su libro Economistas, políticos y otros animales. El objetivo, fijando siempre la mirada en los países nórdicos, que con sus contradicciones y defectos han logrado los mejores sistemas institucionales del mundo, es que se analicen mejor los problemas, que se diagnostiquen con mayor precisión y se tomen medidas consensuadas.
El ex gobernador critica que una reforma fiscal se solventara en menos de cinco horas de debate en el Congreso, a pesar de que se había pedido un plan completo a un grupo de expertos, que se aprovechó a medias.
Con la presión de ese conjunto de expertos y académicos –dejando claro que la política tampoco puede ser un club de tecnócratas–, con la lupa de los medios de comunicación, los políticos han entendido que ese es el camino.
En las negociaciones entre el socialista Pedro Sánchez y el líder de Ciudadanos, Albert Rivera, con sus equipos respectivos, se ha entrado de lleno en las Policies. Y eso es positivo, sin desdeñar que existe una lucha por el poder, y que los partidos políticos se deben a una máxima: el objetivo es siempre el de ganar las elecciones, para poder gobernar y aplicar el programa político en el que se cree.
Entre las políticas concretas que se han abordado, para lograr un acuerdo que está cercano, figura un cambio en la elección de los miembros del Tribunal Constitucional, del Consejo General del Poder Judicial; de la CNMV; el Tribunal de Cuentas, o el Defensor del Pueblo. El objetivo es, precisamente, despolitizar esos cargos, para que deje de ser un reparto entre los principales partidos.
También se ha acordado que no haya imputados en las listas de los partidos, o en los cargos públicos. Y que éstos sean cesados de forma automática si son llamados a juicio oral. Otra de las políticas concretas que están sobre la mesa es una ley de segunda oportunidad, para garantizar la inembargabilidad de la vivienda a personas que estén en riesgo de exclusión.
Eso es lo que pide la mayoría de los ciudadanos. Es evidente que cada «política» tiene un acento determinado, si se observa desde una perspectiva de izquierda o de derecha. Pero existe un campo de juego común en el que es posible el consenso.
Sánchez y Rivera, por ahora, se están tomando en serio lo que los nórdicos llevan años practicando. ¿Tendrán futuro? ¿Quién quiere sumarse?