Ridiculizando el conflicto
En octubre de 2012 amenazaba Artur Mas –ya sin el título de President, ya que ese debe ir ligado a gobernar– con internacionalizar el “conflicto”. Ya saben algunos denominan a este período como un conflicto. No duden que en breve algún cafre añadirá la palabra “armado” como si esto fuera una guerra.
Pero en ese momento de lucidez Mas, quizás, debería habernos informado que realmente lo que quería era ridiculizar a Catalunya y a los catalanes. Algunos hace tiempo vamos narrando este período como un desastre, pero parece que vamos a ir a más.
Ahora internacionalizamos tanto el tema que hasta el Wall Street Journal saca las vergüenzas de la sagrada TV3. Y aún tenemos suerte que no analizan la basura de algunos medios digitales porque sino la risa convertiría a los catalanes en el moderno Lepe de Chiquito de la Calzada. Eso sí, son medios subvencionados por encima de su facturación. Vamos lo nunca visto. Empresas que facturan 100 y son subvencionados con 200.
Súmenle a esos que no pasan estrecheces en época de crisis, gracias a su labor por la patria, las cartas de Mas. Unos escritos más propios de un bar de cervezas nocturno, luego de varias jarras bien llenas.
Supongo que Artur Mas, como su mediocre equipo, aún no sabe que es internacionalizar. Viendo su curriculum no me extraña. Estos son los típicos ejecutivos de traje bonito que llegan a una compañía con potencial. En meses reducen su internacionalización a enviar un mailing unificado en inglés –curioso estos tipos protegen el catalán hasta la saciedad pero envían sus cartas en inglés a la alemana Merkel– y como no a gastar dinero en viajes para reunirse con “conserjes” a cuerpo de rey.
Total, nada nuevo en sus curriculums. Uno lee eso y ve lo que hizo Mas en su único trabajo no público: enviar cartas diciendo que internacionalizaba su empresa, viajar –desconocemos también si con esposa–, gastando al máximo para vender cero.
En la empresa privada lo echaron. Entonces, volvió a lo público donde puede seguir haciendo el papelón de gestor nefasto, pero con el agravante que lo hace con dinero púbico. Además, aquí no humilla a una empresa, sino que con sus infantiles actos humilla a todos los catalanes. Al final es muy triste que una administración que se vanagloria de internacionalizar sus empresas es incapaz de hacer algo más que un miserable mailing y cuatro viajes cutres.
Desde que en octubre del 2012 amenazó con internacionalizar su conflicto “personal” podría Artur Mas haber leído algún manual sobre cómo hacerlo.
Quizás podría haberse rodeado de alguien con un mínimo curriculum. Aunque mejor no miren el de Homs o el de Turull, que por no saber, seguro que no saben ni dónde están los países del mundo.
Al final suponemos que todo les da igual. Viven felices, gastan como no les dejarían hacerlo en la empresa privada, y encima alardean de hacer historia. No ven que hacen el ridículo. Por suerte, para ellos, aún tienen a su prensa mezquina subvencionada para loar sus cosas. Para desgracias de todos –hasta de los independentistas serios que los hay– éstos confunden internacionalizar con ridiculizar. Y visto lo visto seguiremos así.