Reforma aprobada con estúpidas y múltiples pérdidas de imagen
Pedro Sánchez ha fracasado, el mensaje de que no necesita el voto de “los enemigos de España” le ha salido por la culata; hoy los necesita más
A raíz de la rocambolesca votación de la Reforma Laboral, podría escribirse un manual sobre cómo convertir un éxito gubernamental en deterioro de la imagen, tanto de los dos socios de gobierno como de todos los partidos implicados. El debate o la mera información sobre el texto y sus efectos se ha visto ensombrecido por la polémica sobre quién y cómo la aprueba. Con increíble error salvífico de un oscuro diputado del PP.
De nada valen el apoyo de las patronales, los sindicatos y el beneplácito de Bruselas, cifrado en la bonita suma de 10.000 millones. De poco las reticencias del PP, más fundamentadas en la distancia política a la que la oposición se considera obligada so pena de ser tachada de blandengue. Casado obvia que lo descafeinado de la nueva ‘reformilla’ viene a confirmar, con matices, la gran reforma de los populares.
Sánchez pretendía el agua desde el manantial de Podemos, que antes hacía bandera de la derogación, hasta el propio molino. Cuando parecía haber conseguido que la lideresa de los rebeldes anduviera hasta el final por el estrecho desfiladero del consenso económico y social hasta el despeñadero del fracaso en conseguir apoyos por la izquierda, va y se precipita dando tumbos por un similar barranco.
Pero la imagen de Yolanda Díaz se deteriora por partida doble. Una, que Podemos no articula nada a su alrededor. Y dos, la confirmación de que los desunidos se integran en lo que denominaban el régimen. Lo que no pueden sufrir en Podemos es la autoimagen que les acusa de aprovechados de las poltronas que han pasado de denunciantes a sirvientes del sistema, de alternativa total a muleta parcial y encima burlada por el PSOE, a pesar de que se sigue apoyando en ella.
Lo que no pueden sufrir en Podemos es la autoimagen que les acusa de aprovechados que han pasado de denunciantes a sirvientes del sistema
De nada valen, o más bien perjudican a Podemos ante sus votantes, bendiciones extra como la de Ana Patricia Botín: “Es muy importante lo que se ha acordado y que se haya hecho de manera consensuada”. Consensuada con los agentes sociales, pero motivo de una competición entre partidos en la que todos salen perdiendo. De contra y recontra manual.
La ocasión la pintaban calva para los partidos clave en el pacto de investidura. El momento, propicio para exigir algo sustancial a cambio del apoyo. Pero Pedro Sánchez, lejos de ceder, ni siquiera introduciendo el maquillaje de modificaciones insubstanciales, quiso demostrar que no les necesitaba.
Pero Sánchez ha fracasado. El error de un diputado le ha salvado esta votación pero ha cerrado de un portazo la posibilidad de que el presidente escape a esta mayoría compuesta que tanto le incomoda. Vista la completa inviabilidad de la mayoría alternativa, más van a exigirle en la próxima ocasión. El mensaje de que no necesita el voto de “los enemigos de España” le ha salido por la culata. Hoy los necesita más y están en condiciones de presionarle más que ayer.
ERC pretendía por su parte dar la imagen de alejamiento del PSOE. Una imagen que si algún incauto se cree por causalidad va a caer del guindo a la próxima ocasión. Pero hoy por hoy lo único que han conseguido no es adelantar a los Comuns por la izquierda sino poner en peligro la frágil mayoría del Parlament sobre la que se sostiene Aragonès. Nada alegraría más a JxCat que un incremento de la inestabilidad en Cataluña del que no pudieran echarles la culpa.
En resumen, que de esta aventura todos salen mal parados, y es muy dudoso que aprendan la lección, rehagan puentes entre ellos y acuerden unos mínimos a fin de que resulten creíbles las aseveraciones de Sánchez sobre la estabilidad. Esto puede ir de mal en peor. Pero preguntemos, ¿a rio gubernamental revuelto, ganancia de opositores?
Sería lo normal. Sin embargo, resulta que el PP, tras haberse empecinado en oponerse al consenso y el ridículo de haber salvado a Sánchez, no está en condiciones de aprovecharse de lo que en otras circunstancias sería un regalazo. En vez de ahondar en el fracaso de Sánchez, se ocupan de quitarse el aguijón que ellos mismos se han clavado.
Episodio, andanza, lance y dislate que obedecen al manual escrito por algún diablillo cojuelo de los que tanto transitan per la meseta y aledaños. Pocas reformas han conseguido tanto consenso y tal vez ninguna ha logrado que todos los partidos implicados hayan sufrido severas pérdidas de imagen. Empezando por el propio PSOE, siguiendo por el PP, pasando por Esquerra y acabando en la degradación de Yolanda Díaz, que ha pasado de maquinista a fogonera y de protagonista a follonera.