Resaca del debate: Sánchez emerge como el único capaz de jubilar a Rajoy

El debate ha dejado muchos impactos. El primero, y quizá el más importante, la fragilidad del presidente de Gobierno. Veinticuatro horas después, las terminales mediáticas del PP han intentado explotar el filón de «dama ofendida» del presidente, colocando a Pedro Sánchez como tabernario, faltón y maleducado.

Hubiera sido más creíble si Mariano Rajoy hubiera reaccionado de otra manera a la acusación de que no es «un político decente». Faltaron reflejos o fallaron los nervios. Si en vez de calificar a Pedro Sánchez como ruin, mezquino y miserable, hubiera invitado al líder socialista a rectificar, la cosa hubiera sido distinta.

Pero lo cierto es que las encuestas más serias no sólo daban como ganador del debate al líder socialista, sino que además hablaban de lo tocado que había salido Rajoy.

He vuelto a ver el debate a cámara lenta, parando en los episodios más significativos. El lenguaje corporal, tan importante en televisión, fue demoledor para Mariano Rajoy. Especialmente los primeros planos, con tics nerviosos y movimientos balbuceantes de la boca. Temblor en los pies. Descolocado, sudoroso y visiblemente azorado.

Independientemente de que los dos políticos se interrumpieron mutuamente durante la segunda parte, Mariano Rajoy, da la impresión, de que trata de impedir que Sánchez desarrolle sus argumentos.

He hablado este martes con uno de los asesores de comunicación del líder socialista. Me ha confirmado que tuvieron que trabajar mucho para preparar el debate. Había que ser agresivo, pero controlando el tono de voz y apretar sin ahogar. Están muy satisfechos del resultado porque consideran que era la única forma de cambiar el paso del discurso de Rajoy.

De la prensa convencional, ABC y La Razón han apostado por la victoria del presidente del PP y del Gobierno, en base sobre todo a descalificar la agresividad de Pedro Sánchez. Pero el propio periódico de los Luca de Tena se contradecía en su edición digital al informar del mitin que ha celebrado este martes Rajoy en La Rioja, titulando: El discurso más triste de Rajoy. El presidente da un mitin en La Rioja, el primero tras el cara a cara con Pedro Sánchez, en un tono visiblemente bajo. Merece la pena el vídeo de la intervención del presidente que facilita el periódico madrileño. http://www.abc.es/elecciones/elecciones-generales/abci-discurso-mas-triste-rajoy-201512151313_noticia.html

Otra de las anécdotas de la jornada fue el papel de comentaristas que ejercieron en La Sexta los líderes de Podemos y de Ciudadanos. En esta campaña, la sobreexposición puede ser tan negativa como no estar en el escaparate. ¿Se puede ser a la vez un serio aspirante a entrar en La Moncloa y comentarista político para analizar precisamente el debate de tus rivales?

En mi opinión, a Albert Rivera y a Pablo Iglesias les pudo salir el tiro por la culata. Su aportación al debate como observadores les situó fuera del foco. Y el foco, si convenimos en que el debate dejó debilitado al Presidente de Gobierno, está ahora, en Pedro Sánchez.

Cazó al presidente en el único momento en que se puso a tiro. Ahora la imagen que se ha quedado en la retina es que el único que ha hecho algo importante por cerrar el paso a Rajoy en su continuidad en La Moncloa es el líder socialista, que se ha apropiado del papel de auténtico líder de la oposición.

Vayamos ahora a analizar la estrategia de agresividad programada de Pedro Sánchez.

Pedro Sánchez sobreactuó premeditadamente. Era la única forma de romper el discurso de Rajoy, que sólo pretendía secuestrar el debate con dos pilares. El primero, la reiteración de «la herencia recibida». Es una película que lleva cuatro años en cartel. Está desgastada como una cantinela que sin duda tuvo su efecto. Pero pretende convertir el debate electoral de 2015 en un juicio político a José Luis Rodríguez Zapatero. No cuela.

El segundo pilar de la estrategia de Rajoy era asistir al debate como si estuviera en el plasma al que nos ha tenido acostumbrados durante toda la legislatura. De esa manera, el presidente pensó que podía contestar lo que quisiera, una especie de «manzanas traigo», pasando por encima de las acusaciones de corrupción y dando la vuelta a todo lo que dijera Pedro Sánchez. Pretender sostener que no ha habido recortes en «dependencia», sanidad o educación es ya un ejercicio inútil.

Pedro Sánchez, sirviéndose de un cierto zarandeo dialéctico, sacó a Mariano Rajoy del plasma en el que se había escondido, y lo puso a tiro del hombre de la calle.

Tres días de campaña más y la jornada de reflexión es tiempo suficiente para sorpresas, pero el único cara a cara de esta campaña ha marcado, a mi juicio, un punto de inflexión de difícil retorno. Con la cifra de indecisos, todavía pueden pasar muchas cosas. Pero lo que es difícil de negar es que Pedro Sánchez, al fin, ha conseguido meterse en la campaña.

PD. Conviene repasar la hemeroteca para recuperar alguna de las cosas que dijo el aspirante José María Aznar al presidente González. También la reacción del PP la noche electoral de 1993, cuando Javier Arenas, Álvarez Cascos y otros líderes del partido denunciaron ante la prensa un presunto fraude electoral generalizado. O las acusaciones a Zapatero afirmando que utilizaba a las víctimas del terrorismo. En todas las casas han cocido habas.