Reforma laboral para los que no sabemos de economía

La mochila austríaca permitiría relaciones entre empresas y trabajadores mucho más sanas dando, además, una alternativa viable para la catástrofe de las jubilaciones que está por llegar

No es que en España haya una acendrada tradición de los partidos políticos de cumplir los programas con que se presentan a las elecciones…ni, vamos a decirlo todo, una costumbre muy arraigada de leérselos antes de votar. Ná, aquí lo que gusta es la política “de autor”: una propuesta es buena o mala no en sí misma, sino según de dónde viene.

Veamos lo que está pasando en el Congreso de los Diputados con la reforma laboral. Resulta que el autoproclamado “gobierno más progresista de la Historia” (mama, por…) juró por sus muertos derogar la reforma laboral del PP de 2012, y ahora se encuentra con que si la deroga de verdad los agentes sociales se matan entre ellos, y como quede alguno vivo ya lo remata Europa, y si la deroga de mentirijillas, el problema es hacer que cuele.

Da que pensar que incluso en un tema tan sensible para todos y cada uno como son las cosas de comer siga imperando la cerrazón y la negativa a hacerse ni mínimamente responsable. Pablo Casado que dice que no, que no porque no, porque erre que erre. Los socios habituales de Pedro Sánchez, ahora que han dejado todos a la vez de comer carne, andan con el síndrome de abstinencia, a bocados los unos con los otros, incapaces de decidir si les conviene más estar dentro que fuera. Si les da más miedo Yolanda Díaz, Nadia Calviño…o Inés Arrimadas.

La líder de Ciudadanos, y con ella gente tan económicamente respetada y significada como el jefe de filas en Europa, Luis Garicano, han dado un paso al frente de esos que a mí me encantan…y que sólo son posibles porque en este partido no hay nada ni remotamente parecido a un Iván Redondo. ¿Están las cosas en la Caballería Naranja como para arriesgar pactos de Estado con una pandilla de mentirosos y trileros, ay perdón, quería decir de gente que sólo dice la verdad cuando se equivoca, y aún así, agárrate los machos y respira hondo?

Pues miren, en mi modesta, humilde pero siempre desafiante opinión: sí. Tengo el orgullo de no entender de economía en el sentido que entender de economía se entiende aquí. Hace tiempo que descubrí que en la mayoría de discursos económicos, sobra jerga indescifrable y falta sentido común. Como periodista les contaré un secreto: lo que no se entiende, es porque no quieren que usted lo entienda. No quieren que por ejemplo usted se pregunte cuántas camas de hospital y cuántas plazas UCI había en España antes del estallido de la Covid, y cuántas hay ahora. O por qué había que rescatar al sector financiero con dinero público a fondo perdido, cuando a lo mejor se podían obtener a cambio de ese macrorrescate activos inmobiliarios y dedicarlos a vivienda social. Etc.

De todo el griterío político a favor y en contra de la contrarreforma laboral de Pedro Sánchez, ya me perdonarán, pero Ciudadanos es, como siempre, el único partido que pone razones y propuestas sobre la mesa. Por ejemplo, la mochila austríaca. ¿Le han explicado a usted bien lo que es la mochila austríaca? No son arreos de alpinismo. Es un sistema que muchos tienen interés en dar por muerto (no sé de qué me suena ese mantra…) pero que el mismísimo Banco de España insiste en que debería ser mirado con el debido interés.

No deje que se lo expliquen de manera que no entienda ni torta. Yo no soy experta en economía, pero noto la diferencia entre ser rica y ser pobre, entre tener una mínima estabilidad financiera y carecer en absoluto de ella, entre ser autónoma y que Hacienda me trate como a un ser humano. Con lo cual he acabado poniendo interés en enterarme un poco de lo que me afecta.

Vamos allá. Ahora, si usted tiene la inmensa suerte de estar contratado en una empresa, pero un día le despiden, pues le indemnizan, poco o mucho, pero al final y de golpe. Lo cual, en una economía tan viciada como la que respiramos ahora mismo, plantea algunos retos. A saber: que la empresa acabe despidiéndole no por una lógica laboral normal, es decir, en función de si usted trabaja mejor o peor, sino en función de cuánto cuesta despedirle.

Puede suceder, y de hecho sucede mucho, que justo cuando usted estaba más a gustito, cogiendo más experiencia, haciendo mejor su trabajo, la empresa se asuste de la antigüedad que va acumulando y decida cortar por lo sano, mandándole a la calle antes de que sea “demasiado tarde” y poniendo a un novato mucho más barato en su lugar. También el buen empresario sufre porque, si por lo que sea se ve obligado a recortar plantilla en serio, se puede dejar hasta la camisa en indemnizaciones.

Más escenarios posibles: usted lleva equis años trabajando en un sitio, no está a gusto, quisiera cambiar y además tiene una oferta para hacerlo. Ah, pero si se va por su propio pie, pierde todo el potencial “despido” acumulado, tiene que volver a partir de cero, con lo cual usted se vuelve alérgico al riesgo y se queda dónde está, da igual si está muerto de asco…o de bullying, que de todo hay. ¿O no?

La mochila austríaca

La mochila austríaca significaría que la empresa va depositando en una cuenta a su nombre, el de usted, una cantidad a cuenta de un eventual despido futuro. Como quien va haciendo un rinconcito para la jubilación. Y ese dinerito ya es suyo, va con usted a donde usted vaya, repartiendo la carga y la responsabilidad en el tiempo. Permitiendo relaciones laborales mucho más basadas, de nuevo, en el buen hacer y en la fidelidad, antes que en encanallados oportunismos. El despido se racionaliza y se desdramatiza.

Si lo pensamos bien, la mochila austríaca es el mismo sistema que un gobierno de bien debería aplicar al sistema de pensiones: en lugar de pulirse alegremente la pasta en el bingo político cuando la generación del baby boom entra en tromba a cotizar en la Seguridad Social, y echarse a llorar diciendo que “¡no nos queda dinero, nos lo hemos gastado!” cuando esa misma generación, como era perfectamente de prever, llega a la edad de jubilarse, bueno, pues ir guardando cada mes un poquito, ir cebando la hucha.

Claro, tanto en lo referente a pensiones como en lo tocante a despidos, el problema es el mismo: si no se ha sido responsable y previsor, luego, ¿de dónde sale el dinero para remediarlo? Lo de las pensiones, no nos engañemos, a estas alturas tiene mala solución. Poco a poco nos irán explicando que aquello a lo que creíamos tener derecho nos tocará volver a pagarlo siete veces siete, me temo. Porque la Administración nunca responde de sus promesas incumplidas y el que venga detrás, que arree.

La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas, cuando pidió un pacto de centro entre PP y PSOE / Cs

Pero, de cara a la reforma o contrarreforma laboral que ahora mismo tenemos entre manos, o entre votos, es un hecho que Europa está por la labor, que fondos europeos hay, si se quieren usar bien, y qué mejor uso, si de verdad interesara preservar a la vez el tejido empresarial y los derechos de los trabajadores, que usar esos fondos para por lo menos empezar a implementar algo parecido a la mochila austríaca.

Y ahora me cuenta si le parece fatal sólo porque lo piden los de Ciudadanos. Y luego nos llama fachas o qué sé yo y nos da con la pala en la cabeza y nos intenta enterrar vivos. O se va a los leones del Congreso a chillar: “¡Con Arrimadas, no!”.

Pero el día en que todo se acabe de ir al cuerno, le echen de la empresa o la cierren, no pueda pagar la cuota de autónomo o mire lo que le queda de jubilación y le entre el pánico, acuérdese de que había y hay otras maneras. Acuérdese de este artículo. De usted depende todo. Más de lo que cree.

Ahora en portada