Rien ne va plus
La aceleración histórica que vivimos es de tal magnitud que sólo se explica por la acumulación de silentes contradicciones estructurales que en un momento determinado una chispa dispara. Lo pensaba a partir de tres anécdotas de esta semana.
En la inauguración de la terminal del gigante Hutchison en Barcelona, lo importante no fue la anécdota de la foto entre el Rey y el presidente Mas, sino que lo fue la constatación de que el Estado ha incumplido el acuerdo de 2002 de tener construidos los enlaces ferroviarios del puerto con la línea que va a la Jonquera.
El representante del monstruo chino se mostró enfadado por la falta de seriedad de España, asegurando que paralizaba la construcción de la segunda terminal hasta que el Gobierno cumpliera con su palabra.
Y estamos ante la oportunidad estratégica de llegar a ser la puerta de entrada del tráfico chino a Europa, desplazando a Holanda. Señores empresarios, catalanes, que todavía se mueven entre la duda y el miedo ante la nueva situación política, ¿ustedes creen que esta decisión de no construir el enlace, que se ha mantenido durante una década, tiene algo que ver con el independentismo, hasta hace poco minoritario o con la crisis económica de hace cuatro años?
Mientras, se continúan construyendo varios AVE inútiles con nuestro dinero, que también tendremos que mantener mientras dependamos de España.
Detrás del boicot al puerto de Barcelona –y a su aeropuerto– hay una decisión política: es la guerra económica contra Catalunya que hace tiempo que las élites del palco de Bernabeu nos tienen declarada.
Por eso, esta semana el Parlament de forma mayoritaria ha decidido iniciar un proceso pacífico y democrático hacia la autodeterminación.
Y esto sólo puede ser favorable para las dos partes, sobre todo, cuando en una pareja hace tiempo que uno maltrata al otro. Muestra del estado de indignación de esta parte, incluso de la gente de orden de Catalunya, es el altercado entre Solana y Pujol en las jornadas económicas de Sant Benet. Vacilando y chuleando el primero, en el estilo habitual de esta aristocracia que desde nuestro ADN trabajador o pequeño burgués no entenderemos nunca, Solana menospreció el proceso iniciado.
Y Pujol autodefiniéndose por primera vez como político españolista –y de verdad que lo ha sido– afirmó que por gente como él, la cosa había llegado a no tener retorno, confirmado por los ruidos de sables y por la apología al terrorismo militar –golpismo– lanzado por el eurodiputado Alejo Vidal-Quadras que de este modo se ha puesto en la lista de espera de los acusados del Tribunal Internacional de la Haya.
Eso sí, tiene un impacto desestabilizador social y económicamente y será leído con lupa por los comités de inteligencia competitiva de todas partes. Alguna cúpula empresarial de signo conservador haría bien en controlar a sus hooligans, aunque sea por el bien de la economía.