Ricos más ricos y jóvenes más pobres
Dos estudios recientes confirman las tesis de 'La senectud del Capitalismo', en la que se aborda esa dualidad entre ricos más ricos y jóvenes más pobres
Debería causar seria preocupación el estudio de Funcas, basado en la Muestra Continua de Vidas Laborales de la Seguridad Social, sobre el empobrecimiento creciente de la juventud trabajadora española. Desde el inicio de la crisis en 2008 hasta el 2015 los sueldos de los nuevos contratos, en general, sufrieron un descenso del 12%, lo cual, sumado a su carácter cada vez más precario y a tiempo parcial, se tradujo en una reducción de los ingresos anuales de los nuevos contratados del 22%.
Cuando se trata de jóvenes, es decir, de gentes que perciben un sueldo por primera vez, el descenso del montante de sus contratos en el mismo periodo fue del 14%. No obstante, al estar los jóvenes sometidos mayormente a empleos por horas y a contratos más cortos, el impacto sobre la reducción de sus ingresos anuales fue mucho mayor, concretamente, del 33%.
El actual sistema económico debe ser viable para viable no sólo para los individuos, sino para todo el sistema social
Para el conjunto de la sociedad y para sus representantes políticos, en la medida que el actual sistema económico deba ser funcional no solo para los individuos, sino para la viabilidad del sistema social, a esta preocupación debe añadirse otra. La primera concierne tanto al bienestar presente ya la autoestima de los jóvenes directamente afectados como a la calidad del estado del bienestar actual y sobretodo, futuro. La segunda, consiste en el aumento, simultáneo, del número del número de ricos y del patrimonio de los mismos, según refleja el informe elaborado por la consultora Capgemini.
Este último fenómeno, más agudo aún en otros países que en España, adquiere aquí, por contrate con el empobrecimiento juvenil, una dimensión diferencial muy preocupante en términos de cohesión social. Como es bien sabido, esta no depende exclusivamente de los niveles de ingresos de cada estamento social, sino del diferencial entre ellos. Por otro lado, si el empobrecimiento de los nuevos trabajadores acabase por adquirir un carácter estructural como todo indica que está sucediendo, entonces, por más eficientes que fuesen las políticas fiscales serían insuficientes para corregir las consecuencias generales de aquella dolencia estructural.
El cuerpo social, como cualquier cuerpo vivo, debe tratar de curar la enfermedad para evitar el agravamiento de su estado, sobretodo si la parte afectada son sus células más jóvenes. El buen médico es el que sabe percibir el síntoma del mal pesar de ciertas buenas apariencias.
Lluís Boada, Doctor en Ciencias Económicas y en Humanidades es autor de La senectud del Capitalismo. Un reto a la juventud (EDLibros, 2017)