¿RIESGOS DE CRISIS EN LA ECONOMÍA MUNDIAL?

Durante 2018 se acumularon algunas señales subyacentes preocupantes sobre la economía mundial. La percepción generalizada es que el punto de máximo crecimiento del ciclo expansivo de los últimos años ha quedado atrás. La economía mundial se desacelera, la demanda de petróleo crece menos de lo esperado y aumentan los riesgos que podrían reducir las tasas de crecimiento por debajo del crecimiento potencial y aumentar el desempleo, y dar lugar incluso a una crisis de nivel mundial, aunque de menor intensidad que la experimentada a finales de 2008.

Diez años después de la crisis de Lehman Brothers la situación es bastante dispar entre geografías. Algunos países han experimentado uno de los ciclos expansivos más duraderos y han alcanzado tasas de desempleo inferiores a las de antes de la crisis. En los Esta-dos Unidos (EEUU) la expansión ya es la segunda más larga de su historia (se convertirá en la primera en verano de 2019) y la tasa de paro es la más baja desde diciembre de 1969. Pero las expansiones no se acaban porque duren mucho y envejezcan, sino por la acumulación de desequilibrios.

Aunque la Gran Recesión de 2008 fue fundamentalmente una crisis de deuda, a nivel mundial el volumen de deuda sobre el PIB (317% del PIB en el segundo trimestre de 2018) es sorprendentemente mayor ahora que antes de la crisis, aunque de nuevo con importantes diferencias tanto entre países como en su composición. La deuda se ha mantenido en las economías desarrolladas (el 380% del PIB), ya que en el aumento de la deuda pública ha compensado la disminución de la deuda privada. Y ha aumentado en China hasta el 301% del PIB. En el terreno político, el populismo que ha surgido como atajo ante los costes de la crisis dificulta seriamente la coordinación de la política económica, como vemos con los ejemplos de las políticas proteccionistas de Donald Trump, el brexit o la gestión de la inmigración en Europa.

En la eurozona, más allá de la contracción del PIB en el tercer trimestre por causas fundamentalmente temporales, todo apunta a que la desaceleración continuará en 2019, acercando el crecimiento a su potencial. La expansión cuantitativa del BCE acabó a finales de 2018 y en la segunda mitad de 2019 empezarán las subidas de tipos de interés. El menor crecimiento del comercio internacional como consecuencia del aumento del proteccionismo, la negociación del brexit y las incertidumbres sobre Italia, con su elevada deuda pública, son amenazas importantes para el crecimiento europeo en 2019.

En algunos ámbitos, como la regulación y supervisión bancaria, Europa estaría mejor preparada que en 2008 para afrontar una nueva crisis internacional. Pero a pesar de los importantes avances realizados, la UEM sigue sin completar la unión bancaria, fiscal, económica y política. En estas circunstancias, en el caso de que algunos de los riesgos externos o internos se materialicen, el margen de actuación del  BCE será más limitado. Por tanto, el acierto de las políticas económicas nacionales para gestionar adecuadamente una desaceleración más intensa de la pre-vista será clave. Políticas que son particularmente relevantes para países que, como España, todavía presentan importantes vulnerabilidades por sus eleva-dos niveles de paro y deuda pública.

En algunas economías emergentes se ha producido un fuerte ajuste e incluso una recesión. Hasta ahora los mercados financieros han diferenciado entre países en función de sus fortalezas y vulnerabilidades (particularmente asociadas al aumento de la deuda externa en dólares). Pero las tensiones financieras podrían aumentar en un contexto de menor crecimiento mundial y tensionamiento de las condiciones globales de financiación. No se vislumbra un desencadenante claro capaz de revertir el negativo estado de ánimo actualmente existente, que se manifiesta en la salida de capitales de las economías emer-gentes. El proteccionismo y el riesgo de una guerra comercial entre EEUU y China suponen importantes amenazas para la economía mundial y, particularmente, para el gigante asiático. Como respuesta, China está adoptando estímulos monetarios y fiscales que generan crecimiento a corto plazo, evitando una desaceleración mayor, pero a costa de aumentar los desequilibrios. El desapalancamiento de la economía china, con niveles de deuda muy elevados, es uno de los grandes riesgos a futuro. Este desapalancamiento debe hacerse al tiempo que su economía está cambiando su modelo de crecimiento, reduciendo la dependencia de la demanda externa a favor de la interna, sustituyendo inversión por consumo, y aumentando el peso de los servicios frente a la industria.

Aunque todas las previsiones apuntan a un aterrizaje suave de la economía china, la experiencia histórica nos indica que, cuando se alcanzan niveles de deuda no sostenibles, los procesos de corrección terminan ocurriendo en muchas ocasiones de una manera más brusca de lo esperado. Dado el peso que China tiene ya en la economía mundial, este escenario supone una seria amenaza al crecimiento global.

Por último, y no menos importante, en EEUU se acumulan también incertidumbres sobre su futuro, aunque, por el momento, sigue creciendo por encima de su potencial. El crecimiento de 2018 se ha debido en buena medida a políticas de estímulo fiscal, que se irán agotando a lo largo de 2019, mientras la política monetaria se tensiona. A pesar de que no siempre son señales acertadas, las variables financieras apuntan a que el riesgo de recesión a un año vista ha aumentado hasta acercarse al 20%.

Las expectativas apuntan a que la FED seguirá subiendo tipos en 2019 hasta el 3,25%. El encarecimiento de las condiciones financieras supondrá una mayor presión sobre el endeudamiento de las empresas (ya en niveles similares a los de la anterior crisis financiera) y del sector público, y sobre la sobrevaloración de algunos merca-dos financieros. El endeudamiento de los hogares y del sistema bancario es muy inferior al de 2007 y la economía norteamericana no experimenta una burbuja inmobiliaria como entonces.

Pero se ha producido un aumento significativo de la actividad de colocación de obligaciones garantizadas por préstamos a empresas (CLO, por sus siglas en inglés), financiados por entidades no bancarias. Dado el riesgo inherente de este tipo de operaciones, la preocupación es que, en un entorno de bajos tipos de interés como el vivido durante los últimos años, la búsqueda de mayores rendimientos haya relajado demasiado los estándares de riesgo de una parte significativa de estas operaciones. Su capacidad de resistencia a las subidas previstas de tipos de interés por parte de la FED es una incógnita.

De producirse su colapso, el contagio sobre el resto de la economía sería relevante. A este riesgo hay que añadir las incertidumbres sobre cómo se producirá el ajuste presupuestario del gobierno federal. En 2019 alcanzará un déficit del 4,7% del PIB, el mayor en periodo de expansión económica. Sin embargo, con el congreso controlado por demócratas y el senado por republicanos, no se vislumbra un consenso fácil sobre las medidas de aumento de ingresos y reducción de gasto público necesarias.

En resumen, aunque el escenario base de BBVA Research sigue siendo de crecimiento en 2019, la economía mundial se desacelera: las principales áreas económicas crecerán menos que en 2018 y, lo que es más importante, habrá que estar muy atentos a la evolución de los múltiples riesgos actualmente existentes.