Resignación en Madrid ante el choque de trenes en Cataluña
Mariano Rajoy se está especializando en proponer una cosa y la contraria. Ha ocurrido con la reforma de la Constitución, ahora desaparecida en medio del conflicto catalán, también con la posición de su gobierno con respecto a la crisis europea de asilo. Y la última sorpresa, después de evaporada su propuesta de reforma de la Constitución, ha sido cambiar, por la puerta de atrás, nada menos que el Tribunal Constitucional.
Es la única muestra de nerviosismo ante el choque de trenes de las elecciones catalanas. A falta de debate político por desaparición de resistencia frente al órdago soberanista, el presidente prepara las baterías coercitivas para llevar el resultado, en caso de victoria de las pretensiones del presidente Mas, a las instancias judiciales. Con la reforma que facultará al Tribunal Constitucional a ejecutar sus propias sentencias, se abre un abanico de posibilidades que van de la intervención en la autonomía a la inhabilitación del presidente catalán.
Tiempos de conflictos salvo que la candidatura donde se esconde el president no logre los objetivos previstos.
Es curioso que las intervenciones políticas de más calado hayan sido la carta del expresidente Felipe González a los catalanes, sus matizaciones en la entrevista a Enric Juliana en La Vanguardia y la respuesta conciliadora de Josep Antoni Durán i Lleida a la misiva del expresidente.
Los ecos que llegan a Madrid de las elecciones catalanas no pueden ser recibidos con más indiferencia. Las manifestaciones más concretas se limitan a plantear que la secesión es imposible. Pero ya no hay fuerzas para expandir los argumentos de que la propuesta de Artur Mas es un disparate. Ahora el relevo en la oposición a la independencia lo han tomado los líderes europeos. Primero Ángela Mérkel y después David Camerón. Ha sido Mariano Rajoy quien ha internacionalizado el conflicto, donde el president Mas no ha conseguido ningún eco.
Tengo la impresión de que la inteligencia de la capital de España ha optado por cerrar los ojos y esperar el resultado del 27-S como si se tratase de un sorteo de lotería, en donde quienes tienen décimos saben que no tienen ninguna capacidad de influencia en el resultado.
En los próximos días se espera que sigan entrando en campaña líderes europeos, que para no ver las barbas de su vecino trasquiladas, se apresuren a poner las suyas en remojo. El mayor argumento electoral de los partidarios del No es que en Europa no tiene sitio una Cataluña independiente. Han renunciado a convencer a los electores catalanes que les conviene mucho más seguir siendo españoles. En esta disputa las ofertas de conciliación ya no existen.
Es cierto que el proceso soberanista resulta agotador en Madrid. Demasiado tiempo ya en que los problemas reales de Cataluña han desaparecido engullidos por esta fiebre independentista. Y, como además no hay memoria de elecciones tan extrañas a un parlamento y a un gobierno, donde las fuerzas con más posibilidades de éxito ocultan en medio de la lista a su candidato y no dicen nada de la gestión de los asuntos públicos, la indeferencia es un subterfugio para evitar una preocupación en la que se ha decidido que no se puede intervenir con argumentos.
Se observa con interés cómo en los últimos días algunas de las fuerzas económicas y sociales han salido, por fin de su escondite, para manifestar con timidez y prudencia que ellos no son partidarios de esta aventura. Pero otros peces gordos de la economía catalana, que además también son de la española, como no puede ser de otra manera, siguen en el prudente silencio en el que llevan viviendo un par de años. ¿Silencio o miedo?
No hay mucha más tela para cortar en espera de la aparición de los líderes europeos que han concertado con Rajoy entrar en escena. Todavía no se ha calentado la campaña en la que el tres por ciento también tomará más protagonismo. Mientras, el president y sus socios han despachado el tema de la corrupción en Convergencia con la respuesta de manual de que es una conspiración. Atentos a nuevas filtraciones de la investigación de la Guardia Civil.
En espera de nuevas noticias, me voy a limitar a observar cómo el meteorito catalán sigue avanzando a su inevitable colisión con Madrid. Y mientras dure la relativa tranquilidad en la capital del Reino, habrá que disfrutar de la calma.